Café, brunch y arte,
una mezcla relajante

Actualizado
  • 08/02/2025 22:17
Creado
  • 08/02/2025 11:59
Fika Coffee & Brunch, en San Francisco, se especializa en tostadas y otros platos que pueden acompañar una reunión de trabajo, de amigos o la lectura de un buen libro.

Como muchas otras familias, la de María Lucía Serrano se enfrentó a una situación económica complicada con la llegada de la pandemia. En ese momento, ella decidió emprender en un negocio de decoración con telas que la ayudó a sostener a los suyos mientras se asentaba la nueva normalidad.

De allí, pensó en establecer un negocio que le ofreciera un ingreso constante, pero que no se alejara de esa actividad creativa, de trabajo con las manos, de eso que la mueve. Y pensó en un café.

En mi cabeza dije: “Necesito un local chiquitito, no era esto”, y muestra la amplia sala principal de una casa en el área residencial de San Francisco en la calle 64. “Encontré esta casa, que había mucho que hacerle y la remodelamos entera”, detalla.

La casa, de buen tamaño, luce completa una tonalidad marfil. De los ventanales cuelgan unas cortinas muy livianas de la misma tonalidad. No hay excesivos ornamentos: arreglos de flores secas, algunos arbustos. Las mesas desnudas lucen el color natural de la madera. No hay manteles. La música es ligera y el ambiente, muy relajado. Una vitrina ofrece tentadoras medialunas, un pie de limón, postres cortados en porciones. Detrás está la máquina de espresso que ofrece un blend exclusivo de la casa, caturra-catuai de especialidad de dos fincas chiricanas.

“Trato de fomentar, que se revalorice lo hecho a mano y el cliente eso lo ve. Y es algo por lo que me pongo muy contenta porque el cliente cuando entra nota que hay algo diferente. Y claro, es que lo que está hecho a mano se nota”, asegura. Más que un lugar con mobiliario y diseño de tendencia, Fika Coffee & Brunch se enorgullece en presentar mobiliario y complementos hechos por la familia, en lo posible con materiales reciclados, tratando de enfocar gastos en renglones donde realmente merece la pena hacerlo.

“Tenía mis tazas hechas a mano, mis lámparas hechas a mano y en las paredes estarán los tapices. Quería lograr algo acogedor y que se note realmente que el concepto es fomentar lo artístico, lo manual. Estuve buscando locales y no hallaba ningún espacio en los negocios de las plazas si quiera parecido a lo que buscaba”, reconoce.

Y definitivamente en aquellas opciones hubiese sido mucho más complejo sumar otros espacios que forman parte del local y que lo hacen único: un salón donde periódicamente se ofrecen talleres artísticos (macramé, acuarela, pintura) y una especie de parque para niños donde madres, algunos padres y, sobre todo, abuelas acuden ya sea a trabajar con sus laptops, a leer un libro o relajarse, mientras los chicos pueden entretenerse sin temor de incomodar a otros comensales.

El café cuenta con una clientela bastante fiel y que en momentos complejos ha apoyado su existencia. “Puedo decir que me han salvado. Abrimos y dos meses después empezó el paro”, recuerda. Una oleada de huelgas, manifestaciones y cierres de calles que pusieron en jaque a muchos pequeños negocios. “Pero la relación que uno como dueño de negocio tiene con el cliente es clave y el concepto del negocio es que el cliente no se lleva solamente un producto”, sostiene.

En momentos en que ni siquiera el personal podía llegar a trabajar, debido a la situación, sus clientes se interesaron en apoyar. “Eso para mí vale oro porque efectivamente, como emprendedora yo estaba en apuros. Nadie me iba a reconocer las pérdidas que estaba teniendo y el cliente se acordó. El cliente se acordó de mí y dijo, ‘ey, vamos a a ayudar”, recuerda. “Son clientes que entienden que no es solamente un producto el que se está ofreciendo, sino que esto es un ida y vuelta. Ellos me ayudan a mí y yo trato de darles un poquito más que un servicio o que un producto. Es una relación muy linda porque hay mucha honestidad por parte del cliente y también por parte nuestra”. Lucía está consciente de que es el cliente quien marca el camino y que la cafetería tiene que escuchar atentamente a lo que este le dice.

