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Bibliotecas públicas, expectativa vs realidad
- 30/05/2022 00:00
- 30/05/2022 00:00
Las bibliotecas públicas panameñas, han sufrido a lo largo de toda su historia, de un abandono por parte de las autoridades. El papel que estas deben jugar en las comunidades está completamente limitado por carencias de recursos y de personal calificado. La mayoría de ellas se han convertido en repositorio de libros viejos y polvorientos. Esta imagen hace mucho más difícil que las comunidades las reconozcan como centros culturales que pueden hacer una gran diferencia no solo en términos educativos sino en cuanto a su cohesión social.
Sobre la realidad de las bibliotecas y cómo una legislación puede hacerla cambiar, la directora de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, Olga de Cuevas, conversó con La Estrella de Panamá.
Las bibliotecas públicas han tenido un lento desarrollo, por varios factores claves, el principal es que se desconoce y no se le da el reconocimiento a la importancia social, educativa y cultural que tienen y su impacto en el desarrollo y bienestar de los ciudadanos y el país. Esto no solo por parte de instancias gubernamentales, legislativas y de diferentes sectores incluido los propios ciudadanos o usuarios potenciales de las bibliotecas.
En este momento existen 50 bibliotecas públicas adscritas a la Biblioteca Nacional, la mayoría ofrecen servicios básicos tradicionales, algunas realizan actividades educativas y culturales dentro y fuera de las bibliotecas de manera esporádicas, no con la frecuencia o de manera sistemática y dinamizada que se necesita. En los últimos años se han realizado esfuerzos para capacitar a los bibliotecarios, animarlos, acompañarlos para que realicen acciones de manera que puedan vincularse y posicionarse en sus comunidades. Todo esto requiere recursos de todo tipo, personal tanto técnico como administrativos, profesionales en diferentes disciplinas, infraestructuras y equipamiento adecuados. Muchas se encuentran en situaciones precarias, algunas deben abarcar poblaciones muy grandes en edificios y equipamiento limitados con uno o dos bibliotecarios que les corresponde realizar todas las funciones y tareas.
Los bibliotecarios hacen su mejor esfuerzo bajo las condiciones actuales, principalmente con la formación base que tienen, los limitados y precarios recursos con lo que cuentan para desarrollar sus funciones, y algo que tiene que ver con la autoestima; muchos no son escuchados ni tomados en cuenta cuando claman ayuda para resolver las necesidades básicas y recursos que le permitan cumplir con la misión de la biblioteca. Hay buenos bibliotecarios, luchadores, incansables, conscientes de su papel y el de las bibliotecas para contribuir con el desarrollo personal de los ciudadanos y de la comunidad en donde están las bibliotecas, pero no tienen voz.
La Biblioteca Nacional hasta este momento ha sido el rector del sistema de bibliotecas. Ha tenido dos grandes responsabilidades: el rescate, preservación y divulgación de la memoria nacional o patrimonio bibliográfico y documental del país y el funcionamiento y desarrollo de las bibliotecas pública, adscrita a ella. La Biblioteca Nacional ha avanzado y ha alcanzado grandes logros en materia de su compromiso con el rescate y conservación de la memoria nacional, sin embargo, en el tema del funcionamiento y desarrollo de las bibliotecas públicas hace falta dedicar más esfuerzos y recursos.
La Ley tiene como objetivo desarrollar y ampliar la Ley General de Cultura en lo referente a las políticas de fortalecimiento de las bibliotecas públicas y el ejercicio de los derechos culturales mediante el establecimiento de un marco normativo que regule las bibliotecas públicas en todo el país en cuanto a su funcionamiento, servicios, organización, personal bibliotecarios, espacios y los presupuestos para esto. Si se aprueba, se reglamenta y se cumple la ley, hay esperanzas que se cumpla con estos objetivos. Garantizaría una adecuada organización y fortalecimiento institucional, ampliación territorial, financiamiento y sostenibilidad.
Si. Colombia y México, por ejemplo, tienen una ley de bibliotecas públicas reglamentada que ha impulsado grandes cambios en materia de bibliotecas públicas. Algunos países de Iberoamérica, aunque no cuentan con un marco legal especifico para bibliotecas públicas tienen un evidente reconocimiento y compromiso de instancias gubernamentales y legislativas que les ha permitido desarrollar acciones que se han constituido en políticas públicas a favor de los ciudadanos a través de las bibliotecas, Sistemas de bibliotecas sólidos y con recursos necesarios para desarrollar su labor.
Las bibliotecas públicas han ido evolucionando y se han ido adaptando a los tiempos, a los avances de la humanidad, a la tecnología de información y comunicación TIC, al ámbito digital y se han ido convirtiendo en esos espacios de socialización, de aprendizaje y capacitación a lo largo de la vida, de convivencia, de vínculos, de encuentro comunitario, de intercambio, de dialogo, para la búsqueda y solución a problemas de sus comunidad, pero para lograr esto se requiere mucha voluntad política, marco jurídico y una gran inversión.
