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Brazos biónicos, la clave de un Panamá más inclusivo
- 04/03/2022 00:00
- 04/03/2022 00:00
Carlos Gaitán tenía cuatro años cuando viajó por primera vez a Estados Unidos gracias al programa de la Asociación Abou Saad Shriners, el cual se dedica a brindar salud gratuita, integral y personalizada a niños de Panamá y parte de Latinoamérica. El objetivo de su viaje era conseguir una prótesis para tener la oportunidad de hacer una vida normal, como todos los demás niños.
Desde esa edad, Carlos tuvo que viajar cinco veces más a ese país, hasta que cumplió los 18 años, y finalmente obtuvo su última prótesis de arnés. Él recuerda, con cierta gracia, que todas sus prótesis solo funcionaban con un solo tipo de agarre, manejadas por medio de un cable; además, rememora, eran bastante cómodas, y los materiales eran muy parecidos a la fibra.
Fue así como Carlos comenzó a tener sus primeras experiencias con prótesis, pero lo que él jamás pensó es que, en algún momento de su vida, podría participar en el desarrollo de brazos biónicos dentro del país, llevado de la mano por dos personas que se han interesado en ayudar a aquellos que hoy viven en medio de las limitaciones.
Carlos recuerda que un día se puso en contacto con Javier Ortega, un ingeniero en sistemas graduado en Chile, con más de 28 años de experiencia en el modelado en 3D, y quien ya había comenzado a desarrollar prótesis biónicas, en conjunto con su socio Anthony Martínez.
“Cuando él me comentó ese plan, y me solicitó que colaborara siendo un modelo de prueba, acepté con gusto porque me pareció interesante ser partícipe de todos los procesos que se realizan para desarrollar este tipo de tecnología y, además, jamás pensé que iba a tener una oportunidad como esta, ya que siempre había deseado tener una prótesis biónica. También, ayudar en este proyecto podrá hacer que muchas personas tengan la oportunidad de poder costear una”, comenta Gaitán con una sonrisa.
Por otra parte, Ortega, reflexiona en todo lo que tuvo que pasar antes de conocer a Carlos. Comenta que todo comenzó hace siete años cuando por curiosidad se acercó por primera vez a las impresoras 3D. Él explica que existían en internet, y que ya se contaba con varios proyectos de impresión de brazos mecánicos utilizando esta tecnología; sin embargo, él se percató de que mecánicamente no eran útiles ni funcionales para personas con discapacidad de miembro superior.
“Me di cuenta de que las personas que diseñaban estos brazos no tenían idea de programación, electrónica o robótica. Igualmente, los proyectos de robótica y generación de brazos totalmente electrónicos eran extremadamente complejos con estos dispositivos; y como yo sabía manejar ambas partes, decidí simplificar ambos lados sin tener una idea aún de la problemática que existía en este país y en la región”, señala Ortega, fundador de Panamá sin Límites, organización que busca la democratización de las prótesis biónicas.
Durante más de un año y medio, Ortega trató de sacar adelante este proyecto; no obstante, era demasiado trabajo para una sola persona. Poco a poco las frustraciones fueron en aumento, y decidió que debía parar por una temporada. Luego, con el tiempo conoció a Anthony Martínez, y decidieron asociarse para crear los primeros prototipos de brazos artificiales diseñados totalmente en impresión 3D.
Desde entonces, ambos tratan de llegar a más personas para que participen como voluntarios de Panamá sin Límites, para así desarrollar mejores brazos con cada actualización, ya que el alma de la organización son sus voluntarios, quienes dedican su tiempo, dinero y experiencia en mejorar esta tecnología, con el fin de que en un futuro otros tengan la posibilidad de acceder a ella, sin la necesidad de tener que esperar a ser adultos.
Actualmente, las empresas líderes en la creación de brazos biónicos son Bebionic y Open Bionic. Ambas son muy reservadas al momento de ofrecer los precios, ya que cada usuario es un caso distinto, y los brazos pueden requerir más o menos desarrollo dependiendo de sus necesidades; sin embargo, los precios están por arriba de los $10 mil.
Por otra parte, Panamá sin Límites apuesta por desarrollar y fabricar brazos artificiales biónicos que permitan trabajar y estudiar a las personas con amputaciones congénitas (de nacimiento) o adquiridas (por accidentes o enfermedades) por un costo justo y accesible.
“Actualmente, como nuestros brazos biónicos están aún en desarrollo, lo que pedimos es que nuestros voluntarios costeen únicamente los insumos para esa fabricación. En promedio, el costo de estos insumos ronda los $2 mil, cantidad de dinero que aún es factible para alguien de escasos recursos, frente a los modelos de $10 mil que se ofrecen en el mercado”, recalca Anthony Martínez, co-fundador de Panamá sin Límites.
Cabe destacar que los brazos que están desarrollando ya tienen varias funcionalidades disponibles, desde el agarre de objetos, el gatillaje para utilizar algunas herramientas, e incluso, el funcionamiento individual de los dedos o sus movimientos en conjunto. “Gracias a toda la experiencia que hemos acumulado durante varios años, y a todas las pruebas que hemos realizado con los voluntarios, ya estamos en la capacidad de adaptar nuestros brazos a cualquier tipo de persona”, asegura Martínez.
Finalmente, Carlos Gaitán, quien ahora tiene 29 años, se siente optimista porque a pesar de la pandemia, las actualizaciones de los brazos biónicos nunca pararon; y ahora, se muestra con ansias de poder obtener finalmente el último prototipo: el modelo Tapir 15.8, que le será entregado en los próximos días, después de realizar las últimas adecuaciones que implementarán utilizando baterías mucho más potentes para un mayor rendimiento.
Para más información pueden contactar con ellos a través de Instagram como @panama_sinlimites.
* La autora es periodista y estudiante del I diplomado en periodismo 4.0 del Instituto iiafEC y la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras (Ammpe), oficina regional para Centroamérica y el Caribe, Ciudad del Saber.*
Recomendación
La doctora Ericka Batista, especialista en medicina física y rehabilitación, recomienda que en infantes que tienen la pérdida de un miembro superior, lo primero que se debe hacer antes de pensar en una prótesis, es que el niño termine su neurodesarrollo, ya que esa será la clave para que en un futuro pueda sentirse cómodo utilizando, por ejemplo, un brazo biónico.
“Lo que nos interesa es que desarrollen y mantengan buena fuerza muscular, que logren llevar el muñón a la línea media, desensibilizar ese muñón para que tolere diferentes texturas, que apoye lo que tome con la otra mano contralateral, porque así irá desarrollando el agarre que tendrá que utilizar a futuro”, explica Batista.
La doctora recalca que, al final, el paciente es quien tiene que adaptarse a la prótesis, y que todo este trabajo conlleva tanto la parte física, como la psicológica y emocional (incluyendo a la familia). “El trabajo no solo es antes de que el paciente (sea un niño, adolescente o adulto) obtenga la prótesis, sino incluso durante su adaptación, porque se le tiene que entrenar en la utilización de esa prótesis, así sea una estética, ya que va a tener un miembro que antes no tenía, y si no se hace este proceso puede haber un rechazo”, señala.