Explotación sexual, un enemigo detrás del trabajo infantil

Actualizado
  • 11/06/2019 02:00
Creado
  • 11/06/2019 02:00
El avance en la erradicación de este flagelo en áreas rurales está empañado por nuevos hallazgos. Reportes indican que el trabajo doméstico y la actividad sexual remunerada están en incremento

Recuerda que en mayo de 2014, quince días después de cumplir 11 años, con un tono de voz intimidante, su padre dio autorización para que la trajeran a ciudad de Panamá a trabajar.

Laura disfrutaba de su hogar, jugaba con tres de sus seis hermanos, ella es el tercer hijo de la pareja. ‘Escuché a mi papá decirle a mi mamá: si hay una oportunidad, debemos aprovecharla. Estará bien', evoca la joven. El siguiente mes, ‘estaba en uno de los altos edificios' de la capital. Para ella fue doloroso física y emocionalmente. Solo unos días antes, en su tierra, Irgandí, Guna Yala, en medio de la escasez económica, gozaba de su niñez y del derecho a recibir una educación.

‘Una señora muy amable me dijo que solo tenía que ayudarla en los oficios de la casa, como limpiar, barrer y arreglar los cuartos, que ella se encargaba de los niños. Creo que me pagaban bien y a final de cada mes, mi papá me llevaba a casa', afirma Laura.

A pesar de que Panamá continúa con su hoja de ruta para erradicar en todas sus formas el trabajo infantil (TI), se están observando transformaciones que ‘preocupan'.

‘Con el apoyo de organismos internacionales, Casa Esperanza realiza un diagnóstico sobre la explotación sexual comercial infantil en Panamá, Coclé y Chiriquí',

ANGÉLICA LA VITOLA

DIRECTORA EJECUTIVA DE CASA ESPERANZA

Angélica La Vitola, directora Ejecutiva Nacional de Casa Esperanza, reconoce que en el país se ha ‘avanzado significativamente'; sin embargo, advierte de que ‘el TI está mutando'. ‘Antes se veían muchos —niños trabajando— en café, esto ha cambiado; el trabajo urbano también ha disminuido, las cifras de menores que vendían en la calle, en Panamá Centro, ha bajado significativamente'. Pero estas buenas noticias son empañadas por los nuevos hallazgos.

‘Estos logros puntuales no indican que hemos terminado nuestra labor. Acabo de recibir un reporte de Veraguas en el cual marca alto el trabajo doméstico. Tengo una niña de trece años que cuida a un anciano encamado', expone La Vitola. ‘Me preocupa la peor forma de trabajo infantil: la explotación sexual comercial', acentúa la directora de Casa Esperanza, y añade que ‘según estadísticas, hay un incremento de esta actividad'.

Explica que en estos momentos Casa Esperanza, con el apoyo de organismos internacionales, realiza un diagnóstico sobre la explotación sexual comercial infantil en Panamá, Coclé y Chiriquí, ‘provincias que conforme a las cifras del Ministerio Público, tienen la mayor incidencia de estos casos por denuncias presentadas, no necesariamente por casos ocurridos'.

¿Estará mutando el TI hacia estas modalidades? ‘No lo podemos afirmar', dice La Vitola. ‘Pero ya es un tema. Hemos identificado las modalidades y empezamos a hacer diagnósticos para determinar qué tan grave es. Pienso que no es tan sencillo y que sí es un problema, es un enemigo oculto que está surgiendo. Tenemos que atacarlo antes de que se expanda', enfatiza.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), millones de niñas trabajan como sirvientas domésticas y asistentas sin salario en el hogar y son especialmente vulnerables a la explotación y el maltrato. Millones de otros niños y niñas trabajan bajo circunstancias terribles. Pueden ser víctimas de la trata (1.2 millones en el mundo), víctimas de la servidumbre por deuda u otras formas de esclavitud (5.7 millones), víctimas de la prostitución y/o la pornografía (1.8 millones) o reclutados como niños soldados en los conflictos armados (300,000).