Además de los servicios bibliotecarios básicos y complementarios las bibliotecas públicas deben desarrollar programas, proyectos, actividades, con el principio de igualdad para todos, como programas de alfabetización, de formación de usuarios, programas de fomento y promoción de lectura, escritura y oralidad, programas y proyectos especiales para los diferentes grupos etarios, personas vulnerables, proyectos para el rescate de la memoria local, programas de formación y capacitación de acuerdo a las necesidades de los usuarios, actividades que contribuyan e impulsen el emprendimiento, la economía local, el cuidado de la salud, reducción de la pobreza, cuidado del medio ambiente, acciones que contribuya a alcanzar los ODS para todos sin distinción alguna, es decir los 4.2 millones de habitantes, en igualdad de condiciones.
Las comunidades o grupos menos beneficiados de las bibliotecas públicas actualmente son las comunidades rurales, comunidades indígenas, personas discapacitadas, recluidas en sus casas, en hospitales, por alguna condición física, edad o de salud.
El sector académico a través de las Escuelas de Bibliotecología, la Asociación de Bibliotecarios, los bibliotecarios, los ciudadanos, la autoridades nacionales y locales juegan un papel importante para garantizar el adecuado funcionamiento y desarrollo de las bibliotecas, es un compromiso de todos, no solo de los bibliotecarios.
Desde hace más de 20 años la Biblioteca Nacional de manera operativa establece la figura o instancia de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas para realizar trabajos en red, para optimizar recursos, trabajos colaborativos, etc.
Con la ley de bibliotecas públicas se establece un marco jurídico y garantiza la integración de las bibliotecas públicas en todo el país. Podría fortalecerse el trabajo que se ha venido realizando en los últimos años, de manera cooperativa para promover y prestar servicios de calidad con acceso universal para contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas y el desarrollo de la sociedad.
Se definirá en la Reglamentación de la Ley. Es sumamente importante que a este tema se le dedique tiempo y especial cuidado.
El artículo que establece o que da luces sobre las autoridades competentes, indica que MiCultura es el ente rector de las bibliotecas públicas, que trabajará en colaboración con los gobiernos locales en la administración y la gestión de recursos para el funcionamiento de las bibliotecas públicas. El Ministerio transferirá de forma parcial y progresiva lo referente a la organización y administración de las bibliotecas públicas a los gobiernos locales. La reglamentación de la ley establecerá las competencias que podrían ser transferidas y los lineamientos que deberán seguir para que se haga efectiva dicha transferencia.
Es comprensible el resquemor, por eso es importante la reglamentación de la Ley y la clara definición de las competencias de MiCultura y de todas las instancias involucradas y especialmente la participación ciudadana.
Se necesitará mucha información y conocimiento del rol de las bibliotecas públicas, mucha voluntad política y mucha inversión. Apuesto a la definición del país que queremos, de los ciudadanos que queremos, de la sociedad que queremos, de las bibliotecas públicas que queremos, como información base para el Plan de desarrollo de las bibliotecas públicas como lo indica la ley o un plan estratégico a mediano o largo plazo con planes operativos, con metas, indicadores y estándares que nos permitan medir y por supuesto e imprescindibles contar con las partidas presupuestaria requeridas.
Se conformó una comisión técnica, se realizaron varias reuniones para la revisión, aportes y redacción del borrador del anteproyecto de ley, la oficina del diputado consultó con otros profesionales e instituciones nacionales e internacionales como Iberbibliotecas. Creo importante que esta comisión siga trabajando y que se involucren otros profesionales que aporten en la redacción de la reglamentación.
La Ley general de Cultura, tiene mucha letra menuda y también letra grande que permite asirse o invocarla para el fortalecimiento y desarrollo de las bibliotecas públicas. Esto es clave, porque las bibliotecas públicas son instituciones fundamentales para el desarrollo de sociedades democráticas, por lo que la mesa técnica que trabaja con el diputado y MiCultura, en este anteproyecto, a mi juicio, debe dialogar, investigar experiencias exitosas y visualizar cómo funcionaria en la práctica y trabajar de manera paralela la redacción de la reglamentación, con base en la experiencia local e internacional, un diagnóstico de la situación actual y el país que queremos.
El Plan Nacional de Lectura es otra de las políticas públicas que se establece en La ley General de Cultura artículo 169 y el anteproyecto de ley de las biblliotecas públicas también impulsa este compromiso. Las bibliotecas públicas no pueden estar desvinculadas del fomento y promoción de la lectura, de hecho, las bibliotecas con base en un Plan nacional de lectura o sin él deben diseñar y ejecutar programas de fomento o promoción lectura, escritura y oralidad.
Es una forma de acercar a los ciudadanos a los libros, lectura, información, al conocimiento y a la educación permanente. Es inherente a las bibliotecas, cualquier tipo de biblioteca.