Covid-19 y memoria: impactos de la pandemia en la capacidad cerebral

Estudio revela secuelas cognitivas persistentes del virus, afectando memoria, atención y salud mental en pacientes recuperados

Alexis (nombre supuesto) se sintió raro y le diagnosticaron el COVID-19. Luego de concluir el padecimiento, le sobrevinieron algunas sensaciones incómodas: cansancio, falta de aire, pesadez, somnolencia, olvido de experiencias recientes y ocasionalmente, del nombre de objetos aparentemente comunes. Experimentó angustia de despertar vivo cada mañana y experimentó ansiedad y también una soledad que le invadía.

Los desajustes en la memoria de Alexis forman parte de efectos que han ocurrido a pacientes, como él, sobrevivientes de la pandemia, que alcanzó en Panamá a “1,044,821 personas confirmadas de coronavirus”, a agosto de 2024 y según la publicación de Expansión de Datosmacro.com. De acuerdo a esta publicación, tales cifras demuestran que Panamá, “[S]e encuentra entre los países con menor tasa de enfermos confirmados del mundo”.

Lógicamente que estos contagiados, una vez que recuperaron la salud, quedaron con diferentes malestares, producto del COVID-19, algunos severos y otros apenas perceptibles que cada uno logró sentir y que fueron diagnosticados por los médicos. Entre ellos, se encuentran efectos sobre el cerebro, la conducta y otros, tal como lo expresa EFE en una noticia desde Vitoria, España, al mencionar que: “La pandemia de COVID-19 ha causado un “impacto a largo plazo” en la salud emocional de la población...”

Al igual que esta agencia de prensa lo expone, diferentes medios de comunicación dan cuenta de investigaciones que se han impulsado para determinar los impactos que este mal ocasionó en quienes fueron contagiados por el virus. La revista Panamericana de Salud Pública menciona en un estudio que “en la pandemia por COVID-19 se han reportado efectos directos e indirectos sobre la salud mental, inclusive sintomatología neurológica, neuropsiquiátrica y neuropsicológica con posibles efectos a largo plazo...”.

Investigación sobre el impacto del virus

Evidentemente que tales impactos empiezan a ser estudiados por los investigadores. En Panamá, uno de ellos es el coordinado por Abdel A. Solís R., psicólogo y doctor en neuropsicología clínica, quien se desempeña en la Universidad Católica Santa María la Antigua (USMA) y donde ha presentado un Estudio sobre hábitos, calidad de vida, emoción y cognición en sobrevivientes al COVID-19. Este trabajo es auspiciado por dicho centro de estudio, contó con la colaboración del Ministerio de Salud y fue financiado por la Secretaría Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación (SENACYT).

En el trabajo participaron la doctora Emylys Oliva, médico general del Ministerio de Salud y estudiantes de Psicología de la USMA. De acuerdo con su autor, “es un estudio que se basa en un diseño transversal y longitudinal; es decir, que realizamos una evaluación en un momento dado y luego, parte de la muestra fue valorada al tiempo: seis meses después de la evaluación” y que mide las implicaciones en la salud mental de quienes fueron pacientes en la pandemia.

Al igual que otros analistas, Shadye Matar-Khalil, autor del trabajo mencionado de la revista Panamericana de la Salud, resalta que: “Los mecanismos exactos del daño cerebral aún no se han esclarecido, y se requiere continuar con investigaciones longitudinales e internacionales “, conceptos que han brindado un contexto a Solís Rodríguez para trabajar con “pruebas neuropsicológicas que evalúan de manera objetiva la memoria, la atención y otros aspectos”.

Además, el neuropsicólogo Solís, agrega que se dirigió la atención en este estudio hacia “atención, razonamiento abstracto, velocidad de procesamiento de trabajo, capacidades valoradas con pruebas neuropsicológicas”.

Explica el estudioso que, para demostrar sus hipótesis, se escogió una muestra de la población que en algún momento había sufrido la enfermedad. “La investigación se realizó con sujetos voluntarios de la comunidad, que fueron convocados a través de volantes y entrevistas, radio y televisión. Luego, se hizo una colaboración con el Ministerio de Salud, a través de las clínicas post-covid, en ese entonces, la clínica post-covid Figalli y también, se realizó otro acuerdo de colaboración con el Ministerio de Salud de la región de Azuero...”.

La muestra

La composición del grupo de la muestra, expone el investigador, se basó en “...voluntarios de la comunidad y pacientes. Esa población fue dividida luego en cuatro subgrupos de estudio; un grupo normal, personas que no padecieron la enfermedad. Luego, un grupo de Covid leve, moderado y crítico, de acuerdo a la clasificación de la OMS, de la gravedad de la enfermedad”.

