Alicia Viteri, una artista que tomó su lugar en la escena latinoamericana

Actualizado
  • 07/12/2020 00:00
Creado
  • 07/12/2020 00:00
Aristides Ureña Ramos, maestro de la plástica panameña, comparte desde las letras la historia Alicia Viteri, una artista cuyo trabajo y esfuerzos por seguir cultivando el arte contemporáneo en Panamá, merecen reconocimiento
'Flores', Alicia Viteri.

Al regresar esa tardecita a mi casa, me acosté en mi cama y, mirando al techo de mi habitación, me inundaron miles de imágenes de mezclados recuerdos - aquellos que me habían impactado - de mi reciente visita.

Entre esos recuerdos flotaban una gran finca en las periferias de la ciudad de Pasto, Colombia, una niña que coqueteaba con la imaginación de su ingenua edad y un premuroso padre que, pese a su vejez esculpía añorados episodios que solo un relato de la pluma de García Márquez describiría y que, tal vez… nos regalaría nuevos Macondos.

Sin darme cuenta, percibí que ese lugar era común para nosotros - los que enamorados de esta vida seguimos fantaseando inexplorados mundos - por esto, es digno de ser narrado y compartido con cada uno de ustedes.

A veces sucede que tenemos la necesidad de encontrar dimensiones que nos excluyan de pensamientos agobiadores. Esa es justamente la sensación que me guió para encontrarme con Alicia Viteri, artista muy conocida por todos ustedes, la que me permite escribir en un profundo respiro, esta amena tertulia.

En ese lejano pueblo del área rural de Colombia, entorno a la segunda mitad de los años cuarenta, se encontraba en un rincón de su casa, un altar de la virgen del Carmen y una madre devota que, sin medir amor, marcó a su hija Alicia con ese segundo nombre. Colocándole como una flor de honorabilidad el bastión identificativo, que tendrá que llevar en reconocimiento a la Santísima protectora, para que interceda en momentos de peligro a su pequeña criatura. Regalo vaticinador, por ser acto sublime de amor materno que condujo la vida exitosa de Alicia del Carmen Viteri, sin abandonarla. Y ese respiro vive aún en cada palabra y gesto memorial expresado por nuestra anfitriona.

'Consejo de Ministros', acrílico+collage sobre lienzo, Alicia Viteri.

Es la menor de tres hermanos, que la acompañaron durante el crecimiento de nuestra artista hasta la prematura desaparición de su madre y, pocos meses después, de su padre. Estos trágicos momentos sucedieron cuando menguaba el ímpetu de su infancia, para que se forjara con dureza el carácter necesario para construir su adolescencia.

Y Alicia logra con mucha tenacidad imponerse - con espléndidas anécdotas - con su condición de mujer de criterio, en un mundo conservador donde los patrones de comportamiento de la sociedad exigen conductas adoctrinadoras que asfixian la individualidad femenina. Pues duro resulta el andar para una mujer, en los solitarios senderos hacia la plena autonomía individual.

Desde ahí inició su camino hacia la disciplina moral y libertaria, que la sostuvo en cada periodo de su crecimiento, gallarda aptitud para marcar los surcos donde germinar sus innatas ambiciones.

Primera vez en Panamá

Vuelvo a interrogar a mis recuerdos y me veo sentado en una cómoda butaca en la mansarda de un edificio frente al mar y a Alicia que, con su amigable sonrisa y su siempre presente acento, me conduce a esa etapa de sus dieciséis años, cuando hace un tour por varios países centroamericanos… y agarrados de su mano, nos trasporta a un Panamá derretido por el sol tropical, con una Avenida Central de variopintos colores y bizarros almacenes.

También una fotografía del 65 en las esclusas de Pedro Miguel y un fiel protector sacerdote Hugo Zolaque (de la orden de los Carmelitas) organizador del meticuloso viaje.

