Águila Harpía

Candelario Reyes García
Nacido el 21 de abril de 1958 en Corquín, Copán, Honduras, es perito mercantil, profesor en Letras y licenciado en Literatura Latinoamericana. Catedrático de Español e Historia de la Cultura, documentalista y promotor
cultural, ha ocupado roles clave como director de la Escuela Normal Mixta de Santa Bárbara,
presidente de la Red de Desarrollo Sostenible y
coordinador de educación en la Comisión de
Derechos Humanos de Costa Rica.
Comprometido con los sectores rurales, fundó en
1979 un grupo teatral campesino para llevar
representaciones a escuelas e iglesias. Es autor
de libros y obras teatrales, entre ellos:
“Siete Muecas” (1990), “Nimbo de sombras”
(2000), “Copán” (2004) y “Palmerolo lee el
Quijote” (2021).

Vigilante,

Reposa, vuela, regresa,

se parapeta sigilosa,

en las trece ramas del anacahuite,

a cuyo pie,

serena, la orquídea,

Peristeria elata,

la paloma alada

esparce su aroma espiritual

en memoria

de la historia ayer, hoy y mañana

en la sonrisa de Omar Torrijos.

Todo proviene

del caminante del bosque,

el dador de libertad, Urracá.

Águila harpía u orquídea,

Urracá,

prudente guerrillero casi desnudo,

se inquieta en ellas,

en el rugido de las lluvias,

en el humedal del tiempo

de esta plácida angostura

que Pedrarias de Dávila y su miserable fe rabiosa

de contador de oro,

esclavizador de almas,

destructor de vida,

quiere reducir a la miseria

de un sentido de vida y holgura

para el asaltante.

Urracá,

vertido sol

de las trece estrategias de la guerrilla

de los desnudos

contra el invasor europeo

quebrantador de huesos,

agitador de cadenas,

leyes de esclavos

contra la sangre nativa del istmo de Panamá.

Urracá,

el caminante de las trece constelaciones

de la resistencia por la vida,

Padre dador

de cuyo magma proviene Omar Torrijos,

el conocedor de los puntos altos

donde divisa los dos mares,

las dos alas de agua

de este istmo,

águila y orquídea

bajo la comba generosa del anacahuite.

Urracá,

memoria escrita

no por tinta europea,

sí en el colorido armonioso,

la reserva potente de la sangre marina

del pueblo ngöbe.

Urracá,

Flor de la vida,

Semilla y vuelo

de la salud

y la libertad,

Padre nuestro,

Permíteme,

cantar tu nombre

y caminar contigo el bosque

donde pervive tu vocablo de residencia.

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