“El estudio, afirma Solís, se centró en analizar las diferencias significativas en memoria, memoria inmediata, memoria diferida y en los dos subtipos de memoria, que son importantes para los criterios diagnósticos de alteraciones en esas capacidades: memoria de tipo verbal que es regulada por el hipocampo izquierdo y memoria de tipo visual, regulada por el hipocampo derecho”.

Sobre este particular, numerosas investigaciones han empezado a destacar precisiones. Una de ellas es la revista SINC, Ciencia contada en español que profundiza sobre esto al considerar que: “[A]hora, dos nuevos estudios publicados en Frontiers in Aging Neuroscience subrayan que siete de cada diez pacientes sufren problemas de concentración y memoria hasta 18 meses después del inicio de su enfermedad, y muchos obtienen peores resultados en las pruebas cognitivas”.

Solís apunta sobre estas pruebas que “hay diferencias significativas en los subgrupos en esos aspectos, en las capacidades cognitivas, que es lo que llama la atención del estudio, porque nuestra capacidad funcional depende de que tengamos un adecuado funcionamiento cognitivo que es compatible con lo reportado de manera subjetiva por los participantes del estudio”. Además, los resultados indican que los participantes perciben un cambio significativo en su salud “al comparar su salud actual con la que tenían antes de la pandemia”.

Durante el desarrollo del estudio se revisaron los comportamientos de los sujetos analizados y se pudo apreciar algunas diferencias en las respuestas y, por tanto, en las acciones desarrolladas según el tipo de individuo. “Podemos decir que, a las personas, sobre todo, al grupo moderado, grave y crítico, a esos pacientes en comparación con el grupo leve y grupo sin covid, les costó mucho retener la información y luego guardarla pasado el tiempo, lo que se conoce como memoria a largo plazo”.

La doctora Oliva se refirió a las secuelas y puntualizó que los dominios más afectados fueron la función ejecutiva, la memoria y la atención. Además, que “entre más severo el cuadro mayor en la incidencia y gravedad del deterioro cognitivo...”.

Conclusiones

Entre las conclusiones de Solís, se encontró que: “el COVID-19 pudo haber afectado en las capacidades funcionales analizadas en el estudio: memoria y funcionamiento ejecutivo”. Agrega el autor que “llama la atención que, en los grupos de gravedad analizados en el estudio, hay una cantidad que cae más bajo en puntuación que el grupo crítico. Estos últimos fueron los pacientes que estuvieron entubados, que saturaron demasiado en oxígeno y que por tanto la gravedad de la enfermedad fue mayor”.

“Por tanto, el estudio indica, agrega Solís, que sí hay afectación de manera muy significativa en capacidades que a veces, los pacientes reportan que “se me olvidan las cosas” o que “me cuesta una capacidad”, pero no hay el dato objetivo. La evaluación neuropsicológica, que es lo que hemos hecho con el estudio, aporta el dato de que sí, parece ser que el Covid afecta capacidades funcionales del cerebro”.

El coordinador del proyecto considera que “el estudio parece concluir que el Covid afecta la capacidad de retención a largo plazo de las personas, la capacidad de razonamiento abstracto, capacidad de memoria de trabajo y capacidad de velocidad de procesamiento; capacidades, que como dije, son importantes para poder mantener un trabajo, para poder educar adecuadamente a la familia o sacar adelante a la familia”.

Lecciones aprendidas

Las apreciaciones finales del autor se refieren a las lecciones aprendidas que se relacionan con las decisiones gubernamentales: “La política pública que no se basa en la evidencia, tiende a errar. Si nuestras políticas públicas se basaran en estos resultados de investigaciones como esta y otras que se hacen en Panamá, se podrían enfrentar de la mejor manera futuras pandemias, porque se ha dicho, que vendrán más pandemias y los protocolos tienen que ser integrales”.

La doctora Carmen Solano V., investigadora se refiere al esfuerzo del doctor Solís y afirma que él es producto de la política nacional de creación de investigadores que impulsa la SENACYT para profesionales de calidad y prestigio “y que se centra en la investigación. Se formó en la Universidad de Salamanca donde obtuvo su maestría y doctorado y luego se ofrecieron sus servicios en universidades nacionales y por eso desarrolla sus tareas como investigador de planta en la USMA”.

Su trabajo se centra, afirma Solano, en estudios de adultos mayores y sus desórdenes como el Alzheimer y su trabajo con pacientes en clínicas y centros hospitalarios, le ha sido útil para este estudio novedoso para la ciencia en Panamá.

Esta es una investigación pionera posterior al desarrollo de la pandemia y que rescata el conocimiento desde la indagación a los actores directamente involucrados con los padecimientos. Su experiencia será fundamental para que otros tengan tratamientos más eficientes en materia de las políticas nacionales de salud.

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