El trabajo doméstico y la explotación sexual comercial infantil en Panamá permanecen como modalidades ‘invisibles'. ‘Pocos las denuncian, tenemos que hacer más campaña de sensibilización e informarle a la gente que tener niños de 12 o 13 años trabajando en una casa de terceros no es necesariamente correcto, porque muchos de ellos no van a la escuela y dejan su infancia', sostiene La Vitola.

En cuanto a la explotación sexual, reitera que ‘es un tema que nadie quiere delatar; quizás, en ocasiones, hasta hay permisividad'.

Trabajo y tareas infantiles

La Unicef no se opone a que los niños y las niñas trabajen. La participación de los niños, las niñas y los adolescentes en un trabajo –una actividad económica– que no afecte de manera negativa a su salud y a su desarrollo ni interfiera con su educación es a menudo positiva, apunta.

‘El trabajo infantil es un concepto más limitado que se refiere a los niños que trabajan en contravención de las normas de la OIT que aparecen en las Convenciones 138 y 182'

La Convención No.138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) permite cualquier tipo de trabajo ligero (que no interfiera con la educación) a partir de los 12 años. Sin embargo, el trabajo infantil es un concepto más limitado que se refiere a los niños que trabajan en contravención de las normas de la OIT que aparecen en las Convenciones 138 y 182. Esto incluye a todos los niños menores de 12 años que trabajan en cualquier actividad económica.

Laura tenía 11 años cuando empezó a trabajar. Dejó sus estudios y su infancia. ‘Los primeros meses lloraba mucho porque quería jugar, correr y estar con mi familia. A veces me cansaba mucho de los oficios y quería dormir, pero tenía que trabajar. Poco a poco me fui acostumbrando y aunque ya no trabajo allí, sigo trabajando porque mi familia lo necesita', medita la menor, quien no sabe si algún día regresará a la escuela, aunque lo añora.

Según la Unicef, el trabajo infantil es una de las peores formas de maltrato físico y emocional que un menor puede sufrir.

¿Qué se entiende por trabajo infantil?

El trabajo infantil se refiere a cualquier trabajo o actividad que priva a los niños de su infancia. En efecto, se trata de actividades que son perjudiciales para su salud física y mental, por lo cual impiden su adecuado desarrollo.

El trabajo infantil incluye: trabajo infantil antes de la edad legal mínima: la edad legal mínima en la que los niños están autorizados a trabajar es de 15 años (14 en los países en desarrollo). Para trabajos ligeros (sólo unas horas de vez en cuando) el límite mínimo de edad es de 13 a 15 años (12 a 14 en los países en desarrollo). Finalmente, para realizar trabajos arduos el límite asciende a los 18 años (16 años bajo ciertas condiciones en los países en desarrollo).

Las peores formas de trabajo infantil: consisten en todas las formas de esclavitud o prácticas similares, como el trabajo forzoso, la trata, la esclavitud por deudas o la servidumbre. Esto también incluye actividades ilícitas y/o actividades que puedan poner en peligro la seguridad, la salud y la moral de los niños, como la prostitución, la pornografía, el reclutamiento obligatorio o forzoso debido a conflictos armados, el tráfico de drogas, etc. Trabajo forzoso: comprende tareas domésticas realizadas durante largas horas en un medio insalubre, en lugares peligrosos que requieran el uso de materiales o herramientas peligrosas o que fuercen al niño a cargar objetos que son demasiado pesados.

Ciertas actividades no son consideradas como trabajo o explotación. Las actividades que implican simplemente ayudar a los padres a completar las tareas diarias de la familia, a las que los niños pueden dedicar unas pocas horas a la semana y que les permite ganar un poco de dinero para sus gastos, no son consideradas como explotación infantil, ya que no perjudican su bienestar.

Riesgos y consecuencias

NIÑEZ

La dificultad de las tareas y las duras condiciones de trabajo crean un gran número de problemas, como el envejecimiento prematuro, la depresión o la drogadicción. Los niños que trabajan no están en capacidad de tener una educación normal y serán condenados a convertirse en un adulto analfabeto, sin tener la posibilidad de crecer en su vida social y profesional. En algunos casos, el trabajo infantil también pone en peligro la dignidad y la moral del niño. Además, los niños que trabajan están más expuestos a la desnutrición y suelen ser víctimas de violencia física, mental y sexual.

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