“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 01/01/2020 00:00
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Los himnos nacionales han creado una identidad muy fuerte en cada país, al punto de que en ceremonias oficiales diplomáticas la tradición indica que se interpretan el del país en que se está y el del país al que se quiere honrar, por ejemplo, fiestas nacionales, presentación de credenciales y similares.
Se estima que el himno de los Países Bajos, que se llama Wilhelmus, es el más antiguo del mundo, cuya partitura se remonta a 1568. Es una parodia de la huida del príncipe Guillermo el año anterior con miles de adversarios a la dominación española. Si uno pone atención, los versos detallan la oposición al rey de España, en ese entonces Felipe II. Se constituyó en himno oficial de Holanda en mayo de 1932. Este himno se diferencia de los demás porque se refiere al monarca, y no al país.
El auge de los himnos nacionales tuvo un renacimiento en el siglo XIX con un estilo muy particular. Antes de eso, Inglaterra adoptó su “God Save the Queen” en 1745, seguido de la Marcha Real española en 1770, Kong Kristian, himno de Dinamarca, en 1778, y en 1780, Estados Unidos adoptó su “The Star-Spangled Banner”, cuatro años después de declarada su independencia. “La Marsellesa”, un himno que todos conocemos y nos emociona, fue adoptado el 14 de julio de 1795, pero había sido escrito por Claude Joseph en 1792 y prohibida durante la monarquía. El “Deutschlandlied” de Alemania data de 1797 y el “Mazurek Dabrowskiego” polaco es de 1797.
Los países que no fueron colonizados por países europeos mantuvieron sus estilos musicales característicos, como Japón (“Kimi Ga Yon”), Irán, Sri Lanka o Birmania. Una gran mayoría de los himnos nacionales del mundo son marchas militares o poemas líricos, como acontece en la mayoría de los países iberoamericanos.
Resaltan aquellos himnos que fueron compuestos por músicos famosos, como por ejemplo, el canto a la bandera de Alemania debe su autoría a Franz Joseph Haydn, el de Austria a Wolfang Amadeus Mozart, el de Bangladesh a Rabindranath Tagore, el que identifica a la ciudad del Vaticano, a Charles Gounod. Tagore también compuso el de India, el de Noruega se le debe a Rikard Nordraak y el de Singapur a Zubir Said.
En la actual Federación Rusa se utiliza la música que en la otrora Unión Soviética era el himno nacional, pero con letra diferente. Estonia y Finlandia comparten el mismo himno, lo mismo que Liechtenstein y el Reino Unido. En el caso de Polonia y la antigua Yugoeslavia, la música era ligeramente diferente. El texto polaco fue escrito por Jósef Wybicki en 1797.
La letra es de la autoría de Mehmet Âkif Ersoy, cuyo octogésimo cuarto aniversario de fallecimiento se conmemoró el pasado 27 de diciembre. Se titula “Istiklâl Marsi” (Marcha de la Independencia) que fue adoptado en 1921, dos años antes de lograda la instauración de la República de Turquía. La letra fue parte de un poemario titulado Safahat, que es de sus obras más famosas. Ersoy nació en Albania, pero es considerado una figura nacionalista turca, ya que era afecto a muchos de los principios que pregonaba el padre de la patria, Mustafá Kemal Atatürk. Estaba un poco en medio de la identidad turca y la islámica, ya que era profundamente religioso y no estaba de acuerdo con la naturaleza fuertemente secular que le había impreso la nueva república. Curiosamente, este poeta turco era también un consumado veterinario.
Fue inspector de la unidad controladora de las mejoras a las razas domésticas en Tracia, Anatolia y Arabia. A su muerte se emitieron una serie de sellos postales con su efigie en su honor, orlada con una estrofa del himno nacional. También se han acuñado monedas con su imagen y se ha reconstruido el mausoleo donde descansan sus restos.
En 1930, esa letra del poeta Ersoy fue musicalizada por Osman Zeki Üngör, compositor, director de orquesta y virtuoso del violín. Fue un músico que interpretó conciertos de compositores clásicos occidentales en Turquía y dirigió la orquesta del palacio otomano, que es la base de la actual Orquesta Sinfónica Presidencial que recientemente inauguró su nuevo y moderno Concert Hall en Ankara.
En la Universidad de Ankara se le rindió un especial homenaje por el aniversario de su muerte, donde se puede apreciar la partitura, el uniforme que usaban los estudiantes de veterinaria, su carta de renuncia a la entidad a la que servía, fotos y toda una memorabilia sobre su trayectoria. Cabe destacar que la Facultad de Veterinaria fue la primera que se fundó en esa universidad, seguida de la de Agricultura, pues de esa manera el otrora imperio otomano se aseguraba la alimentación de sus súbditos. El establecimiento de estas dos facultades se remonta a 1842. La Universidad de Ankara, en la época de la república, fue establecida formalmente en 1946. Lo que había antes eran escuelas superiores. Hay una Facultad de Teología (Faculty of the “Divinity”) que tiene que ver con estudios religiosos. Y siguen siendo muy fuertes las facultades de Veterinaria y de Agricultura, con la que Panamá tiene acuerdos que seguramente van a redundar en una gran transferencia de conocimientos.
En nuestro país, el crédito por la música del himno que todos cantamos se le debe a Santos Jorge, español llegado al istmo en 1889, que era organista de la Catedral y maestro de escuela. Fue el primer director de la Banda Republicana. Circunstancias muy particulares lo llevaron a pedirle a Jerónimo de la Ossa que compusiera la letra, ya que lo que existía era la partitura. Esas circunstancias particulares a las que me refiero son que, siendo ya la recién nacida república, en 1903, iba a presentar sus credenciales el primer embajador estadounidense y no había himno para honrar la ceremonia. Santos Jorge pidió que se utilizara el compuesto por él y Jerónimo de la Ossa, aunque no es el mismo que hoy conocemos (son mínimas las variantes). Este himno fue adoptado por la Asamblea Nacional mediante ley en 1906, pero en forma provisional, pues se efectuó un concurso para escoger una nueva composición. Sin embargo, el pueblo panameño reiteró su preferencia al compuesto por Jorge y de la Ossa, lo que fue adoptado definitivamente en la Constitución de 1941.
Los himnos nacionales son composiciones emblemáticas de una nación, que la identifican, que une entre sí a quienes la interpretan. Se tocan los lunes en las escuelas, en actos oficiales, al finalizar un evento e incluso, algunos canales de televisión y emisoras de radio inician y finalizan sus transmisiones con los acordes del himno. Tratan de reflejar la unión, el sentimiento de solidaridad y la glorificación de la historia y las tradiciones de un país. Y emocionan a los que, estando lejos, lo escuchamos en ceremonias formales.