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Violencia doméstica, cada treinta minutos se reporta un caso
- 14/08/2017 02:05
- 14/08/2017 02:05
Rosa De León tiene hoy 44 años de edad, 14 de los cuales fue maltratada física y emocionalmente por su pareja y padre de sus hijos. La mujer pudo romper la cadena de violencia que arrastró, pero las secuelas quedaron marcadas, tanto en ella como en sus tres hijos, dos de los cuales no terminaron sus estudios secundarios. El menor decidió unirse al pandillerismo, producto de esta vida en la cual él es nada más otro eslabón en esa gran cadena de violencia que vivió en su infancia.
La vida de Rosa la retratan fríamente las estadísticas. En Panamá, cada media hora se registra un caso de violencia doméstica.
Los datos del Ministerio Público (MP) indican que entre enero y junio de este año se reportaron 9,441 denuncias por violencia doméstica y maltrato a menores. En promedio, se registran 1,573 casos al mes, lo que se traduce en 53 cada 24 horas.
EL CONCEPTO Y LAS ÁREAS
El informe del ente de investigación plasma que la provincia de Panamá es la de mayor incidencia, con 2,670 casos. Le siguen Panamá Oeste, con 2,018; Chiriquí, con 1,191; y Colón, con 895.
El Instituto Nacional de la Mujer (Inamu), ente gubernamental que atiende el tema, define el concepto de violencia intrafamiliar como ‘la acción u omisión física, verbal o psicológica que se ejerce en contra de la mujer o de algún miembro de la familia'.
Le brinda especial atención a la mujer, a quien considera el eslabón más vulnerable de la cadena por los efectos que tiene en el entorno familiar.
Según el comportamiento de las cifras de los seis primeros meses del año en curso, los números van por el mismo rumbo en igual periodo del año anterior, en el que los reportes de violencia doméstica y maltrato a menores sumaron 22,023 casos, según el registro del MP.
CULTURA SOCIAL
Los números no son más que un registro frío de una cultura social. Según el sociólogo Marco Gandásegui, la violencia doméstica se asocia a un tema cultural que viene de nuestros antepasados y que aún está muy arraigado en nuestra sociedad.
Para el también catedrático de la Universidad de Panamá, este flagelo está vinculado a la postura dominante del hombre sobre la mujer.
Según el especialista, en una familia de la sociedad panameña la mujer es el ‘ama de casa' y el hombre, ‘el jefe del hogar', concepto que proviene de las sociedades campesinas que se han trasladado a la ciudad con sus doctrinas.
Gandásegui concluye que los campesinos que se trasladaron a las ciudad heredaron sus costumbres a sus hijos y estos, a los suyos. Así, entonces, se ha reforzado el concepto ‘machista' que promueve la violencia doméstica.
Pero, según el sociólogo, se están dando cambios en la sociedad. Las mujeres están perdiendo el temor y la sumisión al hombre; se están atreviendo a denunciarlos por sus actos violentos.
Gandásegui cree que se está dando un ‘destape' de este fenómeno. ‘Antes a las mujeres no se les hubiera ocurrido ir a denunciar a su pareja, ellas se aguantaban cualquier tipo de maltrato', apunta el catedrático.
Sin embargo, está convencido de que muchas otras aún guardan silencio, lo que genera la existencia de un subregistro en las estadísticas, pero se atreve a pronosticar que esta actitud de las mujeres irá disminuyendo.
A juicio del sociólogo, las denuncias se duplicarán porque las mujeres están tomando conciencia de que tienen que poner un alto, eliminar el acoso y la violencia. Mientras que en la otra cara de la moneda, Gandásegui dice que ‘con el tiempo el hombre tendrá que entender que las mujeres no son inferiores a ellos'.
Gandásegui señala sin resquemor que los hombres tienen que evolucionar de esa cultura campesina a la urbana, donde no hay división de roles ni inferioridad de los integrantes de la célula familiar.
COMPORTAMIENTO
La violencia doméstica es un ciclo: se inicia con la luna de miel, la tensión, las agresiones y nuevamente la reconciliación. Las víctimas no se percatan del laberinto sin salida en el que se encuentran, viven esperanzadas en que la pareja va a cambiar hasta que en casos extremos se llega a la muerte.
Calixta Arroyo, de Asesoría Legal del Inamu, recomienda buscar asesoría profesional, una terapia, si se considera necesario, para enfrentar el problema.
‘Las víctimas piensan que es una situación que va a mejorar por sí sola y que lo pueden controlar, pero la realidad es que esto puede llegar a un desenlace fatal', explicó Arroyo.
Es importante, según la funcionaria, contar con el apoyo de amigos y familiares para empujar a las víctimas a denunciar los hechos y buscar ayuda idónea. ‘A ellas les cuesta buscar esa ayuda, lo consultan mucho con la almohada', añadió.
EL DIFÍCIL PROCESO LEGAL
Arroyo también cree que es importante la orientación profesional para llevar por la vía correcta una denuncia y que tenga éxito.
Presentar una denuncia no es suficiente para lograr una condena o una solución, acota.
El proceso judicial es largo, factor que provoca que las mujeres desistan. Muchas veces la demora ocurre porque la cantidad de denuncias que se reciben en los despachos ocupa el tiempo del personal que debería ser utilizado para entrevistar a testigos y otros trámites.
En el proceso es clave que desde que llega la denuncia a la Policía, se separe al agresor de la víctima para evitar que éste la presione o manipule para que abandone la denuncia. En esta etapa en que ambos están separados, intervienen las autoridades para empoderar a la víctima.
Esta separación se produce mediante una boleta de protección. Arroyo está convencida de que esto no garantiza el cese de las agresiones.
Aunque la ley dispone que los agresores que burlen esta medida (separación) están sujetos a privación de libertad que puede perdurar hasta el final del proceso, las autoridades deben estar informadas para sancionar la violación, añadió.
Cuando las víctimas de las violencia doméstica son mujeres, la pena mínima es de 5 a 8 años, según la Ley 82 de 2013, pero si resulta en un feminicidio, es de 25 a 30 años, explicó Arroyo.
Si la violencia es contra el hombre, la pena mínima es de tres años, según la Ley 38 de 2001.