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El orden mundial después de la pandemia
- 26/04/2020 00:00
- 26/04/2020 00:00
La pandemia provocada por el Covid-19 está sacudiendo al Estado y su organización. Desde las ciencias sociales, los análisis señalan que los efectos e impactos que tendrán esas sacudidas terminarán por transformar profundamente el orden internacional.
Los análisis dejan en evidencia que avanzamos a pasos acelerados hacia un cambio en el modelo económico y, en sí mismo, del orden mundial hasta ahora conocido. La producción deslocalizada, la eliminación de fronteras geográficas y arancelarias, las cadenas de valor de la producción con énfasis en las tecnologías blandas, los mercados laborales especializados y tercerizados darán paso abierto a otras formas de organización social y política.
Uno de los análisis que puso en perspectiva la crisis del Covid-19 y el cambio del orden mundial fue publicado en The Wall Street Journal (3/4/2020) por Henry Kissinger con el título “The Coronavirus Pandemic Will Forever Alter the World Order”. Años antes, Immanuel Wallerstein había señalado los apremiantes cambios en el sistema-mundo moderno.
Pero según Kissinger, ¿en qué consiste la posibilidad del cambio en el orden mundial? Como en otros casos, el paso hacia el nuevo ordenamiento, según Kissinger (1996), tiene mucho que ver con organización del comercio.
Para el FMI (2020), la intensidad de las sacudidas dependerá de factores como:
-trayectoria de la pandemia
-eficacia de los esfuerzos de contención
-grado de las perturbaciones en la oferta
-endurecimiento de las condiciones en los mercados financieros mundiales
-variaciones de los patrones de gasto
-cambios de comportamiento del consumo
-volatilidad de los precios de las materias primas
Cada factor enunciado contiene en sí mismo, variables intervinientes que indican cambios en el comercio, por lo que los impactos en términos objetivos son aún indeterminables.
La crisis del orden mundial tiene características propias. Según Kissinger (1996), el orden mundial entra en crisis cuando, por un lado, no alcanza a modificar los valores que organizan las sociedades, mientras que, por otro, tampoco alcanza a evitar conflictos insostenibles y guerras catastróficas.
Para Kissinger (1996), la historia por analogía da luz sobre las probables consecuencias que se derivan de situaciones comparables y equiparables. Los efectos de la pandemia, sin duda alguna, se presentan ante los Estados como una catástrofe similar a las registradas cuando sucede una guerra, pero con efectos aún por conocer.
Como tal, la pandemia está fuera del control humano y amenaza con todas sus implicaciones inmediatas al orden mundial. Pero la amenaza como tal no proviene ni de la carrera por el control de las armas de destrucción masiva, ni de la depredación ambiental ni de las políticas genocidas ni de la expansión de nuevas tecnologías, tal como suponía Kissinger (1996). Es por la falta de conocimiento humano de un virus que limita cualesquiera de las formas de control conocidas. Sin control, ningún orden es posible.
Tal como lo han señalado organismos internacionales como FMI (2020), BM (2020) y OCDE (2020), todos los efectos de la pandemia serán más que catastróficos para las economías de los países y las regiones. Son necesarias salvaguardas simétricas que garanticen respuestas a los desafíos de la emergencia y refuercen la política económica mediante regulaciones e inversiones financieras con el fin de restablecer la confianza. Las salvaguardas reorganizarán bloques económicos, comerciales y políticos. Según Kissinger (1973), ningún orden está seguro sin salvaguardas contra las agresiones.
Para Kissinger (1962), la doctrina estratégica que guíe el establecimiento del orden mundial debe precisar los objetivos por los que luchar, al mismo tiempo que comprueba el grado de fuerzas apropiadas para conseguirlo. Superar la primera fase de la pandemia ajustando políticas públicas parece prospectivamente, el primer paso para la definición clara de una doctrina estratégica.
Es decir, la doctrina estratégica equilibra el uso del poder según los problemas que se afrontarán. El estado de excepción, el cierre de fronteras geográficas, las restricciones comerciales, por ejemplo, son medidas mediante las que el poder equilibra pandemia con estado de emergencia y orden interno/externo que está por construirse.
El poder, tal cual lo argumenta Kissinger (1962), no está relacionado únicamente con objetivos de equilibrio, también puede paralizar y anular la voluntad. La cuarentena total es una forma de paralizar y anular la voluntad de los ciudadanos. Es decir, la seguridad de un orden interno reside en el poderío preponderante de la autoridad.
Pero, qué es primero, la realidad o la política; el estado o el estadista. Dependiendo cómo se resuelva esa pregunta serán los resultados e impactos de la pandemia. Es decir, las respuestas a las preguntas determinarán desde dónde se generarán las salvaguardas: desde la emergencia o desde la condición de poder. Para Kissinger (1996) solo los premios y castigos distribuidos desde el poder alcanzan los efectos favorables. La doctrina estratégica permite establecer cuándo y cómo la relación de poder define la conexión entre realidad/política, estado/estadista.
Es decir, para Kissinger (1973), la función de la doctrina estratégica es conciliar lo que se considera justo con lo que se considera posible. Lo que se considera justo depende de la estructura interna del Estado. Mientras lo que es posible depende tanto de los recursos, posición geográfica y determinación del propio Estado; como de los recursos, determinación y estructura interna de otros Estados. Allí reside el problema de fondo.
La velocidad de los cambios en proceso y las decisiones en medio de la emergencia determinarán el futuro inmediato de las sociedades. Las salidas son ahora mismo, diversas. No existe un solo mañana. En la mesa están distintos escenarios con implicaciones sociales, políticas y económicas, solo por mencionar algunas.
En la perspectiva de Kissinger (2020), aun en este punto de bifurcación caben algunas decisiones inmediatas:
-garantizar la resiliencia global ante las enfermedades infecciosas
-reactivar la economía mundial afectada por las medidas de salud pública
-salvaguardar los principios del orden mundial liberal conjugando seguridad, orden, bienestar económico y justicia
-defender y sostener sus valores mediante el equilibrio entre poder y legitimidad.
Sin embargo, no queda claro si esas decisiones inmediatas establecen una ruta de consensos y acuerdos en todos los países, estados y sociedades.
La autora es académica en Relaciones internacionales de la U.P.