El viaje continúa por Costa Rica, Guatemala, hasta aparecer en Guanajuato (México), la ciudad de las grotescas momias que quedaron registradas en la memoria de Alicia. Entonces su llegada a Nueva York donde pensó haber encontrado su nuevo hogar, pero con voz firme me dice: “Tuve que regresar a Bogotá, donde aprendí los primeros rudimentos de la disciplina artística”.

Universidad de los Andes, Bogotá

“Mi mundo, se enriquece en la facultad de Bellas Artes, donde me gradué” entonces Alicia mima con sus manos los gestos donde va enumerando los nombres de Antonio Roda, Luis Caballero, Santiago Cárdenas y Umberto Giangrandi, maestros que abrieron luz en su camino, narrando de cada uno de ellos gustosos y grotescos momentos de su aprendizaje artístico… y a decir verdad, que fortalecen (en ella) el innato talento hacia los conceptos académicos del buen dibujo, el fuerte trazado del esbozo, el ojo culto que entiende los claros y oscuros… y el amor por el difícil mundo del grabado.

Stephan Proaño el punto fijo, donde gira el sol

Detrás de las gafas de Alicia, unos grandes ojos se abren al cielo al hablar de Stephan, pues: “Aristides ¿cómo puedo explicarte la hermosura del universo?” me dice, cuando su mirada se inunda de emoción y el respiro se hace corto… pues todo se estremece en torno a estas palabras al hablar de su esposo.

En cada historia exitosa de amor se encuentran dos maravillosas personas que han sudado bajo inquebrantables momentos las penurias y abundancias que fortalecen esa unión. Pendo del verbo de Alicia, el cual me hace volar de emoción, sin contar minutos de mi presencia en su taller, pues en cada respiro de Alicia, Stephan es el punto fijo donde gira el sol.

1971, el Panamá vestido de espíritus costeños

“Viví la fundación del MAC, creé talleres de grabados en distintos lugares y cuando pude, enseñé pintura. Aunque nunca me gustó ser profesora de pintura, por mi carácter demasiado exigente y jodido”, confiesa.

Alicia es una de las promotoras de las Bellas Artes en Panamá. Desde su llegada a tierra istmeña, se incorpora al mundo artístico aportando parte de sus conocimientos. “Mi serie de los insectos grabados en blanco y negro, impactó el ambiente artístico panameño”. Así se desenvolvió en el mundo artístico profesional, marcando confines dentro de la historia de las expresiones artísticas panameñas

“Trabajé una serie sobre los 'Carnavales' y los 'Funerales', que culminé con una tela de grandes dimensiones” donde la crítica social a la burguesía y a las instituciones gubernamentales era desnudada en grotescos momentos. Aparecen los collages donde su serie 'El Príncipe Próspero', nos habla de la corrupción y los vicios de la sociedad latinoamericana.

Así llega a su maravillosa 'Memoria Digital' por el año 2002, apropiación de sus memorias fotográficas, revisadas a través de las modernas técnicas donde sobresale la capacidad de mantenerse fiel a un personal discurso estético, un coherente hilo conductor que abarca desde sus primeros trazos en las láminas de grabados hasta el día de hoy.

Stephan Proaño y Alicia Viteri.
La intimidad artística de Alicia Viteri

En el espacio entre mi almohada y el techo de mi habitación, siguen volando figuras, imágenes de cabríos animales, grotescos militares y excéntricas damas. Y la voz de Alicia que explica cada figura. Aquella niña (de Pasto) de grafía burlesca, de sincretismo estético, de adquirida maestría, se tomó su lugar en las expresiones artísticas latinoamericana, sin pedir permiso ni benevolencia. Más bien con la fuerza de su innato talento y la protección de su padre y su esposo que vuelan junto a ella… y la virgen del Carmen suspendida en el corazón de su madre, que ampara a su tierna criatura sin fallarle.

Gracias Alicia del Carmen Viteri, por hacernos soñar a ojos abiertos tantas emociones que siguen flotando en este momento en las casas de nuestros lectores.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones