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- 06/07/2018 02:01
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Acostumbrado a reunirse con sus amigos en el parque de una barriada en Don Bosco, un día, cuando tenía 14 años, estaba Franklyn Robinson jugando con mañas un poco afeminadas que resaltaban lo contento y libre que se sentía. Lo que él no sabía era que un amigo ‘maleante' de su tío lo estaba observando. Y este fue a contarle la escena del parque: ‘¡Tú tienes un sobrino maricón!'.
Furioso, al recibir esa noticia, el tío fue hasta la casa de Franklyn para decirle a la madre, Sheyla Ellioott, lo sucedido.
—¿¡Tú eres maricón!? ¿¡Tú eres cueco!? Yo no quiero maricones en mi familia —le gritaban al adolescente.
En ese preciso momento, su tío lo agarró de las manos y lo cargó para que su mamá le pegara. Ella le repetía una y otra vez: ‘Dios mandó hombres y mujeres, Dios no mandó maricones'. Lo tiró al baño y lo mandó a arrodillarse contra la pared para castigarlo por ser gay.
No todas las crianzas se dan bajo el núcleo de amor y respeto. Cada madre tiene un manual que bien o mal aplican con sus hijos. La frase que condujo la crianza de Franklyn fue la siguiente: ‘Cuando tú tengas cédula, haces lo que te dé la hijueputa gana'.
La madre sabía que su hijo tenía una orientación sexual diferente, pero se negaba a aceptarlo. ‘Dios mandó hombres y mujeres, no maricones', esa fue la única frase de la Biblia que se aprendió para justificar el maltrato que le dio a su niño homosexual; un acto que se repetía cada vez que los vecinos le decían ‘tu hijo es cueco'.
LA INDEPENDENCIA
El 3 de junio del 2003, Panamá fue sede del Miss Universo. Franklyn quería conocer a las candidatas escogidas, ver el desenvolvimiento de cada una y estar en ese ambiente de amplios conocedores de reinados: la discoteca gay.
Acababa de cumplir la mayoría de edad que le permitía ir sin el permiso de su mamá. Pero al momento de arreglarse para salir, ella le preguntó: ‘¿Pa' dónde vas?'. Él contestó: ‘A ver el Miss Universo'. ‘¿A dónde?'. ‘A la discoteca gay'. Alarmada al escucharlo, volvió a regañarlo. ‘Tú me dijiste que cuando yo tuviese cédula, hiciera con mi vida lo que me diera la gana y me metiera con los hombres que me diera la gana, porque ya tú cumpliste conmigo, bueno… ¡ya cumpliste!', respondió el joven mientras se iba.
Al regresar del evento, lo recibió con palabras obscenas, su pan de cada día. Solo hubo un variación. ‘Mientras estés bajo mi techo...'. ‘¡Ay Dios mío, antes era cédula y ahora es techo!', replicó Franklyn.
Él le tomó la palabra. Se enfocó en estudiar, al mismo tiempo que consiguió su primer trabajo en la sección de farándula del periódico Día a Día. Cuando cumplió 20 años decidió mudarse a la casa de un amigo que le alquiló una habitación en Pueblo Nuevo. Guardó su ropa en dos cartuchos negros y se fue.
—¿Pa' dónde tú vas? —preguntó curiosa la mamá.
—Tú me dijiste que si yo quiero vivir mi vida como yo quiera, no va a ser bajo tu techo. Bueno, yo voy a buscar mi techo—, contestó Franklyn, decidido a tomar su rumbo.
SUEÑO CUMPLIDO
El pasado 1 de julio del 2017, a eso de las cuatro de la tarde, por primera vez la Cinta Costera se vistió de colores para la marcha del orgullo gay. Habían pasado 13 años desde que Franklyn dejó su casa para convertirse en una figura mediática de la televisión, y, además, en activista de los derechos LGBTIQ+.
La marcha siempre se había realizado en la vía Argentina, una angosta calle del centro de la ciudad, pero el año pasado la caminata se tomó la costanera de la capital, con más de 3,000 personas caminando de manera pacífica con atuendos coloridos.
Aquella marcha, bajo el lema ‘Panamá la suma de todos', no solo estuvo acompañada de banderas, suéteres con mensajes de inclusión y carros alegóricos, sino que además —por primera vez en sus 15 años— contó con la presencia de la primera dama de la República como abanderada. Lo que pocos saben es que la organización del evento estuvo a cargo de Franklyn, a quien le tocó agarrar la batuta de la marcha ‘alone, pechugón solito', como él mismo describe.
La convocatoria fue tan multitudinaria que provocó que a la semana siguiente miles de fundamentalistas religiosos realizaran una marcha por toda Calidonia en contra del matrimonio gay y la equidad de género, además de rechazar el proyecto de ley 61 sobre educación sexual y salud reproductiva. Esto generó intriga en la comunidad LGBT porque entendieron que la caminata de los religiosos había sido en respuesta a la del orgullo gay. De hecho, los analistas políticos catalogaron esta división ideológica como ‘la nueva fractura cultural de Panamá'
‘¿Por qué se asustan los fundamentalistas?', se preguntó la comunidad LGBTI. Los religiosos criticaban la marcha gay por ir en contra de la familia tradicional: padre, madre e hijos. Sin embargo, proteger a la familia tradicional —argumenta Franklyn— excluye a las otras: la de la madre soltera, la de la abuela que cría a sus nietos o a la de aquellas parejas casadas que no pueden tener hijos, pero adoptan. Hay muchos otros casos.
