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- 08/03/2020 00:00
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A David García le cuesta hablar como todos los demás. Hace cinco años, al mismo tiempo que fue diagnosticado con trastorno de espectro autista (TEA) nivel 1, o anteriormente llamado síndrome de Asperger, encontró su mayor pasión en la vida: la música. Hoy, David se expresa a través de las teclas del piano. Con solo 12 años, Chino, como le dicen sus padres de cariño, ha concursado y ha presentado en el país y fuera de él su indiscutible talento frente al piano.
“David a los cuatro años era un niño muy sobresaliente. A los cuatro años ya leía solo, se sabía los números del uno al 100, sabía escribir su nombre”, compartió la madre de David, Claudia Blanco.
Debido a estas habilidades, era difícil para David encajar en su entorno. “Nos fue difícil porque, en maternal, se supone que no saben leer y en la escuelita que estaba querían siempre sacarlo porque no tenía que estudiar ahí”, dijo Blanco. “Yo busqué ayuda, soy licenciada en educación preescolar, y noté que sí había ciertas condiciones que me daban una alerta de que pasaba algo”.
Según la psiquiatra especialista en autismo Melina Mancuso, “ninguna persona con TEA es igual a otra”, comentó. “Podemos encontrar personas “no verbales” o con déficit significativo del desarrollo del lenguaje (verbal y no verbal) que, en contraste, muestran diversas habilidades artísticas (dibujo, pintura, música) por arriba del promedio, desde etapas tan tempranas del desarrollo como los cuatro años de edad”.
A la vez, la doctora compartió que se puede encontrar, en personas con el TEA, “la presencia de habilidades lingüístico-verbales y aprendizaje de la lectura de manera precoz, en contraste con fallas significativas de la interacción social con personas de su misma edad. Es por esto que, tanto la ausencia o dificultad para adquirir un hito del neurodesarrollo a edades apropiadas es una señal de alarma de TEA, como la adquisición o aprendizaje precoz”.
La neuropsicóloga de David lo diagnosticó hasta los seis años con un TEA no definido. “A partir de los siete años se diagnostica que David es Asperger con un alto coeficiente intelectual en la parte cognitiva” dijo Blanco. “Esto nos preparó para saber cómo actuar con David en ciertas cuestiones que le dificultan”.
La doctora Mancuso explicó que el coeficiente intelectual es el "número que resulta de una evaluación estandarizada que mide las habilidades cognitivas de una persona, en relación con su grupo de edad”. Además, agregó que “en ocasiones, en personas con TEA, podemos encontrar habilidades cognitivas por arriba del promedio o talentos, en contraste con dificultades significativas en otras áreas”.
Es difícil para David comunicar sus ideas y emociones. No identifica de manera normal sus sentimientos, y le cuesta armar oraciones para hablar. “Sobre todo es la parte social”, dijo su madre, “el lenguaje comunicativo hacia las personas, la parte emocional. Él no identifica las emociones como tal. No tiene capacidad para solucionar problemas espontáneamente”.
A pesar de todas sus dificultades, tiene habilidades que lo destacan en otras áreas. “Su diagnóstico hace que asimile rápidamente ciertos aprendizajes que él literalmente pueda memorizar”, explicó Blanco. “Él es muy bueno en matemáticas. Es bueno leyendo un libro, pero si le preguntas de qué se trató el libro o cuál es su opinión respecto al libro, no te lo va a saber decir”.
Y justamente las características mecánicas de la música fueron las que atrajeron a David. “Con la música le pasa algo parecido con las matemáticas. Memoriza ciertas notas bajo unos parámetros estándares que siempre van a ser los mismos”, dijo Blanco.
Fue una importante coincidencia lo que hizo que David se encontrara con su instrumento, el piano. “A los seis años, su maestra de música le cantaba canciones a los niños. David no participaba en la clase, solamente se sentaba al lado de la maestra y veía cómo tocaba el piano. Un día, él llegó a la casa y me tocó con dos manos, todas las canciones que tocaba la maestra en el piano”. Al agradecer a la maestra por enseñarle a tocar el piano, la maestra respondió “yo no le he enseñado nada a nadie, de hecho, David nunca participó de las clases”.
Gracias a su memoria fotográfica, David pudo tocar canciones completas en el piano, sin que nadie le enseñara. “A partir de ahí nos dimos cuenta de que David tenía una habilidad que nosotros podíamos trabajar y que fuese buena”, contó Blanco.
La maestra de música de David les recomendó a una profesora de piano que podía ayudar con el potencial de David. Fue así como la familia conoció a Margarita Troetsch, su actual profesora de piano, quien ha recibido a David y a su familia con los brazos abiertos.
Desde el comienzo, Troetsch supo que era una situación especial. “Ella le hizo una prueba y se quedó asombrada porque ya David se sabía las notas, aunque nadie se las había enseñado”, dijo la madre de David. “Ella le daba un tono en el piano, y él sabía qué tono era. Nadie le enseñó la escala musical ni nada. Entonces Margarita nos dijo, tráiganlo el sábado que viene”.
Troetsch asegura que era un reto que tenía que enfrentarse. “Yo sabía desde un principio que tenía un niño especial. Lo que no sabía era cómo desarrollar su potencial. Se lo dije al papá: lo intentaremos juntos. Puede que funcione como puede que no funcione” dijo Troetsch.
