Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 14/11/2023 00:00
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Desde hace años trabajo sin descanso para alcanzar mis metas profesionales y empresariales. Trabajé durante siete años en el diario La Prensa, donde llegué a ser desde editor de cierre hasta jefe de editores. También fui el director del diario interno 'La Prensita', en la que había una sección denominada “Nuestras pequeñas corrupciones”. Los caricaturistas Vic y Rac me ayudaban a exponer las quejas y abusos, porque sosteníamos que había que ser transparentes también dentro de casa. Que si el nepotismo interno, contratos a allegados, boletos de eventos que se quedaban en la cúpula y nunca se rifaban para todo el personal, etc.
Recuerdo que un día botaron al director, el doctor Winston Robles (q.e.p.d.). En una de las ediciones de 'La Prensita', Vic hizo una caricatura en la que se veía un pantalón grandote del director (del doctor Robles, por supuesto) y quienes lo sucedieron no llenaban ni una pierna. ¡Fue todo para el campeón!, porque nos censuraron 'La Prensita' ¡No salió más...!
Mi relación con La Prensa terminó cuando no quise seguir el rumbo que ese diario iba tomando, así que fui y le expuse mi decisión de irme al entonces presidente y director Fernando Berguido. Me pidió un día para darme una respuesta.
Al día siguiente me llamó y el jefe de recursos humanos me entregó un cheque con una liquidación. No reparé si esa liquidación era justa, mala o buena. Me despedí y me fui el 5 de julio de 2005.
Mucha gente me preguntó qué iba a hacer, porque trabajar en La Prensa era como llegar a lo más alto en la profesión. Era un orgullo. Les respondía que iba a cuidar a mi hija que nacería en siete días. Así permanecí en casa, cuidando a mi esposa e hija durante tres meses, hasta que Manuel Domínguez me llamó para ofrecerme un cargo en el PNUD, que en ese entonces lideraba el diálogo por la CSS. Allí trabajé hasta que eso concluyó. Mi esposa tranquila y mi hija creciendo, y me atreví a prometerle que “jamás volvería a trabajar en un diario”.
El tiempo pasó y luego me enrolé en el proyecto de ampliación del Canal, pero no lo llegué a concluir, porque me ofrecieron la dirección de La Estrella de Panamá. Había prometido no volver al diarismo, pero el proyecto era rescatar el primer diario del país. Hacer buen periodismo. Lo hablé con mi esposa, y ella con lágrimas me dijo que aceptara, que ese era mi sueño.
El primero de septiembre de 2006 entré a La Estrella de Panamá y a los dos días estaba enrolado en el rediseño del diario, cuyo lanzamiento sería el 28 de septiembre. Llegó ese día y fui a la presentación que se realizó en el hotel Marriot que estaba en el área bancaria.
Esa noche vi entrar a nuestra fiesta, a la entonces subdirectora de La Prensa, Siasca Salcedo, quien se me acercó, me saludó, y con el pulgar y el dedo índice de ambas manos me agarró los hombros y me espetó: “Este saco como que te queda grande”. Le respondí: “No se preocupe, veré la forma de llenarlo”.
Desde entonces he trabajado arduamente por la libertad de expresión, por el periodismo libre, por una profesión que ayude a la sociedad, hombres y mujeres, con la mejor información, a tomar las mejores decisiones. Hoy me siento orgulloso de que La Estrella de Panamá sea el diario de mayor relevancia e influencia en el país. El mejor diario y el verdadero “diario libre de Panamá”. Le damos cabida a todas las opiniones y cuando erramos, procuramos que se repare inmediatamente ese yerro.
El jueves 9 de noviembre de 2023 recibí una llamada del periodista y exsubalterno mío en La Prensa, Rolando Rodríguez, porque tenía un cheque girado a nombre de la empresa Lupita Village por parte de la empresa Bagatrac. Lupita Village es un pequeño hostal que, junto a otros pequeños socios, puse en marcha en San Carlos. Soy el presidente.
Rolando me preguntó qué le podía decir. Le respondí que nada. Me insistió en que le dijera algo, que le declarara algo, y le respondí que no le tenía que declarar nada, que se diera cuenta de que ese es un hostal donde le prestamos servicio a mucha gente. Que si su intención era hacer daño, que lo hiciera, pero que no le iba a dar declaraciones ni explicaciones de ningún tipo. Me dijo que Lupita Village había recibido un cheque de Bagatrac, que es una empresa que, de acuerdo con lo que él ha publicado, pagó gastos de campaña del entonces candidato Laurentino Cortizo y que no se reportaron al Tribunal Electoral, lo que él denomina la “La caja 2 del PRD”.
Lupita Village no ha tenido ninguna relación, fuera de esa ocasión con Bagatrac. Mucho menos en el actual periodo presidencial. Tampoco ha tenido ni tiene relación con la actual gestión presidencial. Rolando sabe que si un hostal o un hotel prestan un servicio, cobran por ese servicio. Que la cifra es irrisoria, pero aún así me asolea con su información. A propósito, los que nos dedicamos al turismo estamos sufriendo una grave crisis, así que aprovecho estas líneas para que visiten este emprendimiento agroturístico en San Carlos. (Fin del comercial).
Por lo general no respondo a los ataques, pero creo necesario exponer que la intención de Rolando al ligarme con el PRD no tiene otro objetivo que intentar manchar mi reputación y credibilidad, porque con ello quiere atacar a La Estrella de Panamá.
Desde hace años, La Prensa le ha dedicado muchas líneas a La Estrella tratando de afectar su crecimiento. No le hemos hecho caso, porque el éxito de La Estrella trasciende fronteras. Hoy nos preparamos para dar un salto cuantitativo y cualitativo desde enero, que nos permitirá ser un diario panameño con un alcance regional en toda Latinoamérica. El éxito de La Estrella es el éxito de todo Panamá y me siento orgulloso de trabajar con un equipo realmente comprometido y profesional que solo busca resaltar el buen periodismo.
Otra cosa. No es la primera vez que me atacan y esto justo tiene como coincidencia que la señora Annette Planells está siempre en los medios que lo hacen. Señora Planells, no sea necia, deje la ira, deje la obsesión, deje las indirectas.
La intención es hacer daño a mi reputación y credibilidad. No hay duda. Pero el periodismo sesgado y con intención malsana no hará que La Prensa recupere su credibilidad. No es culpa nuestra que estén como estén. No será atacándome que recobrarán credibilidad.
Ganarse a la sociedad se empieza por hacer un periodismo creíble, con amor a la patria. No será atacando mi reputación que La Estrella deje de brillar. Yo solo soy un periodista, humilde, que busco coadyuvar con el desarrollo de Panamá. Lo haré en La Estrella o en cualquier posición donde me encuentre. También soy un periodista que lucha porque la profesión se enrumbe por el sendero de la dignidad y el profesionalismo y no caiga presa del sicariato mediático, y cuestiono a los mercenarios de la pluma.
¿Qué culpa tengo yo de que ninguno de ellos haya podido llenar los pantalones de Winston Robles? Yo, por mi parte, más que nunca me siento satisfecho por el éxito de La Estrella y también me siento muy orgulloso por mi éxito, porque significa que ¡yo sí pude llenar el saco!