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- 15/04/2023 16:16
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En el católico Panamá, mientras se celebraba con fervor religioso con procesiones multitudinarias en sus calles la Semana Santa, daba inicio también para los musulmanes su mes sagrado, el Ramadán, con muestras de fe más íntimas.
La mezquita de la Fundación Islámica de Panamá, junto al paseo marítimo de la capital panameña, tiene en su fachada un cartel que recuerda el mes festivo: "Ramadán kareem" ("Que el Ramadán sea generoso"), mientras los fieles entraban para la oración.
Es viernes, día sagrado para los musulmanes. Hacia el mediodía, el almuecín llamó para la oración. No se subió al minarete, ni tampoco se escuchaba el canto en árabe en el exterior de la mezquita a través de los altavoces, como en los países musulmanes, sino que se colocó frente a un micrófono en una pequeña sala del templo.
"Tenemos una radio que está conectada desde la mezquita", y el resto de fieles lo escuchan a través de los aparatos de radio en sus hogares que tienen conectados a la misma frecuencia, explicó a EFE Junaid Moolla, director de la Fundación Islámica de Panamá.
Moolla, con antepasados indios, proviene de Sudáfrica, y explica que el Ramadán se corresponde con el noveno mes del calendario lunar islámico. Durante esta festividad sagrada, los musulmanes deben ayunar, sin comer ni beber, desde el amanecer hasta el atardecer, algo que no resulta sencillo en este caluroso mes de abril.
En este año de 1444, según el calendario islámico, el Ramadán comenzó el 23 de marzo, y el 7 de abril, en pleno Viernes Santo católico, se celebraba el 16 día de Ramadán, un mes que está previsto que concluya el viernes que viene, si se divisa la luna.
Ese día de conclusión del Ramadán supone una gran celebración, donde los fieles acuden a los hogares de familiares y amigos para compartir regalos y alimentos. No hay tensión religiosa ni discriminación en el país, "nos sentimos muy cómodos", dice.
"La mayoría de los panameños son creyentes también, entonces con la similitud que tenemos, existe mucho respeto entre las diferentes religiones en Panamá", aseguró Moolla, miembro de una minoría musulmana de unos 10.000 fieles en el país centroamericano.
PANAMEÑOS MUSULMANES
Samed Bhana, un conocido miembro de la comunidad musulmana en la capital, es pura energía, con su sabor panameño intacto. Nació en Panamá de padres indios, y coincide en que nunca ha tenido ningún problema en su país por profesar el islam.
"No tenemos ningún inconveniente con ninguna religión, todas las religiones nos llevamos muy bien, respetan nuestra religión, nuestras costumbres. Hasta ahora gracias a Dios no hemos tenido ningún inconveniente" en Panamá, afirma Bhana.
Se siente "totalmente panameño", siguiendo muchas de las costumbres del país, aunque sin olvidar también las islámicas. Algo similar a lo que sucede con sus tres hijas, dos de ellas trabajando ya, otra estudiando derecho en una universidad católica, la misma en la que se graduó él en contabilidad.
Completamente afeitado, dice que se dejó barba en una ocasión cuando hizo la peregrinación a la Meca, pero al regresar a Panamá se rasuró. "Me la tuve que quitar porque no aguantaba la calor y la picazón", un calor que ahora está siendo duro y complica el ayuno.
"Este año el ayuno ha sido muy fuerte, este año 2023, muy caliente, es mucha calor, pues bueno, por el nombre de Dios hay que hacer el sacrificio, ya casi ya estamos terminando", dijo un Bhana alegre, puro panameño.