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- 14/12/2019 00:00
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No es nada fácil consensuar medidas globales contra la crisis climática, como negocian desde hace dos semanas los representantes de alto nivel de casi 200 países reunidos en la COP25 en Madrid, que apuraron ya este viernes sus últimas horas de discusiones, pero que podrían extenderse.
Aunque la agenda de la cumbre se cerraba este viernes, todo apunta a que la jornada será muy larga y puede sobrepasar la madrugada o que, incluso, las negociaciones se prolonguen durante el fin de semana, según diversas fuentes de la negociación.
Y es que el reto de llegar a acuerdos para rebajar las emisiones de CO2 a nivel global y mitigar el impacto del cambio climático es muy complejo.
Los negociadores intentan allanar el camino en la búsqueda de acuerdos en esta conferencia, que es un paso crucial antes de la entrada en funcionamiento del Acuerdo de París en 2020, pero, como suele ocurrir en estas cumbres, los flecos se cierran habitualmente pasada la madrugada o incluso días después de la clausura oficial de la agenda inicial.
CÓMO CONVENCER A LOS GRANDES PRODUCTORES DE CRUDO
Y es que no es tarea fácil convencer a los grandes productores de petróleo de que no sigan extrayendo combustibles fósiles del subsuelo para dejar de contaminar.
Tampoco es sencillo garantizar que las grandes herramientas de los gobiernos para la reducción de las emisiones de CO2, como son los mercados de carbono, sean suficientemente transparentes y fiables desde el punto de vista de la contabilidad de los créditos y permisos para contaminar porque su funcionamiento es muy complejo.
Además los pequeños Estados insulares, especialmente en zonas del Pacífico y el Caribe y otros países especialmente vulnerables sin apenas recursos, piden más ayudas a los ricos para afrontar una crisis climática de la que no son responsables y de la cual serán los más perjudicados por el posible aumento del nivel del mar.
Las fricciones entre países vienen también del lado de la ciencia porque no todos quieren poner sobre la mesa a la hora de plantear compromisos más ambiciosos contra la crisis climática la evidencia científica, que alerta de los graves daños que afrontará el planeta si el aumento de la temperatura sobrepasa 1,5 grados este siglo.
Y, mientras tanto, la brecha entre las emisiones producidas y las que sería recomendable emitir para garantizar esos umbrales de temperatura no para de crecer.
"Estamos convirtiendo nuestro cielo en una alcantarilla por las emisiones de gases de efecto invernadero", advertía conmovido esta semana el exvicepresidente estadounidense y premio Nobel de la Paz Al Gore, durante una conferencia en Madrid, coincidiendo con la COP25.
TENSIONES Y BANDOS EN LAS NEGOCIACIONES
Pero la cruda realidad de las negociaciones en esta cumbre es que existen "tensiones" y dos bandos claramente definidos.
Uno quiere avanzar, pero otro prefiere ir lento, como advirtió ayer la ministra española en funciones para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, coanfitriona junto al Gobierno chileno de esta COP25 y una las "facilitadoras" de impulsar las discusiones.
Y es que el proceso es muy complejo porque cada parte tiene intereses muy dispares, insisten fuentes de la negociación.
Aunque a la mesa se sientan todos a negociar con esa misma meta de mitigar el cambio climático, porque en esto del calentamiento global no hay fronteras y nos afecta a todos, las delegaciones de los países son muy dispares en sus exigencias, sus deseos, sus necesidades.
Y al final, no vale el café para todos; al elegir los ingredientes que ayudarán a mitigar las emisiones y los distintos toques de ambición climática, cada una de las partes pone sus condiciones, mientras que el plato final, que sería la hoja de ruta, exige en estas reuniones consenso paso a paso.
Las decisiones en estas cumbres climáticas requieren del consenso de todas las partes y eso ralentiza cualquier pequeño avance, que necesita para prosperar el apoyo global, insistieron a Efe fuentes cercanas a la negociación.
Aunque todavía muchos grupos de negociación parecen estar en un estado de espera, habitual por otro lado en los últimos días de este tipo de conferencias, el reloj sigue su cuenta atrás.
En cualquier caso, más vale llegar tarde a la meta que no llegar. "Es mejor un no acuerdo que un mal acuerdo", ha insistido reiteradamente el Gobierno español.