Fue esa mente abierta la que hizo que David y su profesora se llevaran con fluidez. “Las clases con David fueron muy diferentes al principio. Había cosas muy precisas que no podía hacer con él. No le gustaba que lo tocara. Tampoco quería que le hiciera demostraciones. Se frustraba muy rápido y creía que cuando yo le hacía una demostración, le estaba diciendo que lo estaba haciendo mal. A pesar de mi entrenamiento como maestra de niños pequeños y la experiencia que tenía acumulada, fui tomando cada situación que surgía con David, paso a paso. Sin apuros”, comentó Troetsch.
Aunque David podía tocar, le faltaba aprender diferentes técnicas necesarias para desarrollarse como músico. “Los dedos hacían desastres en el piano. Hasta con el codo le daba a la tecla”, comentó Blanco. Y aunque fue difícil cambiar las maneras de David, se logró que aprendiera que se pueden hacer cosas de otra forma. “Lo primero, fue exponerlo a los elementos básicos de la técnica pianista. Procuré no saltarme los pasos a pesar de que él aprendía sumamente rápido”, explicó su maestra, Troetsch.
Juntos, la profesora Margarita Troetsch y David, han asistido a presentaciones en diferentes países, entre ellas, una en México, donde David tocó una de las piezas como pianista principal. Además, viajaron a Bogotá para participar del concurso Carmel Klavier, un concurso internacional en el que participaron cientos de artistas jóvenes. Ahí, David obtuvo el primer puesto de su categoría en la competencia y el Grand Prize, por la mejor puntuación de toda la competencia.
La profesora Troetsch ha desarrollado una estrecha relación con David y su familia. “Creo que la herramienta que más usé y sigo usando es la de la comunicación con los padres. Ellos son fundamentales en esta ecuación. Me han instruido sobre la condición de David y me ayudan a entenderlo mejor. Así se me facilita llegarle con los aspectos técnicos del piano, que son los que yo domino”, compartió Troetsch. “Lo que más he disfrutado es recibir a David, a sus padres y a su familia, como parte de la nuestra. También disfruto mucho cada vez que me asombra su genialidad”.
A su corta edad, David ya está en el nivel intermedio superior, “enfrentando a grandes obras de grandes compositores”, como dice su profesora.
Troetsch afirma que “aunque el TEA nivel 1 es relativamente nuevo, viendo las características de este diagnostico, podríamos decir que incluso Mozart fue un niño autista porque tenía esa genialidad, esa capacidad, y el papá, que era músico, se la explotó. Ahora se sabe que hay muchísimos niños con TEA que están sobresaliendo en carreras artísticas y en otras áreas. Lo que pasa es que muchas veces la condición de estos niños pasa inadvertida”, dijo.
Aprender a tocar un instrumento, puede resultar muy beneficioso. “No me limitaría a hablar solamente del piano, sino de los beneficios generales de aprender y tocar un instrumento, y lo que la música provoca en el cerebro humano”, comentó la doctora Mancuso. Aprender a tocar música puede brindar “mejor capacidad de atención, coordinación motora fina, coordinación ojo-mano y la mejoría de estados de ansiedad y estrés (de existir estos)”, dijo la doctora.
Además, la doctora Mancuso afirma que “en el caso particular de personas con TEA, la evidencia demuestra que la música altera la conectividad cerebral (en un sentido positivo) y puede mejorar la comunicación social y hasta la percepción de calidad de vida familiar”.
Hoy, David, quien es muy sensible al ruido, ha aprendido a apreciar ciertos sonidos estridentes. “No le podemos cantar cumpleaños, porque se aturde”, contó su madre, “lo único que hemos logrado trabajar, es que no se tape los oídos con los aplausos y los gritos que le dan después que culmina una pieza”, dijo.
Incluso, ahora es más fácil para él controlar sus emociones sobre el escenario. “Hemos aprendido técnicas para controlar esas manos. Ahí es donde se controla la emoción”, compartió Blanco. “Le hemos demostrado que gracias al piano él ha podido viajar y experimentar muchas emociones, aunque él, cuando se sube al escenario, tiembla todo, hasta el ojo”, dice.
En cuanto a sus presentaciones frente al público, la doctora Mancuso explica que “no debemos asumir que porque a una persona le cueste, no sepa o no le interese interactuar con otros a nivel social”. También agrega que para las personas con TEA, “su atención a los detalles forma sistemática de conducirse, la capacidad de atención y concentración sostenida y enfoque en actividades que son de su interés, puede llevarles a realizar con éxito tanto esta como muchas otras actividades, sin olvidarnos del ya mencionado efecto benéfico de la música sobre estados de ansiedad y/o estrés”.
David practica el piano dos horas diarias, pero se puede quedar más de cuatro horas tocando piezas que ha escuchado, sin haberlas leído en una partitura. Le gusta tocar a cualquier hora del día, pero su momento favorito para practicar es en la noche. Y no reciben quejas de los vecinos. “Los vecinos están fascinados. Más bien, se ponen bravos cuando él no toca”, contó Blanco con una sonrisa.
David ha crecido con mucho apoyo de parte de las personas que lo rodean. Aunque no sea fácil, su familia y amigos lo respaldan para que siga tocando el piano. “Ya esto es una carrera, él ya tiene una carrera. A los 12 años yo no tuve una carrera”, dijo su madre entre risas.
En cuanto al futuro, Claudia Blanco comenta que ven “el futuro de una manera divertida siempre, tratando de no presionarlo para no causarle ningún rechazo o trauma. Pero siempre enfocados en que vamos a hacer lo mejor, lo que su maestra le indique, y siempre dando lo mejor”, concluyó.