“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 21/10/2023 00:00
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Antoine de Saint-Exupéry probablemente haya sido sin saber el padre de casi todos los creativos del mundo ya que, con su magistral obra El principito, nos enseñó el poder y la magia que se da cuando logramos ver lo esencial con el corazón, pues ello, suele ser invisible para los ojos.
Mucho se habla del progreso a pasos agigantados en otras regiones gracias al hecho de romper moldes. Ríos de tintas han corrido con ejemplos claros de lo liberador que es salir de las cajas, cuadraturas y, pensamientos mediocres. He visto fracasos darse una y otra vez por insistir en seguir modelos de negocios obsoletos que no están dispuestos a cambiar, aunque no se logren los resultados deseados.
Un personaje como Steve Jobs no hubiese tenido éxito de haber sido despedido en Latinoamérica de su propia empresa. ¿Qué pasa en nuestra región latina que, pese a existir talentos de sobra, no despega? ¿Por qué da tanto terror modificar la fórmula del éxito pese a que ella nos limita e impone barreras a la imaginación?
Cuando los ojos están ciegos, es necesario buscar con el corazón ya que este nos invita a poner más confianza en nuestro ser y en lo que sabemos, es decir, en nuestra capacidad de escucha interna y no en lo que los ojos captan. No es por nada, pero ellos suelen ser engañosos porque solo nos revelan nuestro propio punto de vista.
Ahora bien, a pesar de ser considerado como un libro infantil, esta obra se ha convertido en una lectura obligada para los empresarios de la nueva era, y da igual la profesión que ejerzan, ya que aporta infinidad de valores universales y lecciones básicas para la vida.
El principito transmite un mensaje atemporal sobre la importancia del amor y la amistad, así como la necesidad de mirar más allá de las apariencias y descubrir lo que hay debajo. A través de su narrativa simple, habla a los lectores de todas las edades sobre las verdades más grandes de la vida. Nos anima a ser valientes en nuestras decisiones, compasivos con los demás, y a nunca perder de vista lo que realmente importa en la vida.
¿Qué aún no lo he convencido, amigo lector? Bueno, permítame entonces usar más tinta para que descubra lo esencial de este artículo... “El principito no usa corbata”.
En una sociedad donde la apariencia parece haber substituido todo lo demás, esta idea cobra aún más protagonismo. Saint-Exupéry no solo nos anima a mirar más allá de la apariencia, sino también a deshacernos de nuestros prejuicios y estereotipos para conectar realmente con las personas y conocerlas sin importar profesión, posición social o aspecto físico.
Si usted es el líder de un equipo, no limite su relación laboral al desierto seco y lleno de espejismos que impiden hacer que el avión vuele. Cuando un colaborador siente que es visto por su jefe no como una “unidad o número”, sino como un ser humano con altas y bajas, éxitos y fracasos, este sabe que puede contar con su liderazgo para crecer y crear en pro de las metas trazadas como equipo.
La autoridad reposa, ante todo, en la razón y, esto, nada tiene que ver con mediocridad o conformismo.
Las mayores desilusiones suelen provenir de nuestras expectativas, de esperar que los demás se comporten y piensen como nosotros. Así, terminamos llevando al límite a quienes más amamos, imponiéndoles nuestros sueños y forma de ver la vida. Saint-Exupéry nos anima a ser razonables y no presionar innecesariamente a los demás. Pregunto, ¿a usted le gusta vivir bajo presión y a transformarse en lo que no es?
La crítica dice mucho más de quien critica que de quien es criticado, porque solemos juzgar lo que no entendemos, no queremos aceptar o nos asusta. La práctica del autoconocimiento, ser conscientes de nuestros errores, limitaciones y debilidades nos permitirá adoptar una actitud más conciliadora y tolerante. Se trata de un cambio de perspectiva considerable: dejar de fijarnos tanto en los errores y actitudes ajenas para centrarnos en mejorar como personas... Si logra juzgarse a usted mismo, es un verdadero sabio.
Las personas mayores aman las cifras. A medida que crecemos, las matemáticas nos ganan la partida. Comenzamos a valorar la vida en términos numéricos y nos olvidamos de lo verdaderamente importante. Creemos que el valor de las cosas, e incluso de las experiencias, depende de su precio; olvidamos que el valor viene dado por el significado y la importancia que le atribuyamos y está más allá de ese “valor” que intenta imponer la sociedad.
En el mundo de hoy, lleno de banalidades y tecnologías, el ser humano busca cualquier cosa que le permita ahorrar tiempo, pero ese tiempo no lo usa para sí mismo, sino que sigue siendo esclavo de la producción en nombre de la utilidad. En cambio, esta frase del principito nos propone algo simple: el tiempo que sobra es para dedicarlo a lo que parece inútil, pero que colma nuestra vida de paz y belleza.
Si en la covid-19 no encontró una lección de vida, permita que El principito lo haga y rompa el primer molde sorprendiendo a su equipo con este libro (aunque sea en PDF), y reúnalos para hablar de él una vez a la semana, pues en esta maravillosa obra están los secretos que necesita para:
1) Quitarse la corbata,
2) Lograr ver lo esencial,
3) Ver más claro todo, ya que solo basta cambiar la dirección de la mirada y el pensamiento y,
4) Vivir realmente la vida y dejar de medirla a cada paso, porque nadie, nadie, sabe cuándo le llegará su hora.