San Francisco, en términos gastronómicos, es un área muy competitiva y eso lo sabía Lucía, argentina quien lleva en Panamá unos 10 años. “En Panamá siempre viví en San Francisco. Me gusta mucho el área. Y puedo llegar a decir que conozco un poco el consumo de esta área. Sé bien que hay gente panameña, tradicional, y también hay extranjeros. Conozco la clientela”, asegura.

Fika Coffee & Brunch se especializa en brunchs y ofrece café de especialidad ya sea en preparaciones con máquina de espresso y también filtrado, con opciones diversas de café de especialidad. “Me gusta mucho esta nueva tendencia de estilo del brunch, reuniones de amigos con un brunch que no es un almuerzo, tampoco es un desayuno... es como un muy buen desayuno y en un clima, en un ambiente que pueda llegar a decir uno, ‘voy a trabajar, me como algo rico, voy con un grupo de amigos, pero también es tranquilo, la iluminación es natural, relajante y así ha resultado”, menciona.

Por eso la competencia gastronómica se está poniendo cada vez difícil; el cliente tiene no solamente comparar o evalúa un producto, sino que tiene una cantidad de experiencias a comparar.

Fika Coffee & Brunch ofrece tostadas en diferentes versiones; con aguacate, con hummus de remolacha, la Fika French, versión de tostadas francesas de la casa, no faltan los benedictinos y el salmón ahumado. Hay algunos platos más contundentes para el almuerzo, como la hamburguesa, un wrap de pollo, la ensalada César. Y algunas otras opciones como el omelette de verduras y la hojaldre, un plato que solo estaba los fines de semana y actualmente se sirve a diario porque para los panameños “la hojaldre es sagrada”.

Se ofrecen también croissants salados, con diferentes complementos y platos dulces para acompañar el café como medialunas, croissants y alfajores, así como postres entre los que destacan la chocotorta, el brownie con frutos rojos, el cheesecake, el pavlova y un milhojas, todo con influencia argentina.

“Estoy en un barrio residencial, no estoy ni en el Casco ni en Costa del Este, el que llega es porque vino para acá, pero también hay muchos transeúntes... debo crear un balance que es difícil, pero se puede lograr, siempre escuchando al cliente”, afirma.

Es en ese constante afinar que Lucía tiene presente que sus clientes se percatan de la calidad de los ingredientes que utiliza, que al panameño le gusta el dulce, pero con moderación, que agradece los detalles, como esa sala de niños que permite a los padres u otros acompañantes poder descansar un poco de la constante atención que hay que tener con los niños.

“Yo lo pensé por mis niños y por todos los padres que tienen hijos que a veces es difícil salir a tomar un café con un niño de 2 años, porque a algunos los puedes contener, pero a los chiquititos no los puedes contener a veces”, comenta. “En esta sala pasa lo que tenga que pasar con los niños porque todos los papás están acostumbrados a que por ahí hay algún olor o que por ahí un niño está llorando o una mamá está mamando. Es un espacio sumamente pensado para ese tipo de cliente. Me encontré con la sorpresa de que era una gran necesidad”, agrega. Este cuarto me dio un gran empujón porque yo no tengo publicidad, no tengo cartel... empecé muy a pulmón. Y de repente, yo abrí un domingo y el lunes ya me vino una familia con niños y fueron a esa sala. El martes, otra vez. Y fue tan rápido el ‘boca en boca’ de una cafetería con una salita para niños, que puedo decir que de un año, el 70% fueron padres de familia que hicieron el empujón de la cafetería. Después esos mismos padres venían a la sala grande sin niños”, concluye.

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