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- 09/02/2020 00:00
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El verano trae consigo un viento especial. Un viento que huele a quema y flores, que mueve las ramas de los árboles y que se siente nostálgico, incluso para los niños. Fue ese viento el que hace mucho tiempo levantó miles de cometas hechas de birulí, un tallo que sacan de la caña de azúcar. Y fue ese mismo viento el que cargaba con el sonido de los run runes, o las colas de las cometas. Hoy, aprovechando la brisa de verano, miles de cometas toman vuelo en Panamá Pacífico, celebrando el vigésimo Festival de Cometas y Panderos, organizado por la Asociación de Profesionales Chino-Panameña.
Miles de panameños han participado de este festival por más de 20 años. Diferentes actividades, como venta de comidas, juegos para niños y el concurso de cometas artesanales, hacen de este evento una experiencia inolvidable, digna de un día de verano. “Para Aprochipa es una alegría celebrar 20 años del Festival de Cometas y Panderos”, compartió Sandra Chiam, directora del XX Festival de Cometas y Panderos. “La idea de esto es que los niños vean una opción de hacer algo diferente sin estar recurriendo, como todos los días, al celular. Que los niños se diviertan, corran, jueguen”.
Las cometas tienen una historia milenaria, cuyas raíces yacen en China. “Las cometas son de origen chino. Nacieron hace más de 1,200 años a.C. y eran un medio de comunicación”, explicó Chiam. “Era una forma de comunicarse en tiempos de guerra, por ende los mensajes que transmitían con las cometas eran anuncios de guerra, paz o algún tipo de movimiento táctico, así que era importante la comunicación con las cometas. Hoy, las cometas son realmente una forma de juego o de entretenimiento” comentó Chiam.
En Panamá, las cometas han sido un pasatiempo popular entre los jóvenes. Sin embargo, hoy no se vuelan tantas cometas como antes, según el músico y maestro cometero Juan Castillo.
Castillo aprendió a hacer cometas por pura casualidad. “Cuando era chiquito, y regresaba de mi escuelita a la tienda de mis abuelos en Calidonia, pasaba por donde unos señores que hacían cometas. Estamos hablando de los años 60. Eran 'extremos': uno, japonés y el otro era antillano. Ellos eran zapateros y cosían cuero, pero hacían cometas todos los veranos”, contó. “Una vez, el zapatero me dijo que si quería una cometa de esas tenía que ayudar a cortar papeles para hacerla. Yo me puse a cortar papeles y terminé aprendiendo a hacer cometas con ellos. Aprendí a hacer cometas de dos pisos, cometas que giran... de todo”.
Era una tradición que entusiasmaba a todos los jóvenes. No era solo levantar la cometa, sino ver volar con eficacia la cometa que tomó tiempo y dedicación.
Por esto, este festival también promueve la creación de las cometas a través de la competencia de cometas artesanales.
En cuanto al debate de las cometas artesanales versus las comerciales, Castillo considera que “las cometas comerciales no son funcionales porque vuelan y vuelan, pero no tienen estabilidad. Mientras que las artesanales sí, porque uno le pone frenos de tirantes y frenos de cola. Son más estables volando”.
Castillo recuerda su niñez al rededor de las cometas con nostalgia, pero con mucho orgullo también. “Cuando yo era chico, existían los panderos Libby's, una marca de jugos. Ellos por cambiar etiquetas, te daban cometas. Para nosotros era un poquito complicado comprar las cometas comerciales y lo que hacíamos era que construíamos cometas artesanales, o de Libby's ”.
Aparte de hacer las cometas, volarlas también era una aventura. “Hacíamos guerra de Gillette”, compartió Castillo entre risas.
Las navajas se amarraban en el hilo de la cometa y al acercarse a otra, le cortaban el hilo. “Pero tengo tan mala suerte que yo siempre perdía porque mi cometa era muy estable. Y a las otras cometas yo les llamaba las cometas locas, se movían en todas las direcciones. Y por eso dos veces me cortaron a mí, de maldad”, dijo Castillo. “Eran esas cosas lo que realmente nos entusiasmaba”.
El Festival de Cometas y Panderos comenzó hace 20 años en una pequeña parte del parque Omar. “Se creó para rescatar las tradiciones. Las cometas son de origen chino y nosotros quisimos rescatar una tradición milenaria y compartirla con la ciudadanía panameña, como un aporte nuestro para la cultura”, dijo Chiam. “Para nosotros es un reto hacer el festival todos los años, mantener vigente la tradición cultural de esta mezcla de China y Panamá”.
“Nosotros en Aprochipa, como paisanos también queremos rescatar esa tradición. Hacerla pública, compartirla y crear momentos de esparcimiento para los niños”.
Según Chiam, el festival ha ido creciendo. “El año pasado tuvimos, por taquilla, 5,000 personas. Este año esperamos 7,000 personas y 5,000 cometas volando a la vez”.
