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- 20/03/2022 00:00
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En el porch de la residencia oficial del presidente estadounidense, Esther Neira de Calvo departía amenamente en un informal almuerzo con el presidente Franklin Delano Roosevelt y su esposa Eleanor. Era la primera mujer panameña que acudía a la mansión presidencial invitada por derecho propio y no como “esposa de”.
En un momento en que las mujeres panameñas todavía no alcanzaban el derecho a emitir su voto en una elección presidencial, Esther Neira de Calvo, de 50 años de edad, tenía una importante carrera profesional y el reconocimiento público por sus contribuciones.
“Estoy admirablemente impresionada por la familiaridad con que los Roosevelt conocen todos los problemas latinoamericanos…en especial, hablar con la señora Roosevelt ha sido como conversar con una persona que ha pasado mucho tiempo en cada uno de nuestros países latinoamericanos”, señaló doña Esther, posteriormente, encantada de la curiosidad mostrada por la primera dama estadounidense hacia una reciente ley panameña que motivaba a los jóvenes de ambos sexos a participar en el servicio cívico así como en los adelantos sobre el voto femenino en Panamá.
Doña Esther Neira de Calvo empezaba con broche de oro, en los círculos más altos de la sociedad y el gobierno estadounidense, una gira de dos meses a la que había sido invitada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, en colaboración con la Liga de Mujeres Votantes y la Sociedad de Mujeres Universitarias.
La entonces directora del Liceo de Señoritas, en la ciudad de Panamá, había recibido permiso especial del gobierno para ausentarse y representar a Panamá en una serie de conferencias en Estados Unidos. Había partido el miércoles 17 de septiembre con una agenda cargada que incluía la visita a varias ciudades en diversos estados de la unión norteamericana, entre ellos Washington, DC, Nueva York, en Meriden, Connecticut; Chicago, Illinois, y otras.
La invitación era una iniciativa de la Oficina del Coordinador de Asuntos Interamericanos del Departmento de Estado, parte de la política de Buena Vecindad que caracterizaría la presidencia de Franklin Delano Roosevelt.
El objetivo era mejorar la relación de este país con los países latinoamericanos, fortalecer la solidaridad hemisférica contra amenazas exteriores, en especial de las potencias del eje, en momentos en que se veía venir lo que sería conocido posteriormente como la Segunda Guerra Mundial.
Bajo la influencia de su esposa, una activista a favor de las causas femeninas y miembro de la Liga de Mujeres Votantes, se había decidido incluir a un grupo de mujeres latinaomericanas por primera vez como parte de un programa hemisférico de importancia. Se esperaba que ellas llevarían el mensaje a sus respectivos países y contribuirían a diseminar la semilla del movimiento Intermericano.
El martes 7 de octubre le correspondió a doña Esther ofrecer una charla en la ciudad de Meriden, Connectituct, bajo el tema de “Panamá y su gente”.
“La señora Neira es conocida como una excelente oradora y una mujer de gran encanto personal”, decía el diario The Record Journal, de Meriden, Connectitut, anunciando la conferencia días antes, a la que había sido invitado el público general.
Los mismos periódicos destacaban días después la interesante charla de Doña Ester en la que habló sobre la educación en Panamá, y la influencia de Estados Unidos en el país desde la construcción del Canal.
Doña Esther volvería a encontrarse nuevamente con la señora Roosevelt en varias ocasiones.
Una de ellas se dio el viernes 10 de octubre, en el marco de la Semana Panamericana, celebrada en la pequeña ciudad de Troy, Nueva York, entre el 5 y el 12 de octubre, como parte de la política del Buen Vecino.
Durante una semana esta población del estado de Nueva York se convertiría en la sede de la cultura hispanoamericana. En los restaurantes de la ciudad se servían comidas latinoamericanas, en sus galerías y teatros se mostraban exhibiciones de arte y fotografías, y en las vitrinas de los establecimientos comerciales se exhibían y vendían productos agrícolas y manufacturados en América Latina. No faltaban conferencias y bailes, con música y danza latinoamericana.
Eran el marco para el programa principal, en el que participaban notables delegados del hemisferio, con conferencias, encuentros y discusiones.
Las representantes femeninas de América Latina tuvieron su hora protagónica en la tarde del viernes 10 de octubre, cuando se realizó un panel de discusión con la primera dama Eleonor Roosevelt, titulada “Las mujeres de las Américas: Su participación en la promoción de la Comprensión Interamericana y Buena Voluntad”.
Además de Eleonor Roosevelt y de la representante panameña, participaron Graciela Mandujano de Chile, Ana Rosa de Martínez Guerrero, de Argentina, Concha Romero James, de México, Marie Núñez, de Bolivia.
