Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 25/08/2024 00:00
- 24/08/2024 17:25
En Naturaleza y forma de lo panameño, su ensayo presentado inicialmente como trabajo de graduación para optar al título de Profesor de Filosofía e Historia, el filósofo Isaías García Aponte expone que un elemento supraindividual que pervive en el ser panameño es el alma de su pueblo. Aquel espíritu nacional y el sentimiento patriótico es la raíz auténtica del ser de cada persona en Panamá.
“Lo que muere es nuestra historia y nada más. Lo panameño es lo que sobrevive la historia, porque no vive su muerte”, dice García Aponte en esta pieza literaria.
Ciertamente, parte de lo que caracteriza al panameño es el arraigo en sus tradiciones y en aquella cultura compartida entre todos.
Desde la manera en la que celebramos fiestas como los carnavales hasta la comida que comemos día a día, el folclor panameño incluye diferentes elementos que forman el espíritu nacional del que habla García Aponte.
El filósofo también consideraba a estos elementos la savia de la historia del país y argumentaba que era la historicidad una arista para saber más sobre el folclor y el ‘panameñismo’. “La panameñidad también vive en la historia, pero, es algo más profundo y verdadero que la historia, porque, en el eterno perecer de ésta, ella permanece como la naturaleza eternamente viva, eternamente incorruptible”, explica en Naturaleza y forma de lo panameño.
Pero ¿de dónde se origina el folclor panameño y la panameñidad según la historia?
Durante todas las épocas de su historia, Panamá se ha caracterizado por ser un territorio de encuentro de culturas y paso de personas.
En los tiempos prehispánicos el istmo se encontraba habitado por diversas etnias indígenas, las cuales estaban organizadas por cacicazgos, con diversos lenguajes provenientes de una misma familia idiomática pero en grupos diversos que no llegaban a conformar una unidad política.
Mientras que en el periodo de la conquista y la época virreinal diferentes nacionalidades y razas llegaron al país. En un principio los españoles se encargaron de conquistar Panamá, al igual que el resto de los territorios de América Latina, pero luego el comercio y el transporte de esclavos trajo a personas de diversos territorios con sus propias costumbres.
Y desde la independencia de España hasta el surgimiento de la república, Panamá también ha tenido una afluencia de la cultura de diferentes países como Colombia, Francia, Estados Unidos y regiones como las Antillas.
Todo esto se refleja en la rica cultura del país, producto de la fusión entre las etnias, que a lo largo del tiempo han tenido distintos ritmos, formas de vestir y diversos estilos de lenguajes, haciéndolas características del panameño.
Prueba de esto son la población afrodescendiente de las costas del Caribe, especialmente en Colón y Bocas del Toro, con su rica gastronomía, artesanías, vestimentas y bailes.
Por su parte, los grupos originarios expresan sus saberes a través de su vestimenta: los Gunas con la mola y el sabured, los Ngäbe con las chaquiras y las naguas, amplios vestidos de colores lisos y figuras geométricas, y las mujeres Emberá con sus faldas de tres yardas, llamadas parumas, adornadas con pecheras de cuentas y monedas.
En cuanto a los grupos criollos, se destacan por expresiones como el tamborito, la tuna y las cumbias, y su vestimenta emblemática, la pollera, considerada uno de los trajes más hermosos y espectaculares del mundo. Sin duda, el folclor nace del alma de los pueblos, como lo argumentaba García Aponte.
Para que el folclor sea inmortalizado, como lo propone este filósofo, se necesita a personas que lo estudien y lo conserven de generación en generación. A lo largo de la historia del país dos figuras son las que sobresalen en este quehacer: Manuel F. Zárate y su esposa, Dora Pérez de Zárate.
Ambos se dedicaron a la enseñanza, especialmente sobre el folclor, y trabajaron en importantes contribuciones bibliográficas en este ámbito por separado y en conjunto.
Por su parte, Manuel escribió junto a su esposa Tambor y socavón y La copla y la décima en Panamá, siendo este último primer lugar de la categoría Ensayo en el Concurso Ricardo Miró.
Para honrar su legado en el profundo estudio del folklore panameño y su proyección a nivel nacional e internacional, los folkloristas panameños fundaron la Casa Museo Manuel F. Zárate en su ciudad natal, Guararé. A través del Decreto de Gabinete No. 292 del 4 de septiembre de 1969, la Casa Museo Manuel F. Zárate, ubicada en Guararé, Provincia de Los Santos, fue declarada Monumento Nacional.
También ha sido recordado a través de la creación de diferentes concursos y festivales como el Concurso de la Décima Escrita Manuel F. Zárate y el Festival Nacional de la Voz y Canto Manuel F. Zárate.
Por otro lado, Dora escribió Nanas, rimas y juegos infantiles que se practican en Panamá, ensayo que ganó en su momento el tercer lugar del Premio Ricardo Miró; Monografía de la Pollera Panameña y Textos literarios del tamborito panameño.
Creó en 1970 la Semana Zárate en honor a su esposo después de su fallecimiento. En su primera versión contó con el apoyo del entonces Instituto Panameño de Turismo, hoy la Autoridad de Turismo, y de la reconocida antropóloga Reina Torres de Araúz.