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Escalando el Everest con una estrella en las manos
- 11/06/2023 00:00
- 11/06/2023 00:00
La vida de Francesca Muñoz estaba escrita en las estrellas, muchos años antes de siquiera nacer. Una vida llena de ambiciones, sueños y metas que cumplir desde muy temprana edad. Su destino se encontraba ya pactado entre los astros del cielo y fueron revelados a su madre por una psíquica quien le manifestó que tendría una hija y que esta, llevaría consigo una estrella en la mano como señal de que estaba destinada a grandes cosas.
El destino se volvió real el 20 de abril de 2002. Francesca Sophia Muñoz Caparo nació en Pensacola, Florida (Estados Unidos) y desde muy pequeña hizo justicia a esa revelación que se le había compartido a su madre. Una chica apasionada por los deportes, el arte, el teatro y cualquier actividad en la que pudiese participar, Francesca formó su propio camino, impulsado en causar un impacto, por más pequeño que fuese, en la sociedad y el mundo a su alrededor.
Llegó a Panamá a sus 12 años y se propuso a marcar una diferencia en el país. Es activista social, fundadora y miembro de organizaciones y grupos en Panamá y a nivel internacional que velan por los derechos humanos y el cuidado del medio ambiente. Entre sus reconocimientos resaltan su posición como representante de la Asamblea Ciudadana Climática de Glasgow, por lo que fue expositora de la COP26 que llevó a cabo en el 2021 en la capital escocesa.
En Panamá, Muñoz inició organizaciones y programas como Power 4 Girls y Red Talks dedicados a enaltecer el rol de la mujer en la sociedad por medio de charlas, actividad en redes sociales y lecciones gratuitas de defensa personal.
Su curriculum vitae abarca grandes logros, pero desde el 30 de agosto del presente año, con tan solo 21 años de edad, se embarcará en una expedición de 15 días para cumplir el primer sueño que definió su lista de deseos: llegar al campo base del monte Everest.
“Siempre he sentido cierta afinidad por las vistas”, reveló mientras platicaba con 'La Decana' sobre su vida. “Una vez leí un libro que citaba al Dalai Lama diciendo que su mayor tranquilidad ha sido estando en el Himalaya y yo creo mucho en la espiritualidad. También me interesé por la región y cultura de Nepal”.
Conectada con varias organizaciones, Francesca se dio cuenta que existía la posibilidad de hacer su sueño realidad y decidió recaudar fondos para el World Wildlife Fund (WWF) con el reto de llegar, junto a otros 14 compañeros, al campo base del monte Everest, siendo ella la líder quien los guíe.
La expedición, como tal, es un reto demandante. Aquellos quienes asuman el desafío deberán someterse a varías horas de caminata en ascenso por aproximadamente 11 días para luego descender entre 48 y 72 horas soportando las duras condiciones de temperatura y elevación. A pesar del Everest ser la montaña más alta de la superficie de la Tierra (5.645 metros sobre el nivel del mar), Muñoz reveló al diario que el verdadero reto no se debe a la condición física del viajante, sino a su estado mental.
Aunque faltan varios meses para que inicie esta aventura, la activista social ya tiene sus planes hechos para la travesía. “Llevaré las banderas de todas mis nacionalidades y lugares en los que he vivido”, contó. Además planea emprender un proyecto en el que documentará todo el recorrido de inicio a fin de manera fotográfica en el que también entrevistará a locales, tomando sus retratos, escarbando la historia nepalí y el efecto climático que la región ha tenido en los últimos años.
“El Himalaya es una zona que ha sido afectada en los últimos 20 años por el turismo y la contaminación”, informó Muñoz. “Me gustaría compartir esta realidad y representar la población y cultura de la región de la manera mas justa posible”.
La expedición presenta muchos retos, comenzando desde la vibrante capital de Nepal, Katmandú. Los viajeros tomarán un vuelo a Lukla en un avión bimotor para luego comenzar su caminata hacia el corazón del Himalaya nepalí.
El primer día de ascenso supone una caminata entre 4 a 5 horas para completar los primeros 9 kilómetros de la aventura. Por los siguientes nueve días restantes, los viajeros caminarán entre 10 a 15 kilómetros diarios, con ciertos días en los que deberán aclimatarse ya sea descansando o disfrutando de paseos leves donde tendrán la oportunidad de contemplar las vistas a su alrededor.
Solo podrán disfrutar de la cima por unos minutos por lo cual Muñoz no quiere enfocarse en fotografías, sino aprovechar la oportunidad para meditar y reflexionar sobre su vida. “Lo importante es estar en el momento y disfrutarlo al máximo”, dijo.
La joven de 21 años se está preparando con la ayuda de meditación y ejercicios pero sobre todo, su motor se define por ese deseo que se propuso a cumplir desde muy pequeña y que se ha dedicado a llevar con el pasar de sus años.
