La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 29/01/2022 00:00
- 29/01/2022 00:00
Es así como la fiscalía de Minneapolis presentó ante la corte una de sus armas secretas más contundentes para sentenciar a Derek Chauvin, el agente policial que mató a George Floyd con una rodilla sobre su cuello, creando así y para siempre un precedente jurídico importante. ¿La razón? Antes, el lenguaje no verbal solo era usado para el proceso de investigación, pero existía un debate fuerte sobre si se podía usar o no como prueba dentro de un juicio, en este caso en particular, la prueba 17 terminó con el debate de una vez por todas.
Basándose en las expresiones del rostro del policía, el alegato de los fiscales sustentaba que, al combinarse las emociones de odio, asco y desprecio, se vislumbraba en el rostro del agente una cuarta emoción: la indiferencia, también hubo una visible emoción que presentó al momento de cometer el crimen: molestia, en especial cuando la multitud suplicó por la vida de Floyd.
Y es que este tema del lenguaje no verbal, microexpresiones faciales y detección de mentiras ha logrado tener una relevancia sin precedentes debido a la pandemia. Ya es muy común verlo en los productos que nos ofrece tanto Hollywood como aquellos de la vida real y, a pesar de que la covid-19 nos ha alejado físicamente, con la tecnología hemos podido mantener nuestros contactos, trabajos, y hasta hemos hecho nuevos amigos a través de ella... sin embargo, y aclaro algo muy importante, amigo lector, la virtualidad jamás igualará lo presencial.
Hoy la tecnología nos ha permitido acortar distancias y podemos observar a las personas más de cerca y sin mascarillas a través de una pantalla, pero aunque tengamos mejores herramientas para que el cliente interno y externo se comunique de forma óptima, debemos comprender que solo lograremos procesos exitosos si aprendemos y afianzamos los códigos de comportamiento que se adaptan a esta nueva realidad, ya que nuestro lenguaje corporal debe estar a tono con esta nueva perspectiva virtual para elevar la eficacia de la comunicación, de tal modo que impacte sobre los resultados que buscamos.
Nuestro cuerpo, a pesar de la distancia física, ha cobrado centralidad frente a las cámaras web y ello nos permite captar las microexpresiones y posturas corporales de modo claro y contundente y, sobre todo, hace más evidente un hecho que repito en mis talleres: el cuerpo no le miente al cuerpo.
Por tal motivo, los capacitadores tradicionales de motivación, coaching, liderazgo, ventas, mercadeo, mindfulness y recursos humanos, entre otros, deberían ofrecer a las empresas contenidos que presenten estrategias alineadas a esta nueva normalidad, ya que quien no se entrene en el arte de la persuasión o influencia virtual en un mundo distanciado por la circunstancias, sencillamente corre el riesgo de desaparecer del mercado o se convertirá en un emprendimiento cuya facturación no cumple con las necesidades rentables que una marca, producto o servicio requiere para sobrevivir.
Las nuevas tendencias del mercado laboral serán las home office y por tal motivo se ha abierto un gran abanico de posibilidades de capacitación en este aspecto.
Podemos dar los mismos cursos, pero ahora desde una perspectiva más humana y detallista, lo cual nos permite afianzar esto que antes descuidábamos, incluso, de forma presencial.
Si hablamos, por ejemplo, de las manos, la virtualidad ha venido a sacarlas del contexto, ya que en una pantalla de computadora de a milagro llegamos a ver los antebrazos de los participantes. Sin embargo, es bien sabido por todos aquellos que negocian que, unas manos visibles, son sinónimo de transparencia y seguridad para ambas partes, pues instintivamente la especie humana ha aprendido a desconfiar de aquellos que ocultan sus manos.
En esta era de la virtualidad las manos pueden ser una fuente de apoyo para nuestras palabras; usarlas como referencia, mostrarlas de vez en cuando para afianzar una idea o simplemente dejarlas a la vista para sostener un lápiz o un vaso de agua, será de suma importancia para mantener latente esa ansiada confianza en un contexto de negociación.
Por otro lado, tenemos que aprender a dominar nuestra imagen a través de las cámaras web, por lo cual, además de saber de iluminación con aros de luz, arreglar los segundos planos para que no aparezcan elementos distractivos detrás de nosotros, arreglarnos nosotros mismos con ropa que no esté rota, vieja o manchada, y no depender de esos fondos que nos aíslan virtualmente y que en muchos casos restan y no suman, debemos aprender sobre el manejo de la proximidad.
Si dominamos nuestra distancia con la cámara de forma estratégica, aprenderemos a dominar el arte de la proxemia o proxémica virtual. Un rostro pegado a la pantalla no solo es intimidante sino también incómodo, en especial, si el tópico a tocar es negativo. Si nos acercamos demasiado podemos transformarnos en una amenaza para la contraparte y, si nos alejamos demasiado, podremos perder fuerza en nuestras palabras.
También debemos estar más conscientes del contexto emocional. Esos rostros disonantes que no acompañan al momento pueden percibirse como indicios de mentiras e incongruencias. Si vamos a dar una buena o mala noticia, no lo hagamos de forma fría o fingida, porque en una pantalla se nota inmediatamente. Conectar con nuestras emociones es clave para que seamos creíbles.
Un taller de lenguaje no verbal debe estar ahora presente en los paquetes de todo capacitador y como tema primordial en el departamento de recursos humanos. No tomar en cuenta este tópico podría apartarlo a pasos agigantados de la realidad que vive el mundo, y podría perjudicar a su empresa o equipo de trabajo.