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- 29/01/2023 00:00
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Este artículo es una gentil invitación a reflexionar acerca de cómo nuestras expectativas generan entornos que pueden o no propiciar el despliegue de habilidades, talentos y confianza en otros; y cómo nosotros mismo somos afectados por las expectativas de otras personas.
Para entender un poco más, vamos a indagar sobre el efecto Pigmalión, que aplica en el ámbito de la educación, familia, organizaciones etc.
Las primeras investigaciones al respecto fueron en educación en la década de los sesenta, Rosenthal y Jacobson corroboran que las expectativas del profesor influyen directamente en la motivación del alumnado, sobre todo en los primeros años; y en el ámbito de la sociología, Merton introduce el concepto de profecía autocumplida.
En gestión empresarial, Sterling refiere que la imagen que un manager tiene sobre sus colaboradores influye en el rendimiento y productividad, independientemente de que se base en supuestos válidos o no.
Todos ejercemos un rol en la vida, te invito a que veamos cómo incidimos, por acción u omisión, con nuestras expectativas positivas o negativas y cuáles serán los desempeños futuros de los demás.
El afectivo: es el clima que se genera por las expectativas, por ejemplo: un docente con expectativas positivas hacia sus alumnos genera en el aula un clima de aprendizaje productivo, una mirada apreciativa, inspiradora y motivadora porque cree y confía en el proceso de sus alumnos; por lo tanto, ellos sentirán confianza, acompañamiento y seguridad en los procesos de aprendizaje. Este mismo clima es aplicable en el hogar y de adultos, en el ámbito laboral y relaciones.
Los recursos: está relacionado con el tiempo, la facilitación de herramientas y posibilidades que un docente, padre o líder brinda a aquellos en que deposita mayores expectativas positivas y por tanto juzga más competentes.
Las oportunidades de crecimiento: se dispone mayores oportunidades en aquellos considerados con talentos o capacidades sobresalientes; se asignan tareas o retos más desafiantes que les permiten progresar, desarrollar sus habilidades y por tanto crecer en confianza y seguridad.
Retroalimentación: se realiza con más frecuencia feedback sobre aquellas personas consideradas con mayores expectativas, este intercambio genera a su vez, mayor comunicación, sensación de cercanía y acompañamiento que inciden favorablemente en el rendimiento y resultados.
En las expectativas negativas, las variables son opuestas, si una persona juzga que el otro es incapaz, desestimará los recursos, oportunidades y atención; generando desánimo, desesperanza y abandono a todo proyecto superador de la otra parte, y por tanto confirmará su profecía que el otro no tiene, no puede.
En un proceso de coaching podemos identificar, indagar en profundidad, qué expectativas propias y ajenas pueden estar incidiendo en la calidad de los objetivos y metas que deseamos lograr en uno mismo y con aquellas personas que somos responsables de acompañar; y de este modo, reconsiderar nuestros juicios, creencias, sesgos para diseñar con compromiso nuevos aprendizajes, acciones y retos. Algunas preguntas que pudieran aportar a esta reflexión: ¿Cuál es la calidad de tus expectativas? ¿cómo puedes impactar positivamente en otros? ¿Tus expectativas hacia otros, le permiten ser su mejor versión? ¿Qué se transformará en ti cuando lo hagas?
Dice Elena Espinal “Confiar es entregarse a algo que aún no ocurre”.
Y tú ¿cuán disponible estás para que suceda?
La autora es Coach Profesional ACC (Associate Certified Coach) por la ICF. Especialista en Coaching de Vida y Equipo, Psicóloga y Psicodramatista. Actualmente líder de ICF Panamá.