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- 21/08/2022 00:00
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Siguiendo por el Mar Adriático paramos en Corfú, la isla griega del Mar Jónico (que no es otra cosa que el mar que une el Mar Adriático con el Mar Mediterráneo), ubicado frente a la costa noroeste del Epiro Griego y la sur del Epiro Albanés. Aunque Grecia esté llena de islas, que son famosas, están en el Mar Egeo y el Mar Mediterráneo y Corfú en el Jónico, siendo la segunda más grande de las islas jónicas. Es un solo municipio que, además de la propia isla, incluye el pequeño archipiélago de Diapondia.
Su importancia histórica nos viene desde la mitología griega y sus más importantes símbolos son Poseidón, dios del mar, y Asopo, —nombre griego de varios ríos importantes—. Dice la leyenda que Poseidón se enamoró de Córcira, hija de Asopo y la ninfa Metope, y la raptó, se la llevó a la isla que hoy se conoce como Corfú y como regalo le puso su nombre (Kórkyra, en griego). De esa unión nació Féax, que se convirtió en el héroe de los feacios, pueblo mítico de la Isla de Esqueria que bien puede ser la actual Corfú.
Los feacios son esenciales para comprender la Odisea, por haber acogido a Odiseo, trasunto de Ulises, su personaje principal, poco antes de su regreso a Ítaca. La estancia de Odiseo en la tierra de los feacios toma una gran parte del poema épico, compuesto de 24 cantos, combinados con sus desventuras anteriores
Dice la leyenda que Odiseo partió de la isla de Calipso y naufragó en una nueva isla, donde es encontrado por Nausícaa, que lo presenta a su padre Alcínoo. Éste lo recoge, escucha su historia y le ayuda a regresar a su patria, poniendo un barco con toda su tripulación a su servicio. Poseidón, dios del mar, molesto por la ayuda prestada a Odiseo, pide castigo a Zeus, dios del cielo, quien, convierte la nave de los feacios en una inmensa roca frente al puerto.
La historia de esta isla jónica está repleta de batallas, conquistas, leyendas y como herencia de estas luchas son las fortalezas que sobresalen a lo largo de toda la isla y las hermosísimas playas, de aguas transparentes, donde uno se adentra en cautivantes cavernas.
Dos fortalezas rodean la capital, la única ciudad de Grecia fortificada de esa manera. Se le llama la “ciudad de los castillos”. Estuvo bajo el dominio veneciano (como la mayoría de los puertos de esa área) por siglos, asediada por los otomanos, antes de caer bajo el control británico tras las guerras napoleónicas. Las autoridades de Gran Bretaña constituyeron el protectorado de los Estados Unidos de las islas Jónicas que, en 1864, entregaron a Grecia a raíz del tratado de Londres.
Desde 2017 fue inscrita por la UNESCO en la lista de Patrimonio de la Humanidad.
Entre los muchos atractivos de la isla, compitiendo en igualdad de condiciones con la belleza de sus playas, grutas, y las empinadas carreteras que nos llevan a contemplar la magnificencia de su entorno está el Palacio de Achilleion. Ubicado en las afueras de la aldea de Gastouri, a unos diez kilómetros de la ciudad de Corfú, está en la cima de una colina de 145 metros sobre el nivel del mar, con vistas al Adriático. Es famoso en el mundo porque lo mandó a construir la Emperatriz austriaca Isabel (llamada Sissi) y se dice que se llama así por la devoción que la emperatriz sentía por Aquiles.
Sissi, mujer culta y poderosa, obsesionada con la belleza, se refugió en su diseño y construcción después de perder a su único hijo varón, Rodolfo, muerto en extrañas circunstancias. Está rodeado de referencias a la mitología griega, de la que ella era ferviente devota, al punto que hasta aprendió griego para leer a los clásicos.
Nacida en Bavaria, fue una princesa que llegó a ser emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría. Rebelde al rígido protocolo imperial, Sissi ha sido una referencia obligada, sobre todo a partir de que Romy Schneider la inmortalizara en cuatro películas, y Ava Gardner en una, titulada Mayerling, en referencia a la muerte de su hijo Rodolfo.
El trágico asesinato de la emperatriz conmocionó al mundo, sobre todo porque es muy probable que el ataque no fue planeado contra ella. Fue perpetrado por un anarquista italiano quien le asestó un fino estilete en el corazón mientras paseaba por el lago Lemán, de Ginebra, en 1898. Su palacio en Viena, Hofburg, es lugar de visita obligada, aunque ella lo detestaba.
El palacio Achilleion fue diseñado y recreado en torno al héroe griego Aquiles por un arquitecto italiano y, a la muerte de la emperatriz lo adquirió el emperador Guillermo II de Alemania, donde fijó su residencia de verano, hasta 1914, cuando estalló la I Guerra Mundial
Cuando finalizó la Gran Guerra, Achilleion pasó a ser propiedad del estado griego, en cumplimiento con el Tratado de Versalles y las reparaciones de guerra. Entre el I y el II conflicto mundial, el palacio se utilizó para funciones administrativas y para subastar algunas de sus pertenencias. Durante la II Guerra Mundial, los países del Eje lo utilizaron como cuartel militar y al concluir ésta, el palacio quedó bajo la Organización de Turismo Helénica (OTA). Durante 20 años se le alquiló a una empresa, que lo convirtió en casino y después de que se venció el contrato, volvió a manos de la OTA, para beneficio de todos sus visitantes. Esto le ha quitado lustre a lo que debió ser en sus mejores tiempos.
En Corfú también se puede visitar su ameno y atractivo Casco Antiguo, y el pueblo de Palaiokastrites, al noroeste de la isla. En la bahía que se aprecia desde su elevada altura se dice que Odiseo desembarcó y se encontró con Nausícaa por vez primera. La formación rocosa que tiene este promontorio permite imaginar la vela extendida de trirremes, barcos que aparecieron en Jonia y se convirtieron en el buque de guerra dominante en el mar Mediterráneo desde finales del siglo VI hasta el siglo IV a. C. A partir de estas fechas fue desplazado por el quinquerreme, hasta que, tras el dominio del Mar Mediterráneo por Roma, fue utilizado nuevamente por el Imperio Romano debido a su efectividad hasta el siglo IV. El monasterio de Palaiokastrites, construido en 1225 en la cima de la montaña tiene un museo.
Corfú es una isla preciosa y muy emocionante de visitar, especialmente con buen tiempo, donde el sol intenso y el cielo azulísimo, combinan con las aguas turquesas de sus costas y la vegetación exuberante –en esta época—de sus tierras. No es de extrañar de que tanta gente sienta verdadera pasión por ella.