Una historia para detener el olvido y generar inspiración

Actualizado
  • 16/01/2022 00:00
Creado
  • 16/01/2022 00:00
La vida del músico bocatoreño Luis Carl Russell, considerado uno de los forjadores del jazz, ha sido plasmada en la novela Pionero, escrita por Ariel Pérez Price. Su presentación incluyó música en vivo y un interesante conversatorio
Una historia para detener el olvido y generar inspiración

Pionero es la novela escrita por el panameño Ariel Pérez Price que retrata la vida del músico bocatoreño Luis Carl Russell, considerado por los historiadores del jazz como una de las figuras que ayudó a sentar las bases del swing.

La presentación de la obra fue una de las actividades que albergó el Panama Jazz Festival en su versión XIX y siendo así, no se trató de una típica presentación literaria. Su autor se alió con el músico Luis Carlos Pérez, reconocido saxofonista y parte de la plantilla de profesores de la Fundación Danilo Pérez quien se ha dedicado al estudio de las raíces panameñas del jazz. Junto a Billy Herron en el banjo, Chale Icaza en la batería, Joshue Ashby, en el violín y Samuel Barrios en el piano, nos llevó a un recorrido musical por la historia de Luis Carl Russell.

Mientras Pérez Price leía, en orden cronológico, pasajes de la obra que registraban interesantes descripciones que ayudaron a establecer un contexto histórico en la vida de Russell, los músicos ilustraron el momento con piezas musicales de la época, ya fuera que habrían inspirado al joven músico o escritas por él mismo. La presentación sería un viaje cinco ciudades que son relevantes para la vida artística de Luis Russell: Bocas del Toro, Colón, Nueva Orleans, Chicago y Nueva York.

Pero antes de empezar este corto viaje, el sociólogo y ensayista Luis Pulido Ritter, a manera de introducción, se refirió al texto de la novela y los aportes que esta hace.

El autor de la novela lee algunos extractos

“He dedicado años enteros a los estudios literarios del Caribe y al leer esta novela he recorrido Bocas del Toro, he recorrido Jamaica, he recorrido ese mundo transatlántico en el que Panamá jugó un papel muy importante con la construcción del Canal”, dijo el académico, a través de un video.

Para Pulido Ritter, esta obra encaja perfectamente en el género de novela histórica pues “utiliza muchos elementos históricos para comprender la vida del músico. Es un mecanismo para entrar en efecto en esa historia del Caribe que está llena de migraciones, llena de esa diáspora afrocaribeña que ha marcado el contrapunto de esa modernidad caribeña con todas sus contradicciones. Para el sociólogo, Russell “no es un personaje que nace de la nada”; nace de una condición histórica, social, cultural, económica y política que nos explica cómo llegó a ser quien fue.

El viaje arranca en Bocas del Toro y el pasaje de la novela cuenta cómo Luis Carl, nacido en Cayo Carenero, Bocas del Toro, con solo 14 años se escapaba a Bocas Town para disfrutar de la escena nocturna y escuchar a los músicos interpretar algunas piezas en los centros nocturnos. En el puerto la actividad era constante y en Bocas se concentraba una población muy cosmopolita. La actividad bananera se mantenía gracias al trabajo de la población negra que vivía en el área y que habían llevado con ellos sus costumbres y religión. La música religiosa permeaba en otros círculos y Russell iba nutriéndose de todos estos elementos. Hijo del director del coro de la iglesia y profesor de música tuvo una buena educación musical que crecería con su curiosidad e ingenio.

De ese periodo, Luis Carlos Pérez y su ensamble presentaron las piezas “Sweet Hour of Prayer” (tradicional religioso) y una cuadrilla tradicional, música proveniente de los salones europeos que en su paso por el Caribe recibía transformaciones.

Ariel Pérez Price, Luis Carlos Pérez, Miroslava Herrera y Lloyd Gallimore en el conversatorio.

Con solo 17 años, Luis Russell se trasladó a Colón en 1918. Desde entonces, el bocatoreño buscaba conformar una banda e interpretar piezas musicales cuyas partituras llegaban por correo. Había mucho movimiento en Colón una ciudad muy identificada con los norteamericanos y en las que se sufría también de la segregación.

El jazz se empezaba a escuchar, pero su presencia se centraba más en la escena nocturna y era relacionada con el vicio y prostitución, pero también en otros espacios a los que algunas personas, con capacidad adquisitiva alta y dispuestos a transgredir algunos convencionalismos sociales disfrutaban.

Escuchamos la pieza “Panama”, escrita por William Tyers y “St Louis Blues” de W C Handy.

En 1921, aprovechando un golpe de suerte, recibió $3,000 por ganar la lotería, el joven músico parte hacia Nueva Orleans, puerto que guardaba mucha relación con Panamá, debido a la actividad bananera y que además tenía un gran parecido con su Bocas natal: plantaciones trabajadas pro los negros en una situación de cuasi esclavitud. Los negros en Nueva Orleáns también pedían a Dios tiempos mejores a través de sus cantos. En el French Quarter Russell empezó a darse a conocer como pianista y conoció y se hizo amigo de un trompetista que ya gozaba de cierta fama: Louis Armstrong. Escuchamos “Buddy Bolden Blues”, de Jelly Roll Morton.

El ensamble fue dirigido por Luis Carlos Pérez.

