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- 20/08/2023 00:00
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La ciudad de Panamá tiene una extraña relación con sus precursores. A Pedrarias, el de 1519 y Panamá La Vieja, lo han ocultado tanto, que no se sabe cómo era, no hay estatuas, ni calles, ni nada. A Fernández de Córdoba, el de 1673 y el Casco Viejo, le dieron una calle que en 1905 era un camino rural (camino de Pueblo Nuevo), pero pocos saben que fue el refundador de la ciudad. Este año se conmemoró el 350 aniversario del traslado a San Felipe y nadie lo supo… creo. Queda Belisario Porras, el autor de la expansión de la ciudad hacia el este, con el barrio de La Exposición en 1916 y San Francisco de la Caleta en 1923. Pero, a pesar de esto, a Porras se le recuerda más por el Hospital Santo Tomás que por los nuevos barrios: La Exposición se conoce más como Calidonia, el otro simplemente como San Francisco. En ambas áreas, los orígenes y los límites se esfuman.
Ese paisaje urbano, que abarca aproximadamente 4 siglos, tiene otra característica: sus protagonistas son hombres blancos. Las mujeres no existen. Al inicio del siglo XX, con la independencia y el tratado del Canal, la ciudad llegaba hasta la actual plaza 5 de mayo. Lo que seguía era una sucesión de fincas privadas que se fueron urbanizando al capricho de sus propietarios desde entonces hasta hoy. En ese ambiente aparece, en 1914, Genarina Guardia viuda de de la Guardia, heredera de una enorme finca que comprende las actuales áreas de Carrasquilla, Río Abajo, Parque Lefevre, parte de San Miguelito y Costa del Este. Lo que sigue, es una interpretación que, aunque basada en datos fragmentarios, pretende llamar la atención sobre una persona que también contribuyó a la creación de la ciudad de Panamá en los primeros años del siglo XX y que ha pasado desapercibida, por la doble razón de haber sido precursora y mujer.
La primera referencia que tuve de ella está en el mapa que se reproduce aquí (ver mapa) un plano de sus propiedades, realizado en 1914 por el ingeniero Zefiro Zappi. El plano lo obtuve hace más de 40 años en la Dirección de catastro y lo utilicé en un ensayo llamado Ciudad Fragmentada que se publicó en 1989. En ese momento figuró con su nombre de familia, de la Guardia, pero, con la confianza que da una larga amistad, ahora la llamo Genarina. Me pareció curioso que fuera la única mujer en una lista de propietarios de fincas que va desde Bella Vista hasta Chilibre y Tocumen, pero mi curiosidad, en ese momento, no pasó de ahí.
Años después, al investigar un poco más sobre el proceso de urbanización en ese comienzo de siglo, pude ver cómo el racismo jugó un importante papel en la configuración de los primeros barrios populares (Pueblo Nuevo, Marañón, San Miguel, Chorrillo, San Francisco de la Caleta) y ahí apareció nuevamente Genarina, como la primera y en ese momento la única propietaria que vende tierra a los trabajadores negros del Canal que se quedan en la ciudad al término de la obra. Pero no era solo que había vendido tierras, sino que esas eran probablemente las mejores tierras de la finca, desde el punto de vista de su ubicación, 1 km al este y al oeste del río Abajo, en una zona plana entre el camino de Las Sabanas (vía España) y el camino de La Pulida. Esto incorporó a la población negra en calidad de propietaria en la ciudad y no como inquilina o peor, invasora, lo que permitió el surgimiento del barrio y luego del corregimiento de Río Abajo. A partir de 1940, cuando el área ya se había consolidado y Río Abajo era el centro urbano más importante del suburbio, se inició la urbanización de Parque Lefevre. Y así se configuró un conjunto de barrios que posibilitaron lo que el intelectual y activista Hugo Wood denominó la excepción clásica de Panamá: la constitución de una ejemplar clase media de hombres y mujeres profesionales de la etnia negra. Creo que en esa excepción está la excepcional figura de Genarina.
Hasta aquí, el asunto podría ser simplemente un ejemplo de benevolencia de una persona afortunada hacia sus semejantes. Sin embargo, Genarina fue más allá: en 1915, le donó a la Nación 20 hectáreas en el extremo oriental de su finca, junto al río Matías Hernández, con un propósito de interés público y ahí están hoy el Hospital Psiquiátrico y el Asilo Bolívar. Pero, más interesante aún, Genarina hizo parte de la Sociedad Teosófica de Costa Rica (fundada en 1904), fue fundadora de la Logia Saint Germain (fundada en 1919) y miembro de la Liga Feminista de Costa Rica (fundada en 1923). Allí, realizó labores de asistencia social, participando en el Colegio Superior de Señoritas, la Sociedad Protectora de Animales y la Cruz Roja. El diario La Tribuna de San José le dedicó, en 1927 un artículo cuyo título es elocuente: “Los constructores del bien, donde celebra y agradece la generosidad de su participación en la Colonia Escolar Permanente”.
Sirvan estas líneas para conmemorar el cumpleaños 504 de la ciudad de Panamá este 15 de agosto, como una excusa para celebrar la memoria de Genarina Guardia, como precursora de la ciudad, feminista que lleva la vanguardia en el apellido y nos muestra el camino ahora que estamos tan atribulados. Y si alguien tiene una foto de ella, que me la mande a urbio3@gmail.com, que tengo muchas ganas de conocer a mi amiga.