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Al sur de Chicago la comunidad hace un urbanismo genial
- 06/06/2020 00:00
- 06/06/2020 00:00
La canción 'Bad Bad Leroy Brown', del cantante y compositor estadounidense Jim Croce, comienza por decir: “Bueno el lado sur de Chicago es la peor parte de la ciudad, y si vas allá solo, es mejor que te cuides...”, pero eso no refleja toda la realidad del lugar hoy.
El río Chicago divide su ciudad en tres zonas que se conocen como 'lados': el norte, el oeste y el sur, que es el de mayor tamaño. El lado sur es el mayor y alcanza la mitad del área de la ciudad. El paisaje urbano está compuesto de casas en lotes individuales. Su población es predominantemente afrodescendiente, superando el 90%. También otros grupos, como hispanos y judíos, viven en el lado sur.
Como ocurre en muchas otras ciudades estadounidenses, en esas zonas los promedios de ingreso son menores al igual que la oferta educativa de alta calidad. La percepción predominante es que estas son zonas 'arruinadas' de la ciudad.
En 2019, Pratt recibió el premio 'Genio de la Fundación MacArthur', que se otorga cada año a entre 20 y 40 ciudadanos o residentes estadounidenses.
Entre los criterios está que muestren mérito excepcional y se pueda prever un trabajo creativo continuo.
Las becas son “una inversión en la originalidad, perspicacia y potencial de una persona” e incluyen un capital económico del cual el premiado puede disponer sin condiciones.
Otros diseñadores urbanos que han ganado el premio, en años recientes, incluyen a Kate Orff y Damon Rich en 2017. Cuando se ejerce una profesión poco conocida y comprendida, como el diseño urbano, hay que hacer algo muy significativo para que el público tome nota de lo actuado.
El proyecto 'Allí crece el vecindario' de la Fundación Sweet Water, fundada en 2009, se trata de desarrollo comunitario dirigido por residentes.
El proyecto se inicia, en palabras de Emmanuel, “no con recursos económicos” y busca transformar el vecindario, iniciando con un huerto comunitario de girasoles y vegetales. Sucesivamente ha ganado asignaciones de fondos como el 'Compromiso de Chicago' y la Fundación Joyce, entre otros.
Invirtiendo su propio sudor, han consolidado su huerto, construido con pequeñas estructuras como el 'Granero del pensamiento', un taller en un invernadero, los 'Smart pods', una galería y 'laboratorio de aprendizaje' hecha a partir de un contenedor, entre otras, y han recuperado estructuras como la 'Casa de pensar y hacer' donde se reúnen, hacen talleres, demostraciones de cocina y otras actividades. En la próxima etapa inicia la construcción de viviendas. En su página indica que más que una misión, lo que tienen es una práctica.
¡Cuántas organizaciones no funcionarían mejor si siguieran ese ejemplo!
Los programas educativos incluyen uno de aprendices de ecología urbana, mentoría por pares, programas integrados colaborativos con otras instituciones, 'catalizadores' como excursiones para escuelas primarias y medias, giras y experiencias para aprendizaje continuo a todas las edades, programas de voluntariado y también la capacitación de formadores. Los programas tienen nombres provocativos como 'Semillas para el futuro'. El imaginario popular las designa como peligrosas. A contracorriente de esto, un grupo de ciudadanos, organizados en la Fundación Sweet Water y liderados por el diseñador urbano Emmanuel Pratt, ha comenzado a cambiar la cara de su vecindario.
La palabra genio tiene sentido al aplicarse a una persona como Pratt. Es alguien con talento polivalente, que se aplica a la música, las artes visuales y la programación.
Su formación profesional en arquitectura fue en la Universidad de Cornell y el diseño urbano lo estudió en Columbia.
Hace poco realizó el Loeb Fellowship en Harvard y participó en la exhibición de arquitectura Bienal de Chicago. Complementa su activismo con la docencia en universidades como la de Michigan y la del estado de Chicago.
Más recientemente dirige el curso de sostenibilidad urbana 'Re rooting: cultivando la ecología del lugar', en la Universidad de Chicago.
Conjugar sus habilidades, formación y desempeño le ha permitido desarrollar el enfoque holístico para compaginar el diseño y la participación comunitaria en un proyecto que inicia con huertos, para llegar a construir comunidad. Un enfoque radicalmente simple, comparable con la acupuntura urbana.
“El mundo necesita soñadores y el mundo necesita hacedores. Pero sobre todo, el mundo necesita soñadores que hacen”, dice la escritora Sarah Ban Breathnach.
Cuando vemos nuestro entorno en Panamá, podemos sentir que hay muchas excusas para no efectuar cambios.
Decimos que no lo permiten las condiciones económicas, normativas o sociales. Sin embargo, en un sector como el sur de Chicago, como es la norma general, el potencial es fácil de dejar de ver, pero un cambio de mirada y actitud puede resultar determinante.
Este es un momento de crisis para el mundo, principalmente en valores y liderazgo.
Estas historias nos inspiran a plantearnos lo que podemos ser y hacer, como individuos y en grupos.
Ya quisiéramos en Panamá encontrarnos actores comunitarios con el talento, la visión y el compromiso de Pratt y el proyecto que cofundó, y que ellos pudieran encontrar apoyo económico de fundaciones y empresas, y un marco institucional abierto a las acciones de una comunidad activa. Una nueva visión de ciudad.