Un movimiento que gestó ‘la República de Panamá’

Actualizado
  • 13/11/2011 01:00
Creado
  • 13/11/2011 01:00
El rechazo del Tratado Herrán-Hay por el Senado colombiano constituye la causa inmediata que impulsó a los próceres de 1903 a realizar l...

El rechazo del Tratado Herrán-Hay por el Senado colombiano constituye la causa inmediata que impulsó a los próceres de 1903 a realizar la separación definitiva de Colombia, aunque supeditada al apoyo del Gobierno estadounidense. Desde los pasos iniciales de José Agustín Arango y posteriormente junto con el Doctor Manuel Amador Guerrero –ambos empleados del ferrocarril y de filiación política conservadora—; y ya, en forma organizada, por la Junta Revolucionaria, trasluce la identificación de los intereses político-económicos del grupo conspirador y la élite comercial capitalina con los objetivos del Coloso del Norte en Panamá de explotar, para su beneficio, nuestra posición geográfica, así como la intención de construir y controlar el canal interoceánico.

CUATRO FUERZAS EN LA ENCRUCIJADA

Percibimos en el alumbramiento de la República la existencia de cuatro fuerzas o corrientes determinantes y coincidentes en ese trascendental hecho histórico: 1. La francesa, empeñada en salvaguardar los intereses de la Compagnie Nouvelle y de sus accionistas; 2. La norteamericana, buscando para sí la opción de construir el canal a toda costa; 3. La colombiana, detentadora del control del Istmo desde 1821; y 4. La panameña, representada en el grupo conspirador que gestionaba la secesión y la negociación del Tratado del Canal, a cambio de protección o garantía de la secesión.

Consiguientemente, para la élite comercial capitalina la construcción de la vía interoceánica era cuestión de vida o muerte, pues su supervivencia dependía de la actividad mercantil en la ruta de tránsito generada, ora por el funcionamiento del ferrocarril transístmico, ora por la viabilidad del Canal. De esta forma, el rechazo del Tratado Herrán-Hay afectaba incuestionablemente los intereses económicos del grupo de mercaderes, nacionales y extranjeros, que desde la segunda mitad del siglo XIX dominaba la economía istmeña en la ruta de tránsito.

Agréguese a lo anterior la grave crisis económica que padecía el Istmo, luego de la cruenta guerra civil (1899-1902) y el anhelo separatista del pueblo panameño. Además, hay que añadir la pérdida de la autonomía con la aprobación de la Carta Política de 1886. En esas circunstancias, aunado al factor exógeno, estaban maduras las condiciones para el surgimiento de un movimiento pro-separatista triunfante.

LOS ACTORES DE LA SEPARACIÓN

Ahora bien, los rumores de una conjura o movimiento conspirativo en el Departamento de Panamá no eran desconocidos por el Gobierno colombiano. Carlos Martínez Silva (Memorándum de 1901 sobre la Cuestión del Canal Ístmico con los Estados Unidos); José Vicente Concha; el representante panameño en el Congreso, Luis de Roux y otros, incluyendo al propio Bunau-Varilla vaticinaron las consecuencias del rechazo del Tratado Herrán-Hay en el Istmo. Aún más: el 14 de junio de 1903 en el diario neoyorquino World apareció un artículo anónimo anunciando, entre otros asuntos, la independencia panameña y la decisión de Teodoro Roosevelt de construir el Canal por Panamá a toda costa, por ser la mejor ruta.

Como lo registra la historia, el 3 de noviembre de 1903 se consumó la separación de Colombia con el apoyo decisivo de la armada norteamericana y la actuación del ingeniero francés Philippe Bunau-Varilla, quien se convirtió en el cerebro visible de la conspiración en los Estados Unidos de América, pues se ubicó en el vértice de todos los hilos de la conjura, actuando con cínico realismo y audacia inaudita para que alcanzaran realidad, en el corto lapso de dos meses, los propósitos de la Junta Revolucionaria. No cabe duda que su participación y la del abogado W. Cromwell fueron determinantes en la adopción de la ruta panameña, el triunfo de la revuelta y la suscripción del oprobioso Tratado Hay-Bunau Varilla.

La constitución del Estado nacional panameño –con sus limitaciones y cargas ominosas— representa el legado positivo del acto separatista de 1903, pues no todo fue intervención extranjera, maquinaciones diplomáticas, presiones, tráfico de influencias, sobornos, debilidades y flaquezas, etc., porque en el fondo de todos los yerros e imposición de intereses antinacionales que registra ese acontecimiento, resplandece el hecho histórico de la definitiva separación de Colombia y el nacimiento irreversible de la República. Este acontecimiento registra varios precedentes o intentos separatistas, autonomistas e independentistas, como aconteció en 1826, 1830, 1831 y 1840; la praxis federalista (1855-1885) y el Movimiento de 1899.

LA TRASCENDENCIA HISTÓRICA

Si bien muchos actos y decisiones de los prohombres de 1903, encabezados por el Doctor Manuel Amador Guerrero, han sido censurados hasta la saciedad, verbigracia: su ingenuidad, su poca o ninguna fe en la separación como acción autónoma, su posición pro-norteamericana, la supeditación a las maquinaciones de William Nelson Cromwell y Philippe Bunau-Varilla, la existencia de sobornos, la aceptación y ratificación apresurada del Tratado, etcétera, consideramos que desde una perspectiva histórica no puede negarse la validez del trascendental suceso, pese a la imposición de los intereses económicos y colonialistas de los Estados Unidos de América en la gesta separatista, reflejados en la jactanciosa e inexacta declaración del Presidente Teodoro Roosevelt ‘I took the Istmus’.

Importa señalar que el pueblo panameño se opuso tenazmente a la presencia colonialista de Estados Unidos de América en la franja canalera. Además, a lo largo del siglo XX los sectores populares y sus dirigentes lucharon, ofrendando su sangre y hasta sus vidas, por la eliminación del enclave canalero y la verdadera independencia, que registra un avance significativo bajo el liderazgo del General Omar Torrijos, con la suscripción de los Tratados Torrijos-Carter, lográndose así uno de los anhelos más caros de la lucha nacionalista: el ejercicio pleno de la soberanía, la panameñización del Canal y el retiro de las bases militares.

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