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- 16/02/2020 06:00
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El teatro es un espacio donde se comparten sentimientos, ideas y experiencias. En ese lugar, entre escenarios y butacas, se abre paso el diálogo entre las historias y los personajes; entre los artistas y el público. Y para que esta experiencia pueda ser vivida por muchos más panameños, el Festival de Artes Escénicas de Panamá busca, cada año, abrir las puertas de varios teatros en la capital para presentar por décima ocasión Escuelas del Barrio, un programa que lleva a niños de primer ciclo de las escuelas públicas a vivir experiencias nuevas dentro de teatros del área, con una propuesta artística única, pero también generando un impacto en sus comunidades.
Escuela del Barrio se creó en la tercera edición de este festival. Niños de los barrios de Catedral, Santa Ana, El Chorrillo y Calidonia tienen la oportunidad de entrar a un teatro –muchos por primera vez–, y transportarse a otro mundo a través del teatro infantil .
“Consideramos que es importante llegar a la niñez, especialmente a la niñez que no tiene acceso a este tipo de manifestaciones”, dijo el productor general del festival, Roberto King. “La idea es trabajar con los grados iniciales, porque la mayoría de ellos nunca han tenido la posibilidad de ir al teatro”.
Además de ver espectáculos, es importante para King y el equipo que organiza el festival, que los niños tengan la oportunidad de sentirse cómodos dentro del teatro. “Muchos nunca habían tenido la posibilidad, primero, de ver teatro, y segundo, de entrar a un teatro”, comentó King. “La idea nuestra era que no solo disfrutaran del espectáculo teatral para niños, sino que también tuvieran la experiencia de entrar en un teatro”.
Según King, esto es importante para los niños porque, “todos los días pasan por delante de estos teatros, pero los ven como una cosa para otra gente, algo que no es accesible para ellos”. A través del programa se busca “romper con eso y hacerlos participar de la experiencia, y que entiendan que el teatro y lo que pasa dentro del teatro también es para ellos”, comentó King. “Ellos no son ajenos a ese fenómeno”.
El programa tiene objetivos directos que buscan impactar a la comunidad de diferentes maneras. “Lo primero, obviamente, es tratar de acercarlos al arte como algo que puede ser parte de sus vidas cotidianas, y hacer un embrión de público, para que, cuando sean adultos, vean estas actividades como algo en lo que quisieran participar como espectadores”, mencionó King. “Al mismo tiempo, la idea es incentivar cualquier talento escondido que haya en los mismos niños, para participar como artistas. Estamos trabajando estas dos vertientes: crear público, porque serán un público para teatro dentro de algunos años, y crear en ellos esa inquietud por las actividades culturales”, detalló.
Inicialmente, el programa empezó en el barrio de Catedral (San Felipe), pero se ha extendido debido a la eficacia del programa. “El festival fue creciendo en cada edición y cada año queríamos agregarle un elemento que incluyera otro público, además de lo que normalmente nos encontramos en los teatros”, explicó King, “porque queremos que el festival sea más que una vitrina de espectáculos, que sea un evento o un proyecto que impacte en la comunidad”.
El desarrollo del segmento ha estado calculado desde el principio. “Lo que nos resultó como más propicio era trabajar con las escuelas de alrededor de donde se movía el festival, porque el festival, originalmente, estaba centrado en el Casco Viejo donde está el Teatro Nacional, el teatro Anita Villalaz, etc.”, dijo King. “Entonces decidimos comenzar a trabajar con las escuelas de Catedral, en el Anita Villalaz, después sumamos El Chorrillo, que también venían hasta el teatro Anita Villalaz. Más tarde sumamos a Santa Ana, cuando conseguimos un patrocinio con el teatro Amador y luego también ampliamos a Calidonia, con el teatro Gladys Vidal de la alcaldía”.
El programa se encarga de la transportación, el espectáculo, una charla didáctica y hasta merienda para los niños que participan. “Todo esto se hace sin ningún costo para las escuelas, porque las escuelas no tienen fondos para esto”, dijo King. “Todo esto lo cubre el festival, con patrocinios que conseguimos, y en la medida que los patrocinios sean mayores o menores, integramos más o menos escuelas”.
Sin embargo, King menciona que la expansión del programa no es fácil. “Aunque tuviéramos la intención de ampliarnos, para hacerlo necesitamos espacios para que eso pueda ocurrir. Necesitaríamos contrapartes, ya sean estatales o privadas que nos apoyen a lograrlo”, comentó. “Por ejemplo, si nosotros quisiéramos llegar hasta Río Abajo, tendríamos que contar con un representante de corregimiento, una junta comunal, o un ministerio que esté interesado en proporcionar el transporte de este segmento”.
El éxito que ha tenido Escuelas del Barrio, hace que las comunidades reciban el programa con los brazos abiertos. Este año, desde el 18 al 23 de marzo, un grupo de teatro infantil de Colombia presentará la obra Pinocho, solo los días de semana. “Tratamos de que los grupos que vengan tengan espectáculos muy participativos para que los niños se muevan, se levanten, que corran, que jueguen. Y los niños están absolutamente dispuestos a todo eso”, asegura el productor.
Los grupos de artistas que vienen a presentarse ante los estudiantes, despiertan la imaginación de los niños, a través de historias fantásticas y elementos diferentes. “Nosotros buscamos grupos que puedan hacer ese espectáculo en lugares de condiciones diferentes, es decir, desde un teatro como el Anita Villalaz o el Gladys Vidal, hasta en una escuela”, dijo King.
Al final de la presentación, las conversaciones entre los estudiantes y los artistas “son dinámicas. Tienen que ver con el contenido de la obra”, comentó King. “El mismo grupo, con apoyo de gente del festival, promueve entre los estudiantes que se hable del tema de la obra presentada y que ellos den sus impresiones. Pueden subir y escenificar algo o actuar con los actores. Todo eso se trabaja para que sea un programa bien participativo y motivador”.
Los estudiantes, quienes se benefician cada año de este programa, disfrutan de un momento de aprendizaje divertido junto con artistas de diferentes partes del mundo. “Nosotros estamos muy satisfechos de cómo los niños reaccionan a todo el programa”, contó King. “Los niños están enloquecidos con el programa. Cuando vemos las fotos o estamos ahí en las actividades, las reacciones de los niños son muy lindas. Por lo general, ellos no han vivido eso y, si lo han vivido, ha sido muy esporádico”.
“Ellos se sumergen en las historias y en las obras, como si fuera una película”, concluyó King.