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- 22/05/2016 02:00
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Es tan peculiar ese tema de los nombres: ¿nos convertimos en ellos o los hacemos nuestros? Llamarse ‘Mar' no es poca cosa. Si alguien puede llenar este nombre vasto y lírico es la contrabajista, compositora, poeta, gestora cultural y tallerista, Mar Alzamora-Rivera (Panamá, 1981).
El primer día que nos conocimos fue como retomar una conversación dejada a medias. A pesar de la distancia en edades, en muy poco tiempo nos dimos cuenta que compartíamos una complicidad de esencias. Nos encontramos en la música, en las palabras, en esa necesidad vital de explorar diferentes lenguajes y experiencias, en nuestra pasión por todo aquello en lo que creemos y hacemos.
PRIMEROS PASOS
‘Lo primero que me acuerdo es que, como a los 5 años, tenía loca a mi familia porque inventaba canciones. Cuando mi mamá me preguntaba de dónde salían, yo le decía: ¡de mi cabeza!', nos cuenta con esa sonrisa amplia que la caracteriza. Más tarde, toma clases de guitarra, ‘muy básico, pero movió fibras en mí. Mi abuela me compró la primera guitarra. Ella quería que su nieta cantara: amaba la música y en mi casa siempre había, aunque era música como triste. Crecí con esas baladas. Por eso creo que soy tan nostálgica'.
A los once años decide que quiere estudiar música. ‘Mi mamá me llevó al conservatorio, pero no había cupo para guitarra. Tendría que esperar un año'.
La refieren al Plan Juvenil; quedaban violín y contrabajo. ‘No me interesaba el violín, pero no tenía ninguna referencia de una mujer bajista. Pensaba que era un instrumento de hombres. ¿Cómo lo transporto? No me parecía muy sexy en los noventa'.
Aún así, el contrabajo la cautiva y se convierte en su instrumento. ‘Tuve una formación muy fuerte. La agradezco, pero fue difícil'. Luego continúa sus estudios universitarios y obtiene su Bachelor of Arts in Music en la Arizona State University y, más tarde, una maestría en Animación Sociocultural del International Sociocultural Animation Network.
‘Prescinda del bajo y reinará la más absoluta confusión babilónica de lenguas, una Sodoma donde nadie sabe ya por qué hace música', escribió Patrick Süskind en El contrabajo .
El bajo lleva el ritmo. No me extraña que Mar se haya enamorado de la poesía. ‘La poesía tiene ritmo, tenemos un ritmo interno. Para algunos es innato porque son melómanos, han leído mucha poesía o son músicos. Sabes dónde es la respiración y dónde es la cadencia: es orgánico'.
ENTRE LA MÚSICA Y LA PALABRA
‘Para estudiar música soy muy disciplinada. Cuando estaba en la escuela estudiaba 9 horas diarias. Desde que salí de la universidad y con mi grupo Paisaxe continúo practicando. Si tengo un proyecto puntual, estudio de 2 a 3 horas diarias; cuando participo en festivales o toco música contemporánea, son meses de preparación. Los compositores merecen mi respeto', afirma.
‘Hace dos años toqué para el festival de Música Contemporánea, Musicarte, y tuve el gran placer de trabajar con Mario Lavista, un compositor top en México y Latinoamérica, muy impresionista, con muchos colores. Escuchas su música y te parece que estás viendo un paisaje. Una maravilla'. Ricardo Risco, director del Conservatorio, había sido alumno de Lavista y le confía a Mar un solo de contrabajo. ‘Tenía como seis años que no tocaba solo; comienzan las dudas. Pero negarme no era una opción'. Fueron meses de preparación ardua.
Llegó el día previsto. Le habló a Oliverio, su contrabajo (nombrado así por uno de sus poetas preferidos, Oliverio Girondo y por el personaje de El lado oscuro del corazón) y se subió al escenario. ‘Fue como si todo desapareciera. Me sentí tranquila, con mucha paz. Ahí me di cuenta cuánto creces en 10 años'.
El proceso de escritura es diferente: ‘Cuando escribo, tengo momentos de pura lectura. Siempre llevo conmigo tres libros de poesía o varios de narrativa. Tengo un Writer's Journal en el que anoto cosas que me llaman la atención. También mi journal de sueños. Cuando ya comienzo, es una catarsis. Sobre todo si trabajo poesía'.
Mar tiene publicado el libro ‘El día que no tuvo noche' que trabajó con su mentor, el poeta Salvador Medina Barahona. Tiene otro listo y uno en proyecto. En los últimos años está experimentando con la perfecta unión de ambos lenguajes: la poesía sonora, full improvisación musical sobre sus poemas.
En el 2015 ganó dos becas: una de escritura en el Jack Kerouac School of Desembodied Poetics (Naropa University) y otra de Mente Pública y la Fundación Santa Ana para trabajar videoarte. Su guía fue la artista Donna Conlon. ‘La música y la poesía contemporánea son lo mío, pero trabajar con el lenguaje cinematográfico me ha ayudado un montón'.
Más allá de las fronteras o la importancia de la ‘educación no formal'
Mar recuerda el impacto que tuvieron los cursos de apreciación de cine organizados por Alexandra Schjelderup. ‘Puedes pensar: pero una clase, ¿qué hace? A veces eso es lo que una persona necesita: que te enciendan la llama. La educación no formal se te mete en la piel, te empodera'. Luego participa en el Diplomado en Animación Sociocultural en la UTP. Allí que conoce a los chicos de El Kolectivo, grupo con el que organiza Micrófono Abierto desde hace tres años.
Habla sobre la importancia de ‘formarnos y crear oportunidades para todos sin importar el nivel social porque la creatividad no tiene nivel social. Lo que crea un desbalance y barrera es tu acercamiento a la oportunidad. Porque si una oportunidad cuesta $3,000 y la persona no tiene dinero para pagar un taxi, no vas a tener acceso a ella. Por otro lado, hay quienes tienen todas las cualidades y el talento, pero sencillamente no saben que hay formas de expresarlos y medios válidos para hacerlo. Aquí en Panamá no hay subvenciones estatales y muy pocas becas. Gente como Mente Pública y ACAMPADOC sí lo hacen, y apuestan a contar las historias que se están perdiendo'.
‘Hay gente trabajando súper duro, con argumentos sólidos', continúa. La gente de Ars Amandi, con quienes colabora, ‘trabaja con las uñas, pero son personas que realmente creen que la poesía cambia el mundo. Y es cierto. No tienes que ser poeta. Pero una persona que lee y puede comprender o verse en un poema, se transforma. Cuando ves la poesía en el mundo, no hay vuelta atrás'.
Mar es música y poesía y esto apenas el comienzo. Su futuro: la infinitud del horizonte.
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‘Cuando escribo, tengo momentos de pura lectura. Siempre llevo conmigo tres libros de poesía o varios de narrativa'.
MAR ALZAMORA-RIVERA