“Almorzamos con el alcalde de Troy, que fue muy amable. Posteriormente, las damas de México, Panamá, Brasil, Argentina, Chile y Bolivia, nos dirigimos al encantador Music Hall, donde, ante un lleno completo, iniciamos el panel de discusión. Cada una de las representantes latinoamericanas tenía la oportunidad de hablar sobre lo que las mujeres pueden hacer en sus países en este periodo de crisis para mejorar las relaciones con nuestro hemisferio”, comentaba la señora Roosevelt en su columna sindicada titulada “Mi día”.
“Me lleno de admiración ante estas mujeres, capaces de hablar tan bien el inglés y expresar sus pensamientos claramente ante ese público tan numeroso”, comentaba la señora Roosevelt en la misma columna.
En la discusión, doña Esther Neira expuso que “Panamá, un país donde los representantes de las más variadas procedencias y civilizaciones se encuentran a diario, sería difícil mantener nuestras tradiciones sin una perspectiva interamericana amplia”.
Días después de la cita en Troy, Neira de Calvo recibiría de manos de la primera dama estadounidense un doctorado honorario en Pedagogía del Russell Sage College, su segundo doctorado honorario —el primero había sido otorgado por la Universidad de California—.
La gira por Estados Unidos había sido una experiencia de aprendizaje y reconocimiento para esta mujer panameña que despertaba la admiración por donde quiera que fuera.
Esther Neira de Calvo nació el 1 de mayo de 1890 en Penonomé. Era hija de la señora Julia Laffargue de Neira y don Rafael Neira Ayala, integrante de la Primera Asamblea Constituyente panameña, realizada en 1904. Su abuelo paterno, el general colombiano Gabriel Neira, llegó a ser presidente del Estado Federal de Panamá en 1872 y peleó en la Guerra de los Mil Días junto a Belisario Porras por el Partido Liberal.
Estudió su escuela primaria en Penonomé y Taboga pero luego se mudó a la ciudad de Panamá para asistir a la Escuela Normal de Institutoras.
Al independizarse Panamá de Colombia, en 1903, el gobierno de Manuel Amador Guerrero, decidido a impulsar la cultura en el país, eligió a un grupo de hombres y mujeres jóvenes panameños destacados y con promesa a futuro para enviarlos a Europa a proseguir estudios superiores. A los 16 años de edad, partió la joven Esther Neira a Bélgica, para formarse en el Instituto Pedagógico de Wavre-Notre Dame.
Allí recibió el título de maestra de primera enseñanza, profesora especializada en educación media y administración, además de enseñanza de francés e inglés y especialista en enfermería e higiene comunitaria.
Neira aprovechó su estadía en Bélgica para viajar a otros países europeos y aprender de sus culturas.
En 1912 se trasladó a Estados Unidos para estudiar los programas de educación de este país en el College of Mount St. Vincent y Columbia University en New York.
Regresó a Panamá en 1913, a los 23 años, para iniciar su carrera profesional como profesora de Pedagogía en la Escuela Normal de Institutoras. En 1915 se casó con Raúl J. Calvo y tuvo una hija de nombre Gloriela Calvo Neira.
No se necesitó mucho tiempo para que la inteligencia, liderazgo y formación de Esther Neira recibieran su reconocimiento y cargos de mayor responsabilidad. Fue nombrada inspectora general de enseñanza secundaria normal y profesional en la Secretaría de Instrucción Pública, cargo que ejerció por unos cuatro años.
En 1922 fue enviada por el presidente Belisario Porras en representación de Panamá a la Conferencia Panamericana de Mujeres, la primera efectuada en Estados Unidos y organizada por la Liga de Mujeres votantes de ese país.
Dándole seguimiento a los temas de la Conferencia, fundó en 1923 de la Sociedad Nacional para el Progreso de la Mujer, dedicada a buscar las formas de educar a la mujer panameña, a la que daba incluso más importancia que la participación política.
En 1926, organizó el congreso Interamericano de Mujeres en la ciudad de Panamá. En 1938 fue nombrada como delegada de la Comisión Interamericana de Mujeres, con el fin de trabajar por los derechos civiles, políticos, económicos y culturales de las Mujeres en América.
Durante décadas, Esther Neira de Calvo siguió luchando por los derechos de la mujer, colaborando con las grandes luminarias feministas del siglo XX y siendo objeto de innumerables distinciones en países como Francia, Chile, Estados Unidos, República Dominicana.
En 1945 se convertiría, junto con la maestra Gumersinda Páez en la primera mujer diputada del país, en la Asamblea Constituyente de 1945-1946.
En 1949 se mudó a Washington DC donde tomó la posición de secretaria ejecutiva de la Comision Interamericana de Mujeres hasta 1965 año en que se retiró, para representar a Panamá como Embajadora Alterna en el Consejo de la OEA y participa en la Cuarta Reunión del Consejo Interamericano y Cultural de la OEA y en 1967 en la XII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores realizada en Washington.
Falleció a los 87 años de edad en Washington DC.