En la primavera de 1924 el pianista llega a Chicago por una oferta de trabajo que inicialmente no resultó como esperaba. Logró asentarse finalmente y formar parte del llamado King Oliver and his Dixie's Syncopators. En Bocas del Toro ya era conocida su trayectoria, medios le dedicaban escritos y jóvenes músicos veían a la estrella en ascenso como una figura a seguir. “Come Back Sweet Papa” fue la primera composición de Russell en ser grabada, aunque no bajo su nombre, pieza que escuchamos seguidamente.

En el otoño de 1927 Luis Carl Russell llega a Harlem, Nueva York, 'la meca de la negritud urbana', un espacio donde los negros podían ser ellos mismos, surgir, completar su travesía en pos de un lugar al cual finalmente pertenecer. Allí llega a la plenitud de su carrera. En 1929 empieza a producir temas bajo su nombre y permanece hasta su fallecimiento en 1963. El músico solo regresó a Panamá en una ocasión, en 1959. El viaje se completa con la pieza de Russell, “Saratoga Shout”.

Posterior a la presentación se llevó a cabo un conversatorio en el que participaron Ariel Pérez Price, Miroslava Herrera, por parte de la Fundación Afrodisiaco, Lloyd Gallimore, miembro fundador de Los Beachers y Luis Carlos Pérez.

Herrera considera que lo más importante de este documento es su intención de detener el olvido. “Creo que es importante que exista la novela, la canción, la obra de teatro, todos estos productos artísticos que nos ayudan a retener la memoria”, dijo.

La novela revela un rico contexto histórico en un espacio de tiempo que no ha sido muy considerado en los registros oficiales, o cuyo relato solo toma en cuenta un único punto de vista. Además, en la obra se asoman temas como la resistencia negra, los temas de género, las actitudes patriarcales de la época, la segregación, la paternidad y el protagonismo del Canal de Panamá. También, la madurez con la que un chico de 19 años asume las riendas de su vida, muy a diferencia de las actuales generaciones de jóvenes.

Pérez Price establece que solo investigando un poco más sobre el contexto cultural, histórico y sociológico del Caribe panameño, “nos encontramos con una historia completamente distinta a la que se enseña en las escuelas. Una historia que es tan válida, tan protagónica, y que como en el caso de Russell, aporta individuos de tanta importancia no solamente local sino internacional y universal y que han sido marginados de la historia”, lamenta.

“Poco se conoce y poco se habla de Russell, una figura que contribuyó al desarrollo de un género musical que es universal que es el jazz. Este tipo de personajes no son producto de la casualidad sino de la causalidad que tiene que ver con su entorno. Bocas del Toro y Colón son lugares que merecen más análisis más entendimiento de qué es lo que ocurría allí”, sostiene.

“Detener el olvido es importante porque cuando olvidamos, se simplifica el discurso”, afirma Herrera. Si nosotros podemos reconciliar esa herencia del gran Caribe, quizá pudiésemos tener más sentido en la panameñidad”, asegura.

Gallimore, por su parte, reconoció que había muchos detalles en la obra que desconocía. “Felicidades por esta investigación tan profunda que has hecho”, dijo a Pérez Price.

“Si sumamos y restamos, ha habido una cantidad increíble de músicos que han salido de Bocas del Toro y de Colón y de aquí mismo de la ciudad capital que emigraron buscando sus sueños y realmente no se mencionan, muchos ni se conocen”.

Y recuerda cómo el ambiente musical de Bocas le ayudó a forjarse como músico. “Nosotros vivimos cómo empezó a penetrar el jazz la música venía con los ingenieros que llegaron a construir las bananeras, nosotros fuimos a esas casas, escuchamos esas música y eso nos nutrió de ese feeling y de allí que se mezcló con esa música, con la caribeña el calipso el socca hubo una fusión y eso contribuyó en gran medida a la formación del grupo de músicos que nacemos en la década del 40, 50, eso nos ayudó a tomar conciencia y nos alimentó para seguir desarrollando lo que sabemos hoy día”, asegura el tecladista.

“Luis Russell es el primer panameño que llega a la historia del jazz”, dice Luis Carlos Pérez. “Han mencionado los grandes historiadores del jazz que el jazz no hubiera sido igual sin Russell”, puntualiza. Hoy día, asegura Pérez, hay una tendencia a investigar los orígenes del jazz con más énfasis en lo que ocurrió en el Caribe, en las Antillas y eso incluye a Panamá.

“New Orleans era un puerto que tenía gran conexión con Bocas del Toro con los barcos bananeros. Y Bocas tiene una gran riqueza de diversidad cultural porque allí estaba ubicada la central de la United Fruit Company”, detalla.

Panamá con la construcción del Canal y toda la migración de afrocaribeños generó una mezcla que luego llegó a New Orleans. “Siempre se pensó que el jazz iba del norte al sur y se está viendo cómo fue lo contrario, fue del sur hacia el norte. Claro, se desarrolló en las grandes urbes norteamericanas, eso es un hecho, pero esa mezcla que ocurrió aquí tiene mucha importancia”, insiste Pérez. “Russell es un icono que llega a esos centros con toda esta tradición y hace sus aportes”, indica Pérez.

Para Herrera es importante que esta obra sea leída y sobre todo, por la comunidad artística “porque nuestras voces deben ser oídas, podemos contribuir a elevar el registro y a enriquecerlo y también porque necesitamos más interdisciplina. Que esto sea una serie de Netflix, necesitamos cortos, novelas, obras de teatro, más canciones inspiradas en él, no solo que toquemos las canciones de él, sino que nos inspiramos para hacer cosas nuevas”, concluye.

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