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- 14/02/2020 06:00
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Hay un hombre que se crió entre flautas, violines, canto y tamborito; y a ese ambiente nunca ha renunciado. Hay un hombre que se detiene a hurgar en los sonidos que conectan con el folclore. Le apasiona entender la profundidad de la música, porqué se hace, cómo surgió y cuáles son sus cimientos.
Edwin Pitre Vásquez (Panamá, 1956) es músico, compositor, productor y profesor universitario. Nació en tierra istmeña, pero reside en Brasil desde hace más de cuatro décadas, allí se ha convertido en impulsor de nuestros ritmos escarbando a fondo las dimensiones étnicas, culturales y sociales de los compases. Creó el primer grupo de música afro-caribeña 'Son Caribe', integrado por panameños, y expuso la salsa en territorio de samba y bossa nova.
Pitre no solo ama lo que hace. La afición abarca el compromiso, el ser humano. De no ser así, dice, la música se transformaría en solo luces, foco y tarima. "Me interesa el entorno de la música y porqué se hace. Hay que estudiarla, analizarla, cuantificarla y distribuirla", enfatiza.
Nos encontramos con un panameño cuyo corazón oscila entre dos patrias. Un ser que reinvindica el sentido de la música desde la academia. Un etnomusicólogo tan sensible como enérgico. Un explorador del sonido. Aquí lo que conversamos.
Soy hijo de Manuel Pitre Escobar, quien nació en Aracataca, Colombia, la tierra de Gabriel García Márquez, de quien fue compañero y amigo. Mi padre vino a Panamá a estudiar medicina, pero al final terminó como farmacéutico. A mi mamá, Armida Vásquez Pacheco, panameña, le encantaban el canto y el baile.
Mi tío Adriano Vásquez fue mi gran influenciador. Un violinista como pocos. Tocaba toda la música de Azuero. Después, mi primo Ricardo Gaitán me ayudó muchísimo. Vivimos juntos muchos años. Luego de un tiempo, mi hermano y yo acabamos tocando con Ricardo.
Pasé por mucho. Te cuento: Estudié en el Conservatorio Nacional de Música. Fui cantor solista del coro de navidad. Mi padre quería que fuese ingeniero, y mi mamá, músico. Estudié tres años de ingeniería, pero la música continuaba tocándome los oídos. Tenía 22 años. Comencé a postularme en los diferentes países. España, Yugoslavia y Brasil. La beca me salió en Río de Janeiro, la capital de la música brasileña y de muchas partes del mundo. En Panamá no había lo que yo quería: me encantaba la composición, dirección de orquesta. Ya en Río de Janeiro me gradué en Dirección de Orquesta. Mis ganas de estudiar la música se intensificaban cada vez más: bossa nova, samba, chorinho, era otro planeta para mí. El ambiente artístico era sensacional.
Siempre he tenido un ambiente muy favorable. Desde el primer año. Y me convertí en una cadena para atraer panameños. Les decía: ¡Ey, gente, aquí hay un lugar para estudiar bien chévere! Después llegaron Boris Juárez, Iván Valdez, Roberto Flores y Roberto Pitre, mi hermano que es flautista. En esa época había unos ocho panameños estudiando conmigo. Y fue en ese momento cuando montamos la primera banda de salsa de Brasil. A los brasileños les encantó el ritmo. Cada uno de nosotros tuvo la oportunidad de demostrar su talento.
Aquí hay una gran influencia cubana. Allá es brasileña. Es pura. Aquí tenemos una gran influencia española, mexicana, colombiana... Panamá es un país de una diversidad musical gigantesca. Podemos hablar de lo típico, por ejemplo, el calipso, la salsa, las bandas independientes, la música lírica... Si uno se pone a estudiar esto, se da cuenta de que es una mina de oro. Panamá es una mina de oro musicalmente, con la misma potencia que Brasil. Aunque Brasil tiene una dimensión mega.
Para entender la música de Brasil, lo debes hacer por sus regiones. Al igual que en Panamá, se pueden hacer agrupaciones de la gran marca étnica, porque cada grupo te da música con características muy marcadas. Siempre comparo a Panamá con una piedra de oro, multiforma.
Para allá voy. Panamá es una piedra de oro multiforma. Y para que se explote y se desarrolle ese talento, es necesario que esa piedra se convierta en una joya; y para ello se necesita de un joyero.
Te cuento algo: en Panamá se desarrolló el regué en español. Los puertorriqueños se llevaron e hicieron la superproducción, que Panamá no supo, e hicieron el reguetón. Panamá tuvo lo antropológico y lo cultural, pero no tuvo la transformación. Hubo creación, pero no hubo cuantificación ni distribución. Defiendo a Panamá por su característica multiétnica. Todos los extranjeros que han venido, han traído su música, y nosotros directa o indirectamente la estamos escuchando. Y quien es músico se deja influenciar. Hay interculturalidad.
Estamos teniendo una bellísima oportunidad en este momento. Crearon el Ministerio de Cultura. La Universidad de Panamá tiene el grupo de Bellas Artes. El día en que la universidad y el ministerio se junten: cuando uno investigue, enseñe, produzca, y el otro tenga una ley de refuerzo, amparo y crecimiento, la cosa cambiará en Panamá. Esto se ha visto en todos los países que han desarrollado alta música: Estados Unidos, Inglaterra, España, Brasil.
Me importan la música y su contexto. Mi área de estudio se llama etnomusicología. Y cuando estaba en Río me llamó muchísimo la atención la música folclórica de Brasil, tanto la urbana como la del campo. La etnomusicología trabaja con historia, sociología, antropología y comunicación. De mis clases los alumno no salen como simples tocadores, salen como productores, técnicos.
Si los músicos no estudian, van a quedar en el nivel artístico. No estoy hablando en forma negativa. Pero si tu tienes un artista que sabe analizar, que sabe escribir, que sabe distribuir, ya es otra cosa. Y esta es una de las cosas que Panamá debe aprender. Panamá debe mejorar su música de una vez por todas y para siempre. Todo el mundo sabe hacer bien las cosas aquí en Panamá: los típicos, los del reguetón, bandas independientes, salseros, jazz... Hay gente haciendo, pero hay que analizarlo, estudiarlo...
Colombia llevó al punto máximo a la cumbia. Como ha podido ser en Panamá.
(se ríe) Esa será mi próxima obra. Es la unión entre Panamá y Brasil. Me encanta exponer mis raíces. Intento hacerlo siempre, por ejemplo en mi programa de radio que se llama Tropicana Musical, todos los sábados, en Brasil.
Que la música se ve, no se escucha. No se trata de grabar el CD. La cosa es grabar un buen video para ver la música. Ya las redes sociales y las plataformas son las ventanas.
El machismo vende. Por eso lo exponen en algunas canciones. Lo triste es que muchas familias creen que la mujer está diseñada para ocupar un segundo lugar. Un formato absurdo y muchas veces reforzado por las religiones. Quien entra para hacer música no le presta atención a lo que es comercial, se preocupa por las notas y por la técnica.
(se le quiebra la voz) Ayer estaba escuchando la Orquesta Filarmónica de Panamá y mientras tocaban la canción 'Patria', de Rubén, me puse a llorar... (le saltan las lágrimas ). Mi hija me llama todos los días, quiere que le mande las fotos de lo que estoy haciendo aquí. Tenía cuatro años sin venir. Yo sé que amo mi país, pero también amo Brasil. Le doy todo lo que puedo a Brasil, porque Brasil me lo dio todo. Ahora quiero darle a Panamá. Le inculco a mi hija que también es panameña. Panamá es mi alma máter y Brasil mi academia.