Por ejemplo, el también conductor del programa ‘Suelta El Wichi' cuenta que todos piensan que Roberto Durán, por hacer parte de un deporte rudo como es el boxeo, no tiene ese amor y respeto por la comunidad LGBTI, pero la verdad es que sus hijos fueron criados por ‘la Cuao de El Chorrillo', una mujer ‘trans' que convivió con ellos por muchos años, sin cambiar el pensamiento de los niños que cuidó, brindando amor, respeto y tolerancia ante cada circunstancia, siendo ahora, cada uno con principios, un ejemplo de familia ‘gay friendly'.
Todas estas circunstancias motivaron un giro de la marcha del orgullo gay en dirección hacia la familia en 2018.
‘Sabes qué, si hay amor, hay familia', pensó Franklyn. ‘Todos damos amor y en todas las familias hay amor y todas las familias son iguales. Nosotros no discriminamos a nadie, ni excluimos a ningún tipo de familia y por eso se dio esa frase: si hay amor, hay familia', apuntó.
Ese enunciado se convertiría en el lema de la marcha por el ‘pride' de este año, la primera en realizarse luego de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos llamara a doce países de Latinoamérica, entre esos Panamá, a legalizar el matrimonio gay.
Debido a la gran asistencia del año pasado, Franklyn había decidido organizar un festival de una semana que incluyera talleres y conversatorios sobre diversidad sexual. Adquirió la franquicia ‘World Pride' y llevó adelante el festival bajo tres pilares fundamentales: la visibilización de la comunidad para evitar la homofobia; el turismo ‘pride' para atraer visitantes al Casco Antiguo —donde se izaron 175 banderas— y la tolerancia y respeto por los derechos humanos. ‘Mucha gente no entiende que nos toca a veces fingir y actuar bastantes cosas cuando estamos en el clóset; algunos estamos en él, no porque queremos, sino obligados por nuestras familias y todos los gais tenemos historias del clóset', dice Franklyn.
UNA CRIANZA FUERTE
Cuando la crianza de una persona viene por madres del gueto, se crea un núcleo rudo, de golpes y regaños que hacen al niño más fuerte o débil. En el caso de Franklyn fue lo primero. El rechazo de las personas lo ha fortalecido, lo forzó a planificar más y lo ve como un reto. ‘Aunque me digan que no, yo sé que voy a lograrlo', añade con orgullo.
El presentador también recalca: ‘mucha gente no entiende que cuando eres criado por mamás del gueto, que son fuertes, te levantan ‘vístete, vas tarde para la fuckin escuela' y no en ese entorno amoroso que todos piensan'.
En ese contexto, poder confesar a los padres algo que estás ocultando tiende a ser difícil, y aun más cuando tienes una orientación sexual diferente a los demás. El padre de Franklyn se lo dejó claro a sus dos hijos: ‘¡Uno de ustedes sale maricón y le saco..., los mato!'. Escuchar a los padres hablar de esa manera, añade el activista LGBT, hace que las personas sigan ocultándose.
En su caso, existía cierto resentimiento por el trato que su padre le había dado. Llevaban años sin tener contacto por el machismo que lo caracterizaba. Al mudarse a Estados Unidos, el progenitor entendió que se había equivocado. Tuvieron que pasar seis años para que decidiera buscar el perdón de su hijo, aunque éste se negaba.
Todo cambió hace dos años, cuando Franklyn viajó a Brooklyn con un camarógrafo para capturar la experiencia y sensibilizar a las personas acerca del tacto que deben tener ante una situación similar.
—Entonces, cuéntame pues, te escucho, soy todo oídos— le dice Franklyn a su padre, indignado por todo el rechazo que recibió de su parte.
—Es que a mí nunca me enseñaron cómo criar a un hijo gay, a mí me decían que eso estaba mal, que Dios castigaba eso y si yo tengo un hijo gay, ¿cómo lo crío? Nunca me dijeron que tengo que darle amor, respeto; eso nunca me lo dijeron, nadie me lo dijo, ni mi mamá, ni la escuela ni ningún amigo. Me decían ‘tu hijo es maricón', todo era negativo; entonces yo no podía hacer más nada, tenía que hacer lo que todo mundo me decía, pero estando acá yo entendí que te hice mucho daño —respondió arrepentido su padre.
Franklyn comenta ahora, a días del World Pride Panama 2018, que lo mejor que Dios le ha dado en la vida es darle el don de ser gay. Dice que gracias a ser gay es que ha logrado todo, porque cada vez que lo ofenden ‘es un reto más'. A él no le duele, eso lo empodera para demostrarle ‘a todos los chicos que van creciendo que son gays, que sí pueden hacer las cosas'. Aún en Panamá se vive con muchas discriminaciones —continúa— pero eso no significa que no se puedan erradicar
Una de las dificultades que más lo ha marcado es no poder entrar a la iglesia por su preferencia sexual. ‘Tengo años que no voy a una iglesia, como ellos atacan tanto, para mí ese es el peor lugar donde yo puedo ir, imagínate', describe el presentador de televisión. Para él, ir al templo es ir adonde sus enemigos.
‘Me motiva el hecho de que yo sea gay y que he logrado ser el primer gay en ser socio de TVN, de un programa de televisión; el primer gay en ser dueño de varios proyectos y programas de radio, eventos y demás; ser el primer gay que la comunidad en Panamá, la población, quiera bajo su óptica. Mi plan, en un futuro, es que en Panamá se cree una Cámara de Comercio diversa y que hagamos negocios entre nosotros mismos', agrega Franklyn, con gran satisfacción en su rostro.
En cuanto al matrimonio, concluye que para algunos miembros de la comunidad LGBT casarse no está entre sus posibilidades. ‘El matrimonio no está en mi cabeza, y no es porque yo no quiera, es porque todos estos fundamentalistas me arrancaron esa esperanza', lamenta el activista, que ha salido del clóset directo al mainstream .