Francesca Muñoz se cerciora de vivir cada uno de sus días al máximo sin arrepentirse de las acciones que ha tomado hasta el momento. “Una persona nunca se arrepiente de las cosas que hizo, sino de lo que nunca logró hacer”, afirma al conversar con La Decana.
Su camino se allana velando por el medio ambiente, la seguridad y salud mental de la sociedad y luchando contra la crisis climática. Estos pilares han sido de extrema importancia para ella, razón por la cual llegó a formar organizaciones y programas que velen por estas causas.
Muñoz llega a las instalaciones de La Estrella de Panamá para compartir su historia, asegurándose de no dejar ningún cabo suelto. Cuenta cada uno de sus logros minuciosamente y con mucho orgullo. Reconoce que es un trabajo que requiere de mucho esfuerzo y disciplina, características que sin duda resaltan en ella. Es fundadora y presidenta de Power 4 Girls, una organización que defiende el rol y protección de la mujer en la sociedad.
Es también fundadora y miembro de organizaciones y plataformas como Juventud Interactiva, Amando mis Raíces, Consejo de las Olimpiadas Especiales Panamá y Fresh Latam.
Al hablar, su acento marca una procedencia distinta de inmediato. Cuenta que nació en Estados Unidos donde vivió hasta sus seis años, luego en Perú hasta las doce y en Panamá hasta diciembre de 2020 cuando decidió asistir a la Universidad de Glasgow en Escocia. Además resaltó ser parte mexicana e italiana, una mezcla de raíces que para ella, son un inmenso orgullo, lo cual remarcó en su cuenta de Instagram adornada por estas seis banderas.
Su silueta se define por una estatura de 1'70 cm, un cabello rizado con gran volumen que cubre sus orejas, ojos marrones y una sonrisa que emana dulzura. Su postura es eguida al sentarse y demuestra cierta formalidad, tal vez aquella que ha mantenido por años, señalando la responsabilidad en las metas que se ha propuesto desde muy joven.
Su cuerpo se arropa de un pantalón negro ancho y una blusa crema manga larga con detalles florales grises y negros. Sus accesorios parecen ser parte importante de su atuendo: anillos en sus dedos índice y anular de su mano derecha acompañados por una pulsera en la muñeca, una cadena delgada que cuelga de su cuello y por último, en su mano izquierda, dos anillos reposan en sus dedos medio y meñique con un reloj marcando la hora.
Cada uno de estos accesorios parece definir algún momento en la vida de Francesca. Pero hay una marca que la acompaña a todas partes, una que nunca podrá borrar y que ha permanecido con ella desde mucho antes que llegara a ser la activista que es hoy día. Cerca de su muñeca izquierda, reposa un tatuaje con tinta negra compuesto por siete líneas que rodean un pequeño círculo.
“Simboliza la Estrella del Norte”, explicó mientras observaba esta marca con mucha atención. Su mirada viaja hacia su madre quien se encuentra frente a ella. “Cuando me siento derrotada, mi madre es mi mayor apoyo y siempre me recuerda que yo nací con una estrella en la mano, destinada para lograr grandes cosas”.
Desde aquella revelación mucho antes de nacer, el destino ya estaba escrito para Francesca. La Estrella del Norte será una marca que no solo vivirá en la mente de una madre e hija, sino que acompañará a la joven activista en cada paso de su vida, recordándole del poder y destino tan prometedor que tiene y seguirá teniendo a lo largo de los años, definido por su deseo de impactar al mundo.
Francesca reveló al medio que su mayor inspiración en la vida son sus padres. “Fueron a Estados Unidos como inmigrantes y empezaron sus propios negocios”, explicó. “Yo los ayudaba en su restaurante como pudiese, razón por la cual crecí rodeada de mucha gente y eso me permitió darme cuenta que me gustaba brindar un servicio y ayudar a los demás”.
Desde sus cinco años, Muñoz sabía que quería dedicarse a los negocios internacionales y ser un apoyo para los más necesitados. Al llegar a Panamá, comenzó a hacer voluntariados con organizaciones como Olimpiadas Especiales Panamá y fue la presidente de su grupo de beneficencia en la escuela, My World lo que le permitió evidenciar el impacto que podía tener en las personas. “Esto me dio la idea de querer estudiar sociología como una segunda carrera para algún día dedicarme al emprendimiento social”.
En 2017, con tan solo 15 años, decidió empezar su propia organización y fundó Power 4 Girls, una idea que nace con la misión de enseñar a chicas todo sobre defensa propia y brindarles clases gratuitas con el fin de que puedan salir a la calle y sentirse seguras de sí mismas.
“Siempre me he considerado una persona feminista”, reveló. “El feminismo no se basa son en igualdad y empoderamiento, sino en darle ese reconocimiento a la mujer y su rol en la sociedad. No se trata de luchar por cuál género es superior, sino entender que todos jugamos un papel en este mundo y merecemos respeto y la tranquilidad de poder disfrutar nuestra vida sin miedos ni prejuicios”.
