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Repensar el Plástico: inteligencia colectiva contra la contaminación de costas
- 05/11/2022 00:00
- 05/11/2022 00:00
La basura marina y la contaminación por plásticos se han convertido en un tema prioritario en la agenda ambiental. En esta línea, en Panamá se realizó el primer simposio nacional 'Repensar el Plástico: hacia la gestión integral para la reducción de la contaminación por plásticos', con motivo de la implementación del proyecto “Patrimonio Natural Azul”, cuyo objetivo es valorar, proteger y mejorar el patrimonio natural costero de Panamá.
“Grandes cantidades de plástico terminan en el océano o se acumulan en las costas. Más allá del efecto visual del desecho plástico sobre el ambiente natural, algunos plásticos liberan químicos en los suelos y el agua. Igualmente se ha documentado cómo pequeñas partículas de plástico entran en la cadena alimenticia, con efectos todavía desconocidos”, afirma Julio Montes de Oca, director de Resiliencia Costera para Audubon Américas.
Por esta razón, prosigue Montes, “la reducción del consumo y desecho de plásticos es una pieza clave para asegurar el mantenimiento de los valores y servicios que proveen ecosistemas como manglares, estuarios y fangales”.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) afirma que el plástico representa el 85% de los residuos que llegan a los océanos y advierte que para 2040 los volúmenes de este material que fluirán hacia el mar casi se triplicarán, con una cantidad anual de entre 23 millones y 37 millones de toneladas. Esto significa alrededor de 50 kg de plástico por metro de costa en todo el mundo.
Hay evidencias científicas que demuestran la presencia de diminutos trozos de plástico en los puntos más remotos de la Tierra, tales como: la fosa de las Marianas, el punto más profundo del océano; y el monte Everest, el pico más alto del mundo. De igual forma se ha encontrado microplástico en la lluvia, la sangre y hasta en la leche materna.
El problema de la contaminación por plásticos en los ecosistemas marino-costero en Panamá es complejo, según explica Álvaro Quirós, consultor ambiental. “Las poblaciones de ciudad de Panamá y sus periferias residen en las cuencas de siete ríos: Curundú, Matasnillo, Río Abajo, Matías Hernández, Juan Díaz, Tapia/Tocumen y Cabra. De estos, solo los tres últimos mantienen vivos sus ecosistemas ribereños. Lamentablemente, los demás son ríos enfermos, contaminados e intoxicados por la gran cantidad de residuos y desechos que les son arrojados por las poblaciones en sus cuencas”, afirma Quirós.
Según los resultados de las caracterizaciones de residuos sólidos flotantes realizadas en los ríos Juan Díaz, Tapia y Matías Hernández, entre los años 2019 y 2022, los plásticos con mayor presencia en los tres ríos fueron: tereftalato de polietileno (PET), poliestireno expandido (EPS), polietileno de alta densidad (HDPE); seguidos de los elastómero termoplástico (TPE), acrilonitrilo butadieno estireno (ABS), polipropileno (PP), film estirable transparente, policloruro de vinilo (PVC), poliuretano (PU) y los film estirables de color.
El Pnuma anota que, en consecuencia, por el volumen de plástico en el mar, “todas las especies marinas, desde el plancton y los moluscos, hasta las aves, las tortugas y los mamíferos, se enfrentan a riesgos de intoxicación, trastornos del comportamiento, inanición y asfixia. Los corales, los manglares y los pastos marinos además están sofocados por desechos plásticos que les impiden recibir oxígeno y luz”.
La organización internacional advierte que el cuerpo humano también es vulnerable a la contaminación que generan los residuos plásticos en las fuentes de agua, lo cual podría causar cambios hormonales, trastornos del desarrollo, anomalías reproductivas y cáncer. “Los plásticos son ingeridos a través de los productos del mar, bebidas e incluso la sal común, pero también penetran en la piel y pueden ser inhalados cuando están suspendidos en el aire”, anota.
Montes de Oca, director de Resiliencia Costera para Audubon Américas, agrega a la afirmación del Pnuma que la acumulación de plásticos en las playas no solo tiene un impacto en la biodiversidad, “pues tiene un efecto sobre las diferentes especies que viven allí, como aves; igual que en las zonas costeras como manglares, donde hay peces reproduciéndose y pasando sus primeras etapas de vida y quienes también van consumiendo plástico o microplástico los cuales se meten dentro de la cadena alimenticia”.
El impacto va más allá. “Se dice que al año consumimos aproximadamente el contenido equivalente a una tarjeta de crédito en plásticos a través de los alimentos. Se ha probado que se ha detectado plástico en la sangre humana”, advierte Montes de Oca.
Además de estas secuelas, la basura marina y la contaminación por plásticos afectan la economía mundial.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene que los costos que acarrea la contaminación por plásticos en el turismo, la pesca, la acuicultura y otras actividades, como las limpiezas, se estimaron en US$6.000-$19.000 millones en 2018. “Se proyecta que para 2040 podría haber un riesgo financiero anual de US$100.000 millones para las empresas, si los gobiernos exigen que cubran los costos de la gestión de residuos en los volúmenes esperados”.
