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Proyectos para conservar a las tortugas verdes y a una rana endémica
- 09/12/2022 00:00
- 09/12/2022 00:00
Las tortugas marinas habitan en diferentes ecosistemas a lo largo de los mares del mundo. Las hembras se dirigen a algunas playas específicas para colocar sus huevos y cuando éstos eclosionan, los neonatos se dirigen al mar en una carrera de supervivencia.
En Panamá se encuentran varias especies de tortugas marinas, todas con algún grado de riesgo de peligro de extinción.
Durante la estación seca de 2023, el científico veragüense, Eric Flores, especialista en biodiversidad de la Estación Científica Coiba AIP y miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI), realizará un estudio sobre las tortugas verdes en la costa pacífica de Panamá.
“Entre 2018 y 2019, a través de la organización Panama Wildlife Conservation (PWC), llevamos un estudio de campo intensivo en varias playas de la costa suroeste de Azuero y en los monitoreos que hicimos, ubicamos una playa en particular, que se llama El Gato, que carece de protección, pero está en una zona bastante aislada, en Mariato. Es una playa preferida por las tortugas verdes hembras para anidar”, menciona el científico.
A lo largo de la costa pacífica en Centroamérica, hay algunos sitios que pueden ser considerados como únicos y preferidos por las tortugas verdes para anidar, explica el Dr. Flores.
“Con base a la información preliminar, detectamos que esa playa podría ser un sitio importante, no solo para Panamá. Presentamos una propuesta de investigación respaldada por la Estación Científica Coiba AIP, ante la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) para el fondo de I+D y ganamos”.
El científico añade que la tortuga verde anida durante la estación seca de Panamá y hay un pico de anidación entre febrero, marzo y abril, por eso, comenzarán el trabajo de campo en la estación seca de 2023.
Para tener certeza de que la playa El Gato es importante para la tortuga verde, es necesario saber cuántas hembras anidan allí en una temporada.
“Nos vamos a quedar varias semanas en la playa para hacer conteos intensivos de las hembras que lleguen a anidar. A cada una les vamos a poner una placa metálica en una aleta para tener un registro único alfanúmerico de cada hembra. También les vamos a tomar medidas del caparazón, una muestra de tejido de la piel para realizar análisis isotópicos y genéticos, y se les van a poner en la parte dorsal del caparazón, un rastreador satelital para saber hacia dónde viajan después de anidar”.
Los análisis de isótopos revelan ciertos marcadores que permiten identificar las zonas donde se alimentan las tortugas y qué tipo de alimento consumen. Para realizar los análisis de laboratorio, el Dr. Flores contará con la colaboración del Dr. Jeffrey Seminoff, especialista de tortugas marinas de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
También se harán análisis genéticos para conocer si las hembras que anidan en la playa El Gato constituyen una población única que solo anida allí, o si están emparentadas con otras poblaciones a lo largo del pacífico de Panamá, incluyendo el Parque Nacional Coiba. Este trabajo será en colaboración con la Dra. Catherine Walton, genetista de la Universidad de Manchester, en Inglaterra.
Por otra parte, los transmisores de las tortugas, al entrar en contacto con el agua, comenzarán a enviar datos al satélite Argos y a las estaciones en tierra.
“Vamos a tener acceso a los datos por internet y podremos elaborar mapas que indiquen hacia dónde se mueven estas tortugas. Tenemos la esperanza de que migren, que recorran miles de kilómetros y que se conecten a otros sitios en el Pacífico Este Tropical, por ejemplo, con playas en Costa Rica, El Salvador e inclusive, las islas Galápagos. Ojalá sea así, eso nos va a reforzar la importancia de la playa El Gato y promover su conservación”.
En meses recientes, en diferentes playas de Panamá y en Centroamérica se han reportado cientos de tortugas marinas muertas, y una de las especies impactada ha sido la tortuga verde. Al respecto, el Dr. Flores comenta que es “preocupante e inusual”, y espera que esta situación no afecte el estudio.
“Una hipótesis es la presencia de marea roja, que son algas tóxicas que se reproducen abundantemente y a través de la cadena alimenticia terminan en tortugas, mamíferos marinos y moluscos, causando su mortandad. Con el Dr. Edgardo Díaz Ferguson, director ejecutivo de la Estación Científica Coiba AIP, vamos a elaborar un protocolo para tomar muestras, analizarlas y tener una respuesta”.
El científico también ha comenzado un pequeño proyecto piloto para conocer más sobre la rana venenosa de Vicente (Oophaga vicentei), que es de la familia Dendrobatidae y tiene toxinas en su piel contra depredadores.
Al inicio, se catalogó como deficiente de datos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pero en años recientes se considera en peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat, la destrucción de bosques, contaminación, minería y el tráfico de especies, ya que se capturan como mascotas para mercados como Estados Unidos y Europa.
Como otras especies de dendrobátidos, la rana venenosa de Vicente tiene variaciones en el color de la piel. Lo poco que se conoce de sus colores es por los ejemplares que se han capturado o que se crían en cautiverio. Algunas poblaciones tienen manchitas verdes con manchas negras; otras son de color amarillo con negro; otras son rojas, o de color naranja con azul y manchitas negras. Esta característica, en parte, ha influido que sea demandada en el mercado internacional de mascotas, incluso de forma ilegal.
Esta ranita es endémica de Panamá. Su rango de distribución conocido hasta ahora abarca la parte de la cordillera central de Veraguas y hacia el Caribe, parte de la comarca Ngäbe-Buglé, la provincia de Coclé hacia el Caribe y la provincia de Colón en el área de Donoso. Es un área extensa y no se conocen todas las poblaciones ni sus colores.
La investigación del Dr. Flores se desarrollará en Santa Fe de Veraguas y su objetivo será identificar los factores ambientales que determinan que las ranas seleccionen un hábitat en particular y cuál es la densidad de estos animales en un bosque determinado, es decir, cuántos animales hay por metro cuadrado, por ejemplo.
El trabajo no será sencillo, ya que la rana es arbórea y pasa la mayor parte de su vida en el dosel del bosque, a 15 m, 20 m o 30 m de altura. Es bastante difícil verla, capturarla y contarla. Se identifica por su canto, y quien no está acostumbrado, puede pensar que es un grillo.
“Este proyecto lo desarrollo con fondos del SNI, con el Fondo de Conservación de Especies Mohamed Bin Zayed de los Emiratos Árabes, y de la organización benéfica People's Trust for Endangered Species de Inglaterra”, dice el Dr. Flores.
También contará con la colaboración del Dr. Candelario Rodríguez, quien trabaja en química de productos naturales en el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat AIP) y también es investigador asociado a Coiba AIP. Él ayudará a identificar los tipos de toxinas que tiene esta población de ranas.
El Dr. Flores cuenta que, a finales de la década de 1990, un científico norteamericano hizo los primeros estudios con algunos ejemplares en El Copé (Coclé) y trabajos de química sobre algunas toxinas de estas ranas. Desde entonces no se ha hecho otro estudio de este tipo.
El científico resalta la importancia que tienen las moléculas o compuestos químicos que se encuentran en la biodiversidad panameña especialmente, para la medicina humana.
Durante la XIX Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), el Dr. Flores y el Dr. Abel Batista, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Chiriquí, dictaron una charla sobre el estado de conservación de la ranita venenosa de Vicente para tratar de impulsar que, más adelante, algunos países puedan aprobar una moción para que esta rana pase del Apéndice 2 al Apéndice 1. Esto involucraría una mayor restricción para su comercio. “Es un inicio, este proceso puede tomar muchos años de negociación política en los países”.