Al llegar la pandemia, los planes de Power 4 Girls tuvieron que cambiar puesto que era imposible mantener las clases que se impartían. “Tuvimos que darle un giro al programa y enfocarnos en la concientización por medio de posts educativos en redes sociales”, explicó Francesca. “Nos enfocamos en las voces de mujeres e hicimos el Power Summit 2021, un evento a nivel internacional de manera virtual en el que tuvimos a expositoras de diferentes industrias compartiendo sobre el rol de la mujer en la sociedad y los sectores laborales”.
La activista explicó que actualmente Power 4 Girls se encuentra en pausa ya que muchos de sus miembros, incluyéndose, se encuentran en el extranjero estudiando. Por el momento, mantienen un proyecto llamado Red Talks el cual consiste en concientizar a la población sobre la menstruación y desestigmatizar este ciclo natural para que deje de ser un tabú.
“Se nos ocurrió hacer talleres para enseñarle a mujeres de bajos recursos, como crear toallas reutilizables de tela. De igual manera quisimos donar copas menstruales en estas regiones e ir a escuelas para enseñarles sobre este tema”, informó.
Francesca se ha dedicado a marcar una diferencia no solo en Panamá, sino en cualquier país que visite y pueda causar un cambio. “No se trata de vivir por mí misma sino el impacto que puedo tener en otras personas sin importar el lugar que visite”.
Francesca Muñoz siempre supo que quería estudiar en el extranjero. “Mi plan siempre fue estudiar en Estados Unidos pero debido a la pandemia, todas las universidades dictaban clases virtuales y no quería tener esa experiencia”.
Sus planes tomaron un salto hasta Europa donde envió solicitudes a 12 universidades en el Reino Unido. Fue aceptada en todas. “El reto ahora era escoger a cual quería asistir”, dijo entre risas. Su método de solicitudes universitarias se basó en los ratings y oportunidades de networking que ofrecía cada universidad.
Su decisión se definió por un sueño que tuvo en el que asistía a la Universidad de Glasgow en Escocia y el 25 de diciembre de 2020, cuatro días después de recibir su diploma de bachillerato, tomó un avión al Reino Unido.
Sus clases fueron un reto que tomó con mucha responsabilidad puesto que “eran muy didácticas y la competitividad era inmensa”. Con tan solo siete meses en Escocia, Muñoz se postuló para formar parte de la Asamblea Ciudadana de Clima donde ella era la única extranjera.
Junto a su equipo, presentaron 16 resoluciones al Consejo Municipal en Glasgow con el fin de atacar los problemas del medio ambiente. De estas, Francesca propuso tres ideas. La primera tenía la misión de establecer un mejor control de desechos de comida fomentando la donación a albergues o venta a menor costo la cual también ayudaba a reducir la crisis del costo de vida que existe actualmente en Europa.
La segunda idea se basaba en un jardín comunitario con acceso a productos vegetales limpios y la última, impulsaba las capacitaciones dentro de las escuelas para fomentar los trabajos verdes.
Esto le ayudó a ser escogida junto a otro representante de la Asamblea para servir de expositora en la COP26 que se celebraba en Glasgow en el 2021. “Tenía esta idea en mi lista de deseos: ser parte de un evento de las Naciones Unidas antes de los 30, y lo logré a mis 19 años”, dijo. “Me sentí feliz de representar no solo a los jóvenes, sino también a Panamá. Para mí siempre ha sido importante llevar conmigo mi bandera latina”.
Francesca no se rinde hasta lograr lo que quiere y lucha hasta que cualquier idea que se le venga a la mente, se vuelva realidad.
En su computador tiene un documento el cual ha sido testigo de cada uno de estos deseos y el momento en que los cumple. Empezar una organización, estudiar en el extranjero, hablar en un evento de las Naciones Unidas, hacerse un tatuaje, viajar y ser parte de un musical son una de las tantas cosas que forman parte de su lista de deseos y ha logrado cumplir con tan solo 21 años. Pero esto no termina ahí.
La joven tiene más de 200 puntos escritos en su lista de deseos y cada día va agregando más y más sueños. Francesca desea iniciar una organización que le permita ayudar a una región diferente que le permita enriquecerse culturalmente, brindar apoyo físico y psicológico a mujeres quienes han pasado por mutilación genital, lograr una maestría en emprendimiento social, un doctorado enfocado en sociología o filosofía, conocer todos los países del mundo(…). Así, su lista se va incrementando y sus sueños por cambiar al mundo siguen firmes.
Su mayor apoyo son sus padres y se define a sí misma como “ el producto de una familia de inmigrantes ilegales en Estados Unidos que lo dieron todo por llevar a su familia adelante”.
La vida de Francesca Sophia Muñoz Caparo ha tenido grandes logros y no pretende ponerle un freno a todo esto ya que cree en el poder que brindarle algo positivo a una persona, tendrá en el resto de su vida porque “no hay tal cosa como un impacto pequeño, solo es un proyecto pequeño que se convierte más grande cuando hay personas que se le unen”.