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- 26/07/2019 02:00
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Una emoción puede ser considerada como una alteración del ánimo que puede tener como origen un sentimiento de alegría, de miedo, de tristeza, de asombro ante una situación que ocurre, un hecho inesperado, un recuerdo o el ver a una persona.
Cada día más me convenzo de la necesidad del manejo de las emociones y que la mayor parte de nuestra conducta tiene su fundamento en ellas y que si queremos lograr cambios de patrones conductuales a nivel social debemos implementar su enseñanza desde temprana edad.
Hace tiempo atrás, colaboré en la coordinación de una charla en la Universidad de Panamá sobre el tema de manejo de la ira dictada por la Fundación Piero Rafael Martínez De La Hoz, quienes son especialistas en duelo y en reeducación emocional.
En la disertación la psicóloga Rita Segura, directora ejecutiva encargada de la Fundación, nos explicó muy atinadamente la importancia de este tema ante cualquier eventualidad y más ante la sociedad tan estresada en la que vivimos. Ella nos señalaba que la ira es la emoción más intensa en el ser humano y es considerada como una reacción a un bloqueo que se da en una persona ante la búsqueda de una meta, que se ve interrumpida, produciendo entonces el detonante de esta emoción.
La ira normalmente la identificamos cuando perdemos el control ante una persona o una situación, pudiendo darse este fenómeno con miembros de nuestra familia, con nuestros compañeros de trabajo o incluso como es tan común actualmente, que dos personas se enfrenten violentamente ante la colisión de sus automóviles por el tráfico vehicular.
Cuando la ira no es manejada, señala la psicóloga Segura, la persona puede quedar con cierto grado de frustración, quejándose, vociferando amenazas o deseando una venganza en base a su percepción de lo sucedido.
Es importante identificar cuando estamos frente a esta emoción, para saber controlarla y canalizarla. Algunos signos y síntomas son: el comenzar a exteriorizar verbalmente insultos, ofensas hacia una persona, desestimaciones, epítetos, críticas y deseos de venganza; también emitimos justificaciones con relación a nuestro actuar y culpamos al otro.
Estos signos vienen acompañados de actitudes como la desconfianza, los celos infundados, la no capacidad de colocarse en el lugar del otro, el emitir juicios con relación a las personas, afectando incluso nuestra calidad de vida, ya que podemos empezar a desarrollar fatigas, falta de salud emocional, por estar sumamente ansiosos. También depresión, así como enfermedades psicosomáticas como presión arterial alta, gastritis, entre otros.
Uno de los consejos que la Fundación Piero Rafael Martínez De La Hoz y la psicóloga Segura dan para aprender a manejar la ira son los siguientes: Tomar plena conciencia de lo que se está sintiendo, en qué circunstancias y a qué se asocia. Por ejemplo, un día Yo tuve una mala experiencia en un hospital con un médico, lo más probable las veces que Yo me encuentre expuesta a una situación similar puede que Yo me sienta irritable, por lo que debo ser consciente de que esta situación es por asociación que me está sucediendo.
Segundo, ubicar la ira y dirigirla hacia una acción que a conciencia pueda ser convertida en positiva. Siguiendo con el mismo ejemplo planteado, transformar esa irritabilidad o ansiedad en un estado de tranquilidad a través de un pensamiento positivo, el cual sería ser consciente de que todos los médicos son diferentes. Además, señala la Fundación que se debe bloquear conductas impulsivas, es decir, controlar nuestro Yo, nuestra capacidad crítica de tomar decisiones.
O otra técnica sería llorar, ya que es un mecanismo de liberación que todos en algún momento hemos utilizado.
En definitiva, todos estamos expuestos a situaciones que pueden originar en nosotros ira, pero depende de nosotros no permitir que esto nos domine. En varias ocasiones he pensado que muchas personas, al no saber manejar esta emoción, pueden arriesgar muchas cosas en su vida. Una ira mal conducida puede incluso llevar a una persona a cometer un ilícito, a atentar contra la vida de otro, por un impulso podemos incluso ofender o herir a otra persona ya sea un familiar, una amistad, un compañero de trabajo, y deteriorar vínculos importantes para nosotros y que podrían incluso destruirse por una palabra, un gesto o una conducta impropia.
Lo importante es que reconozcamos la imperante necesidad de aprender sobre el manejo de la ira y una vez hecho esto, pongamos en práctica las cuatro habilidades compartidas por la Fundación, de forma tal que comprobemos que tenemos plena capacidad sobre esta emoción, lo cual redundará en nuestro beneficio y el de quienes nos rodean.
‘La ira es la emoción más intensa en el ser humano y es considerada como una reacción a un bloqueo que se da en una persona ante la búsqueda de una meta'