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- 07/06/2019 02:00
- 07/06/2019 02:00
Guillermo Herrera Castro es uno de tantos intelectuales panameños forjados en Cuba. El ganador del premio ‘Casa de las Américas' en 1994 en la categoría ensayo es una de las personalidades que participarán en el conversatorio ‘Desigualdades: una conversación ágil sobre la exclusión en Panamá', por realizarse el martes, a partir de las 5:00 p.m. Ahí el asesor ejecutivo de la Ciudad del Saber compartirá sus puntos de vista acerca de una nación que ha prosperado a partir de un activo tan valioso como el Canal pero que necesita urgentemente superar un modelo que ha tendido más hacia la exclusión que a la equidad. Son temas que Castro abordará desde la ciencia, como lo ha hecho en esta entrevista.
¿Cómo Panamá, un país con un Canal, un sistema financiero internacional, puertos y un ‘hub' aéreo puede quedar entre los países más desiguales del mundo?
Ernesto Pérez Balladares dijo en algún momento que era necesario desarrollar el país, para no subdesarrollar el Canal. Hasta ahora, la integración del Canal a la economía interna y la del país al mercado global han operado al interior de una cultura política y de una visión del desarrollo propias de mediados del siglo XX. Aun así, el Istmo ha acumulado cambios que abren paso a las transformaciones que necesita para lograr un desarrollo más armónico, integral y equitativo.
¿Es la inmadurez política lo que genera corrupción o es la corrupción lo que propicia inestabilidad y no permite que una sociedad se desarrolle y adquiera madurez política?
FICHA BIOGRÁFICA
Ha publicado obras como ‘El desarrollo del Atlántico panameño: elementos para una estrategia', ‘Cultura e ideología en el proceso político panameño', ‘Panamá: recuento y perspectivas', etc.
Nombre completo: Guillermo Castro Herrera
Nacimiento: 1950, ciudad de Panamá
Ocupación: Sociólogo, escritor y educador
Resumen de su carrera: Licenciado en Letras en la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba; maestría en Ciencias Sociales y Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México; secretario general del frente de trabajadores de la cultura. Miembro del Centro de Estudios Latinoamericanos de Panamá e investigador del Instituto de Estudios Nacionales. Columnista del semanario ‘Bayano' y fundador del Grupo Nacional de Reflexión.
La corrupción forma parte de la cultura política latinoamericana desde el siglo XVI. Puede y debe ser erradicada mediante un desarrollo mucho más vigoroso de las organizaciones de la sociedad civil, empezando por las de los trabajadores del campo y de la ciudad, y por las de base comunitaria... La corrupción es un fenómeno histórico, no natural.
A pesar de que usted ha reiterado que la sociedad panameña carece de organización, percibo que en la población, en especial los sectores de clase media para abajo, no ha desaparecido del todo el sentimiento de solidaridad como forma de resistencia...
La sociedad panameña no carece de organización, aunque está pobremente organizada. Tradicionalmente ha tenido y tiene capacidades para la resistencia solidaria cuando surgen situaciones que la demandan. Lo novedoso es la formación de organizaciones de nuevo tipo, como el Centro de Competitividad de la Región Occidental, el movimiento Ciencia en Panamá y la red Panamanglar, que movilizan y ponen en contacto entre sí a sectores antes dispersos, que ahora empiezan a formular, promover e implementar modelos alternativos de desarrollo.
¿Cuál sería el costo de una sociedad menos rica pero más igualitaria? ¿Un PIB más bajo pero un coeficiente GINI más balanceado?
Nada impide tener un PIB más alto y un coeficiente GINI más avanzado. Para eso necesitamos una economía más diversificada, una fuerza de trabajo y un sector empresarial mucho mejor educados y organizados, una gestión económica mucho más descentralizada y atenta al potencial de desarrollo de las distintas regiones del país y un sistema de recaudación fiscal mucho más equitativo. Algunos medios para alcanzar esto incluyen una política de respaldo a las actividades de investigación científica para el desarrollo de la innovación, y una política de apoyo al emprendimiento en actividades productivas que contribuyan a la formación de nuevas cadenas de valor en nuestra economía, como en el caso del aporte del sector agropecuario a la industria turística.
¿Cómo percibe que se ha venido manejando la agenda ambiental? ¿Debería el Ministerio de Ambiente promover menos y ser más celoso de la preservación de los recursos naturales?
‘Nada impide tener un PIB más alto y un coeficiente GINI más avanzado. Para eso necesitamos una economía más diversificada, una fuerza de trabajo y un sector empresarial mejor educados y organizados'.
No estoy seguro de que exista una agenda ambiental que abarque las demandas y aspiraciones de todos los sectores de la vida nacional, y las vincule de manera explícita y clara con las de la comunidad global, tal como están expresadas, por ejemplo, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. Panamá inició hace apenas 20 años la construcción de su institucionalidad ambiental, sin experiencia previa y en medio de vaivenes e incomprensiones muy severas. Al propio tiempo, la cultura ambiental del país ha venido mejorando y se dispone hoy de una oferta cada vez más amplia de profesionales para hacerla realmente eficiente... El capitalismo ha dependido tradicionalmente del crecimiento sostenido para garantizar su desarrollo. Ahora tiene ante sí el reto de hacer sostenibles ese crecimiento y ese desarrollo. Eso demanda modificar sus dependencia de combustibles fósiles y abrir líneas de actividad económica como la producción de servicios ambientales que compensen el deterioro de los servicios ecosistémicos en áreas como la captura de carbono... La corrupción conspira naturalmente contra todo modelo de desarrollo, y en particular contra aquellos realmente innovadores...
Usted ha señalado que la verdadera independencia de Panamá nació con la salida de los últimos militares estadounidenses en 1989...
La República de Panamá alcanzó el pleno derecho al ejercicio de los deberes de la soberanía al culminar la ejecución del Tratado Torrijos – Carter el 31 de diciembre de 1999, que incluyó la transferencia de la empresa canalera del Estado norteamericano al panameño. De entonces acá, el país ha hecho un valioso aprendizaje en la gestión de ese bien público, que sin duda debe ser más y mejor vinculado a una estrategia nacional de desarrollo. Eso requerirá, sin duda, reformas en la relación de la empresa pública canalera con el Estado y la sociedad nacional...
Más allá de los subsidios, ¿cómo se podría encarar la desigualdad?
La inequidad en el acceso a los frutos del progreso debe ser encarada mediante un gasto público orientado a proveer servicios sociales básicos de mucha mayor amplitud y calidad, sobre todo en los campos de la educación, la atención primaria en salud, la seguridad social... Los subsidios solo se justifican como un recurso temporal para alcanzar esos fines, nunca como un fin en sí mismo.
A pesar de la desaceleración económica, la precariedad laboral, la inoperancia de las instituciones, entidades internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, comparan a Panamá con países del primer mundo, basándose en los indicadores macroeconómicos de los últimos 10 años... ¿Cómo se balancean estas dos visiones de un mismo país?
El fenómeno es menos novedoso de lo que parece: se llama desarrollo desigual y combinado, en el que las desventajas de unos son ventajas para otros. Frente a eso, necesitamos un desarrollo integral e inclusivo, que ponga en valor todos los recursos al alcance de todos los grupos humanos del país y que, sin afectar la productividad de nuestro sector servicios, incremente de manera significativa el aporte del sector agropecuario a la riqueza nacional.