Es indiscutible que actualmente se tienen los conocimientos para abordar esta creciente crisis; sin embargo, los especialistas concuerdan que se necesita la voluntad política y la acción urgente de los gobiernos, empresa privada, oenegés y sociedad civil.
Para propiciar sinergia entre los diferentes actores, se realizó el simposio nacional Repensar el Plástico.
“La idea es encontrar cómo podemos generar una inteligencia colectiva del entendimiento del plástico y uno de los principales valores que le debemos a este evento es la diversidad de actores que han sido parte del ejercicio”, señala Aníbal Cárdenas, del Laboratorio de Aceleración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud).
Explica que es importante “darle la vuelta a una situación que nos excede individualmente y desde allí plantear cuáles pueden ser algunas alternativas de solución, reconociendo que no habrá una solución para un problema tan complejo, pero que tenemos que pensar en múltiples soluciones y que estas estén interconectadas para poder abordar la magnitud del problema”.
Para Montes de Oca, repensar el plástico “es tratar de ir más allá de las soluciones particulares para un sector, para un individuo o para una autoridad, es enfocarse en soluciones integrales que ayuden a articular a esos diferentes sectores, actores de la sociedad civil”.
Como acciones prioritarias en busca de enfrentar la contaminación por plástico, Cárdenas plantea “entender mejor quién está haciendo qué, quién está hablando con quién. Es necesario integrar el ecosistema de actores. Siempre se dice, hay un montón de gente haciendo cosas, pero ¿qué tan integrada están estas acciones?”. Luego de integrar los actores, “es necesario aterrizar”, dice Cárdenas. “Debes llevar a las acciones los marcos legales, traducirlos en el campo de trabajo”.
Según el Pnuma, del 60% al 80% de la basura marina es plástico.
“La buena noticia es que, para mejorar la conservación de la biodiversidad y el uso sostenible de nuestros recursos marino-costeros, Panamá ha reafirmado su compromiso de cumplir con los objetivos de reducción de los impactos negativos que genera la contaminación por plásticos y ha ratificado su participación en iniciativas internacionales, para hacerle frente a este problema mundial, informa Yenifer Díaz, directora de proyectos, Sociedad Audubon de Panamá. Sin embargo, prosigue Díaz, “hay muchas acciones conjuntas que se deben implementar y medidas de conservación urgentes por adoptar”.
Los resultados del simposio, según la directora de proyectos, Sociedad Audubon de Panamá, permitirán aunar esfuerzos para que gobierno, autoridades, empresas y comunidades trabajen en una hoja de ruta que ayude a mejorar la calidad de los hábitats costeros y conservar saludables las especies y los recursos marinos de océanos y mares”.
Entre las acciones que se realizan para disminuir la contaminación en costas panameñas también se encuentran iniciativas ambientales lideradas por jóvenes, enfocadas en la reducción, reutilización y reciclaje de plásticos.
Romel Bravo busca y reutiliza toda clase de material para que no vaya a parar en las costas. Empezó haciendo “carros con latas y después empecé a usar los plásticos”. Desde abril hace obras con llantas de carro y camiones, y hace un año creó un parque de reciclaje y vivero.
“Utilizo todo tipo de materiales como llantas, plásticos de electrónicos, plásticos de piezas de carro, plásticos de todo tipo que pueda encontrar”, dice Bravo, quien participó del simposio nacional Repensar el Plástico.
Para conseguir los materiales, Bravo recorre kilómetros en bicicleta visitando casas. “Algunas personas traen las cosas que quieren reciclar, y yo consigo en los lugares que me queden cerca”, dice.
Patrimonio Natural Azul es desarrollado por National Audubon Society y la Sociedad Audubon de Panamá.
Este proyecto, financiado por el Fondo de Carbono Azul del Gobierno británico y administrado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el marco de su estrategia de resiliencia costera busca promover la conservación y protección del capital natural costero de Panamá, los manglares y humedales relacionados, cuantificando el carbono que capturan, destacando su biodiversidad y los medios de vida que sustentan, e incidiendo en la promoción de cambios en las políticas y el comportamiento de sus beneficiarios.
“La contaminación causada por plásticos es una amenaza creciente para los ecosistemas marinos. Desde el BID estamos apoyando la iniciativa 'Patrimonio Natural Azul', a fin de crear conciencia sobre la necesidad de valorar, proteger y mejorar el capital natural costero de Panamá”, indicó Rocío Medina Bolívar, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Panamá, durante el simposio nacional Repensar el Plástico.
El proyecto busca “a través de ciencia sólida contabilizar el carbono que secuestran los manglares, conocido como 'carbono azul'; su papel en la resiliencia costera, es decir, en la protección contra los eventos climáticos y el aumento del nivel del mar; e incentivar la conservación de la biodiversidad en los ecosistemas marino-costeros y los medios de vida que sostienen”, reseña la página web del proyecto.
El análisis muestra la cobertura actual de los manglares, así como su evolución a través de comparación de datos históricos, en dos sitios pilotos, escogidos por ser dos de los puntos más importantes de la biodiversidad de Panamá, concretamente para las aves: el Refugio de Vida Silvestre Humedal Bahía de Panamá y la bahía de Parita.