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- 19/06/2019 02:00
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A la lista de los problemas físicos, como el síndrome del túnel carpiano, tendinitis y cefalea tensional, causados por el uso desmesurado del celular, investigadores suman la ‘protuberancia occipital externa', un nuevo bulto óseo o ‘pico' de hueso justo encima del cuello, en la base del cráneo.
Y es que los múltiples beneficios de los teléfonos inteligentes, como navegación por Internet, interacción en redes sociales, tomar fotos y grabar videos, llegaron de la mano de los efectos negativos que puede provocar su uso excesivo.
Según investigadores de la Universidad Sunshine Coast (Australia) el prolongado uso de estos dispositivos está cambiando la forma del cráneo, especialmente de las personas más jóvenes.
‘Denominado en el mundo científico como ‘protuberancia occipital externa', el bulto puede llegar a ser tan grande que es posible sentirlo al presionar con los dedos'
Medios internacionales recogen las declaraciones de David Shahar, científico en Sunshine Coast con más de 20 años de experiencia. ‘Durante la última década he estado descubriendo, cada vez más, que mis pacientes tienen ese abultamiento en la base del cráneo'. Para el investigador, el hallazgo es una ‘fascinante prueba de cómo nuestro organismo no deja nunca de cambiar'.
Denominado en el mundo científico como ‘protuberancia occipital externa', el bulto puede llegar a ser tan grande que es posible sentirlo al presionar con los dedos.
Para el investigador la protuberancia puntiaguda tiene que ver con el hecho de doblar frecuentemente el cuello en incómodos ángulos para mirar los teléfonos inteligentes o tabletas. Considera que al aumentar la presión justo en el punto en que los músculos del cuello se adhieren al cráneo, el cuerpo respondió colocando allí una punta de hueso para reforzar.
La cabeza humana tiene un peso entre 6 y 7 kilos aproximados en un adulto medio; al inclinarla continuamente hacia delante, más de lo regular, se obliga al cuello a soportar todo ese peso durante mucho más tiempo de lo normal.
Investigación
En 2016, Shahar junto a colegas realizó un estudio en el que analizaron las radiografías de 218 pacientes, entre 18 y 30 años, para determinar cuántos de ellos tenían esos bultos.
Según los expertos los picos normales debían medir en promedio 5 milímetros, mientras que los que se habían agrandado duplicaban ese tamaño.
La investigación publicada en la revista Journal of Anatomy apunta que en total, el 41% de los individuos estudiados tenía el pico óseo agrandado, y un 10% llegó a mostrar un pico especialmente grande, de por lo menos 20 milímetros. Los investigadores hallaron que, en general, las protuberancias de mayor tamaño eran más comunes en hombres que en mujeres. El más grande que encontraron fue el de un varón, y medía 35.7 milímetros.
En febrero del año pasado el científico realizó otro estudio, 1,200 personas con edades entre los 18 y los 86 años participaron. La investigación publicada esta vez en la revista Nature recoge que el 33% de los integrantes del grupo tenían bultos agrandados.
Según Shahar, ‘si las cosas no cambian y nadie las molesta, —las protuberancias— seguirán creciendo'.