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Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz argentino, cumple 90 años
- 29/11/2021 00:00
- 29/11/2021 00:00
El premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, activo referente por la defensa de los derechos humanos, presidente de la organización cristiana ecuménica, Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) y detenido por más de un año durante la última dictadura argentina (1976-1983), cumplió el pasado viernes 90 años.
En el día de su natalicio, el titular de Serpaj fue felicitado por infinidad de instituciones y personas, entre ellos el comité del premio Nobel y el presidente de Bolivia, Luis Arce, quien le envió un fuerte abrazo por su cumpleaños.
Reconocido en 1980 con el premio Nobel por su aporte al establecimiento de la paz, la justicia y la defensa de los derechos humanos de forma no violenta en Argentina y Latinoamérica, Pérez Esquivel recibió este galardón en nombre de los pueblos de América:
“Me siento emocionado y a la vez comprometido a redoblar mis esfuerzos en la lucha por la paz y la justicia. Puesto que la paz solo es posible como fruto de la justicia, que esta verdadera paz es la transformación profunda de la no-violencia que es la fuerza del amor”, expresó entonces.
Hijo de un inmigrante gallego y una argentina descendiente de guaraníes, Pérez Esquivel nació en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1931. Fue el tercero de los cuatro hijos que tuvo el matrimonio.
Al fallecer su madre, las dificultades económicas impulsaron al padre a retornar a Galicia para trabajar como pescador y poder enviar dinero a sus hijos.
A los 3 años de edad, Adolfo quedó pupilo en el Patronato Español de la capital argentina, más tarde vivió un período con su abuela materna Eugenia y finalmente regresó con su familia al barrio porteño de San Telmo, donde finalizó sus estudios en un colegio franciscano, formación que influyó profundamente en su pensamiento.
A pesar de las dificultades económicas, logró estudiar arquitectura, se dedicó a las artes plásticas, ejerció la docencia y es autor de varios libros. Está casado con Amanda Guerreño, a quien conoció durante sus estudios y con quien tiene tres hijos.
En 1974, junto a diversos grupos cristianos ecuménicos, crea en Argentina y América Latina el Servicio Paz y Justicia.
Unos años después participa en la conformación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, organización que cumplió un rol fundamental en el registro de denuncias y testimonios de familiares de desaparecidos o víctimas del terrorismo de Estado en Argentina.
En 1976, con el objetivo de diseñar programas para el desarrollo de comunidades originarias y otros grupos necesitados de Latinoamérica, comienza a recorrer diferentes países.
El 4 de abril de 1977 fue detenido por la dictadura argentina, estuvo encarcelado durante 14 meses en los que sufrió torturas y sobrevivió a un “vuelo de la muerte”. Por la presión internacional fue liberado en 1978, cuando el país celebraba el Mundial de fútbol.
Sobre los horrores que vivió en esos años expresó: “Yo no conservo odio ni rencores, lo que buscamos es la verdad, la justicia, la reparación del daño hecho para que no vuelva a ocurrir nunca más”.
Tras el Nobel, Pérez Esquivel fue miembro del comité ejecutivo de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de la ONU, también participó en diversas misiones internacionales y en campañas de resolución de conflictos.
Es presidente del Consejo Honorario del Servicio Paz y Justicia Latinoamericano y de la Comisión Provincial por la Memoria, la Liga Internacional para los Derechos Humanos y la liberación de los pueblos, con base en Milán, y miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos, con sede en Roma.
En 2020, al cumplirse 40 años del galardón, la Casa Rosada le realizó un homenaje y el papa Francisco le dedicó unas emotivas palabras: “Gracias, Adolfo, por tu testimonio en los momentos lindos, pero también en los momentos dolorosos de la patria. Por tu palabra, tu coraje y por tu sencillez”.
A sus 90 años, Pérez Esquivel continúa su labor por los derechos humanos en la Fundación Servicio Paz y Justicia y participa activamente del “Proyecto Aldea Niños para la Paz”, programa que asiste a menores en situaciones sociales precarias.
Adolfo Pérez Esquivel, (26 de noviembre de 1931, Buenos Aires, Argentina), estudió arquitectura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de La Plata. Se desempeñó como docente por 25 años y en 1971 comenzó a involucrarse en movimientos que luchan por la paz y la justicia.
Para el año de 1973, funda el periódico Paz y Justicia que pronto se convirtió en la cumbre del movimiento pacifista y de defensa de los derechos humanos en el área de influencia latinoamericana, y el “Movimiento Ecuménico Paz y Justicia” con diversos grupos cristianos. Dos años más tarde participó en la creación de la “Asamblea Permanente por los Derechos Humanos”, describe el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) en su sitio oficial.
Según el documento, a partir de 1976, Pérez se dedicó a viajar por el mundo y a diseñar programas de ayuda y desarrollo para comunidades indígenas latinoamericanas, movimientos obreros y otros grupos de personas necesitadas.
Sin embargo, estuvo preso en Argentina por la dictadura militar del presidente Jorge Rafael Videla durante 1977 y 1978, pero durante ese período de prisión recibió el premio Memorial de Paz Juan XXIII otorgado por la Pax Cristi Internacional. En 1980 se le concedió el premio Nobel de la Paz por su lucha en favor de los derechos humanos y al poco tiempo fue designado miembro del comité ejecutivo de la Asamblea Permanente de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, describe la nota.
Además, Pérez ha contribuido con numerosas misiones internacionales, como 'Barco por la Paz a Nicaragua', 'Barco por la Solidaridad a Polonia' y campañas de resolución de conflictos en Sudáfrica, Afganistán, Oriente Medio y Tíbet, entre otras. Entre sus innumerables trabajos literarios se destaca Caminando junto al pueblo (1995), donde cuenta sus experiencias en la lucha por el ideal de la No-Violencia en América Latina. En la actualidad, Esquivel dedica su tiempo a la Fundación Servicio, Paz y Justicia (Serpaj) y al proyecto Aldea Niños para la Paz que atiende a numerosos menores en estado de riesgo social, mencionó Serpaj.