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Jhon Jairo 'Popeye' Velásquez, la vida criminal que estremeció Latinoamérica
- 07/02/2020 06:00
- 07/02/2020 06:00
La historia de uno de los criminales más famosos y a la vez peligrosos de toda Latinoamérica llegó a su fin en la madrugada del pasado 6 de febrero en Bogotá, Colombia, según un comunicado del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).
Jhon Jairo Velásquez, mejor conocido como 'Popeye', fue la mano derecha y jefe de sicarios del llamado 'zar de la cocaína', Pablo Escobar; con nulo arrepentimiento, Velásquez se encontraba encarcelado, otra vez, desde mayo de 2018 en Cómbita, debido a un caso de extorsión y concierto para delinquir.
Durante las cruentas guerras entre carteles que protagonizaron en las décadas del ochenta y noventa, Escobar se alzaba como un emperador en un imperio corrupto lleno de miseria, y junto a él, Popeye llevaba a cabo las nefastas tareas que su “patrón” le asignaba: asesinatos, torturas y hasta secuestros.
En 1991, el jefe de los sicarios se entregó a las fuerzas policiales de Colombia, confesando todos sus crímenes y cada caso de homicidio que había cometido con sus propias manos u orquestado con el resto de su equipo.
Más de 300 muertes se cargan a la mano armada de Velásquez, además de su participación presencial en más de 3 mil, que fue dirigido por el cartel de Escobar. Tras el homicidio del candidato presidencial Luis Carlos Galán, Popeye cayó tras las rejas con una condena de más de 20 años, los cuales acabó de cumplir el 27 de agosto de 2014, al salir en libertad condicional. Desde entonces el que fuera uno de los criminales más buscados en Colombia se dedicó a adquirir notoriedad mediática, volviéndose activo en redes sociales, como Twitter, estrenando documentales y series en plataformas como Netflix; además, abrió su propio canal de Youtube llamado, irónicamente, 'Popeye Arrepentido'.
“Mi canal se llama Popeye Arrepentido porque de verdad estoy arrepentido, voy a luchar por una nueva vida”, comentó al diario El País en 2016. “Me arrepentí de haberle hecho tanto daño a la gente inocente. En su momento lo hacía por unos ideales, por una causa que nunca ameritó tanta barbarie”.
Popeye falleció luego de estar hospitalizado desde el 31 de diciembre del año pasado en el Instituto de Cancerología de Colombia, donde recibía tratamientos paliativos con respecto al cáncer de esófago que padecía. Las células cancerígenas que se alojaron en sus pulmones, hígado y estómago asentaron la metástasis que dio punto final a la vida del criminal.
La transición de líder temerario a figura pública mediática no dio respiro a Velásquez, quien seguía recibiendo mensajes y correos electrónicos de odio y recriminación por sus actos. “No censuro ninguno por más desfavorable que sea. Mi canal es abierto, es una verdadera democracia”, indicó Velásquez al medio español.
Pero la fama de Popeye en las redes sociales fue simplemente una de las facetas de su vida; con 57 años, el sicario se dedicaba a escribir libros y a realizar guiones para películas donde buscaba explicar lo que se vivía al estar bajo el mando de Escobar y los detalles que se perdían a simple vista en las guerras del cartel de Medellín.
Los misterios en los que se envolvía la vida del 'General de la Mafia' - frase que reposaba tatuada en sus antebrazos- se extendía desde sus años en la cárcel hasta los millonarios bienes que recibió por trabajar codo a codo con el “patrón”. En 2018, su madre, Aura Ofelia Velásquez, recibió una orden de incautamiento de bienes tras no poder explicar con argumentos válidos, a través de su abogado, el origen de lotes, predios, autos y demás propiedades que estaban a nombre de la familia.
La matriarca de los Velásquez se había dedicado casi toda su vida a la costura y repostería, por lo que no fue difícil para las autoridades cuestionar las riquezas que aparecían milagrosamente en su hogar. Tras 14 años de pleitos con la justicia, el involucramiento de los hermanos de Popeye (Luz Marina, Martha Leonor y Luis Alberto) y demás familiares y terceros, llevó a las autoridades a extinguir los bienes que procedían de dinero del narcotráfico.
Con miles de historias para contar, Velásquez no perdió tiempo y volcó sus energías en la creación de un universo perdurable alrededor de su vida. De este ímpetu salió la serie Alias JJ: Lo que pasa tras las rejas (2017), el libro Sobreviviendo a Escobar (2015) y la colaboración con la periodista Astrid Legarda, El verdadero Pablo: sangre, traición y muerte (2005). Su última publicación fue su autobiografía autorizada, coescrita con Maritza Neila Wills, llamada Jhon Jairo Velásquez: Mi vida como sicario de Pablo Escobar (2016), donde relató, desde su singular posición como el único sobreviviente de los sicarios bajo el mando de Pablo Escobar, los tratos entre grupos criminales opuestos y “su perspectiva de la principal razón de la sangrienta guerra entre el cartel de Medellín y el Gobierno de Colombia: la extradición”, según reza la sinopsis.
En sus memorias, Velásquez dejó en papel los hechos, las sensaciones, los sentimientos y los pensamientos que le acompañaron durante los 23 años y tres meses que pasó purgando su culpa en seis de las más importantes prisiones de Colombia. “Tenía claro que Pablo había muerto ya y que yo debía asumir mi nueva vida, esa que había comenzado desde el día mismo en que decidí dejarlo y entregarme a la justicia”, confesó en las páginas del libro. “Ahora la vida me estaba dando la oportunidad de ver cómo todos y cada uno de los participantes de tantas guerras caían uno a uno. Los grandes capos estaban frente a mis ojos luciendo aquel odioso uniforme color caqui, con sus rayas laterales de color naranja. Así se veían como seres insignificantes y desvalidos”.
Desde sus inicios en el mundo criminal hasta su definición de “redención” décadas después de cuentas a la justicia, Popeye desafió a sus detractores y dio una imagen de indiferencia fría por los crímenes cometidos, acción que estremeció a Colombia. Sin embargo, al acercarse su final, siendo carcomido por el cáncer terminal, el sicario dejó más que una historia violenta y cruda, dejó un punto confuso para quienes aún les escuecen las heridas dejadas por muertes de familiares y la desfiguración de una nación que fue llevada a la inestabilidad por los carteles de los que Velásquez, alguna vez, quiso escapar.