Esta evolución tiene un significado especial para todos los que han estado involucrados en el festival. “Muchísima gente ha crecido con nosotros. Niños que participaron hace 20 años, hoy llegan con sus hijos a volar cometas. Ya es una tradición de muchas familias”, compartió Chiam. “Ver a esos chicos que han crecido con nosotros y que hoy traen a su familia, no tiene precio”.
Incluso Castillo es veterano de la competencia de cometas artesanales del Festival de Cometas y Panderos. “He participado dos veces en el concurso del festival. La primera vez fui y tuve mala suerte”, contó Castillo. “La segunda vez hice una cometa hermosa, pero no iba con el tema del concurso”, explicó.
Pero este año, él junto a su nieto, se han preparado con convicción para ganar el concurso. “Este año yo no iba a hacer una cometa pero mi hermana me mandó a decir: Juan, viene el festival de las cometas, yo creo en ti, yo sé que te lo vas a ganar. Entonces fue por eso que la empezamos a hacer”, compartió Castillo. “Mi familia siempre me apoya”.
Este año han creado una cometa especial. “Es una cometa inventada. Es bambú con papel de cometa, una cosa sencilla”, explicó Castillo. “Ella está tejida, se llama la Spider Comet, porque tiene forma de telaraña. Iba a ser rojo y negro, por el Hombre Araña, pero mi nieto no quiso. Me dijo que quería bastantes colores”.
Esta cometa será una colaboración entre Castillo y su nieto. “Él me está ayudando y, casualmente, esta cometa es para él”, explicó Castillo. “Mi nieto lo disfruta mucho, él es feliz con su cometa”.
Fue con la misma cometa que Juan Castillo ganó el concurso de Boy Scouts hace 50 años. “Cuando estaba aprendiendo a hacer cometas, vi una que tenía forma de estrella, intenté hacerla y me quedó como un vitral. Cuando la volé, se veía hermosísima y gané el premio”, comentó Castillo.
Pero este año será aún más especial. “Esta va a tener una cola larga, pero no se la he pegado todavía, sino hasta cuando vaya a volar. Le voy a hacer una rata que quede colgando. Es que es el año de la rata para los chinos. Este año sí vamos con el tema”, dijo Castillo. “Además, lleva unos flecos de tira hermosos”.
Para otros, el proceso de preparación para el festival es diferente. En un taller organizado por Aprochipa, se construyeron cometas artesanales, paso a paso. Entre risas y colores, los participantes se transportaron a su niñez y despertó la creatividad de cada uno. Al concluir el taller, todos estaban impacientes por salir a volar su cometa.
De la manera que sea, con la preparación que sea, el festival es un momento de alegría cada verano para miles de familias panameñas. Para Chiam, el festival es importante para que “los niños se alejen de los celulares, del nintendo, y que los padres se sientan contentos de sonreír, divertirse y correr, así como hacían ellos cuando estaban chicos”.
Para Juan Castillo, quien conoce muy bien el viento de verano, el festival es un evento muy importante para él y su familia. “Ese festival es muy bueno porque son tradiciones que se han perdido, que se deberían seguir conservando”, comentó. “En un mundo de tecnología los niños ya no tienen este tipo de diversión. Mi nieto cómo disfruta las cometas. Para ellos es otro mundo”, concluyó.
cometas se convierten en protagonistas, sobre cielos azules de diferentes rincones del mundo. Sin importar el territorio o la cultura, se celebra el vuelo de estas obras de arte alrededor del mundo.
En India, se celebra el fin del invierno con el Festival Internacional de Cometas en Ahmedabad, donde miles de cometas coloridas le dan la bienvenida al cielo azul y el sol abrasador de la primavera. Este festival es parte de la celebración Uttarayan, que marca el inicio del verano a finales de enero, según el calendario hindú.
Del otro lado del mundo, en Sumpango, Guatemala, miles de personas celebran el día de los muertos el 1 de noviembre, con el Festival de Barriletes Gigantes. Según la leyenda, estos barriletes, hechos de papel de arroz teñido, espantan a las ánimas malvadas con sus colores llamativos y el sonido del viento contra las colas de las cometas, para dejar descansar a los muertos.
En Kanagaua, Japón, se celebra el Festival de Cometas Sagami, donde se crean cometas artesanales de 15 metros de largo, hechas con bambú y fibras naturales, y se lanzan al viento con mensajes positivos para el pueblo.
Sin embargo, no se puede negar que las cometas fueron creadas por primera vez en China. El Festival Anual de Cometas en la ciudad de Weifang, capital de las cometas en China, atrae a más de 1,000 equipos de alrededor del mundo para volar cometas gigantescas sobre esta histórica área, para celebrar la cuna de las cometas artesanales.