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Llévame en tu bicicleta; el ciclismo en la ciudad
- 05/03/2022 00:00
- 05/03/2022 00:00
Hoy, cuando pensamos en ciclismo urbano, lo relacionamos con ciudades europeas como Coppenhague y Ámsterdam, Utrecht, Amberes, Nantes, Estrasburgo y Oslo, entre otras. En estas ciudades se combinan varias condiciones que permiten pedalear para transporte, recreación, turismo o deporte.
Por una parte, en Europa prevalece el modelo de centro urbano compacto con usos mixtos en los que la población se concentra y hay muchas distintas actividades cercanas entre si.
También se cuenta con carriles para las bicis llenos de usuarios y los conductores están acostumbrados a respetarlos y convivir con ellos.
En estas ciudades se suelen encontrar distintas modalidades de estacionamiento para bicicleta, ya sea en la acera y abiertos o en recintos dedicados. En algunos casos hay bicicletas compartidas o de alquiler.
Más allá de las medidas que hacen que sea práctico transportarse en bicicleta, este modo de transporte se inserta, al menos en varias de las ciudades antes mencionadas, en estrategias de planificación de movilidad integral.
Cabe destacar que, como ejemplo de éxito en América Latina, Bogotá ocupa la posición 12 de 20 entre las ciudades más amigables al ciclismo en el Copenhagenize Index, siendo la única ciudad no europea en la lista.
En Asia, hay otros casos, en Beijing hay mucha movilidad ciclística, sin embargo está decayendo por varios factores. Muchos usuarios acceden a tener un transporte motorizado y van dejando la bicicleta. La motivación de algunos para esto son las distancias de viaje, seguridad en la vía y calidad del aire.
En muchas ciudades de Japón se practica ampliamente el ciclismo.
Así como en varias ciudades europeas, en Tokio, desde que empezó la pandemia, la bicicleta se está utilizando para evitar lugares confinados y congestionados, como las estaciones de transporte.
Melbourne destaca en Oceanía por sus miles de ciclistas. Entre las ciudades del continente africano, un reportaje de la BBC destaca a Asmara, la capital de Eritrea, de apenas medio millón de habitantes, como un “paraíso del ciclismo” y una “capital africana sin tráfico”.
El panorama de ciclismo urbano en América del Norte incluye a Nueva York, con sus citibikes, a Portland, y ciudad de México que ha hecho importantes avances desde que comenzó la pandemia.
En el sur destacan Bogotá, la ciudad latinoamericana con la red más extensa de ciclorrutas, bicicorredores y ciclovías temporales. También en Buenos Aires, Santiago y Curitiba, entre otras, hay ciclismo urbano.
En el Caribe se conoce el caso de Cuba, donde se dice que en la década de 1990 había más bicis que autos en las vías.
Todo lo anterior nos ayuda a ver que el ciclismo urbano es un fenómeno global.
En Panamá hay una ciclovía los domingos de 6:00 a.m. a 12:00 mediodía. Se extiende 21km desde Panamá Viejo hasta Amador, pasando por la cinta costera. Es temporal el uso de esta ruta de recreación, turismo y deporte.
También, entre 2014 y 2019 se construyeron carriles dedicados para bicicleta como parte de la regeneración urbana que incluyó ampliación y mejoras a las aceras. Estas son un buen precedente, al dedicar espacio a este modo de transporte en el centro de la capital.
En las ciudades del interior se ve a más personas transportándose en bici, dentro de su ciudad o viajando de una localidad a otra.
En Chiriquí, la ciclovía parcial entre David y Pedregal es un ejemplo importante, con sus logros y retos, que se debe estudiar buscando mejorar y establecer otras parecidas donde sean útiles.
Pero, ¿cómo llegaron los daneses y holandeses a donde están con el ciclismo? En Copenhague y Ámsterdam llevan más de 30 años liberando el centro de sus ciudades de autopistas y priorizando la bicicleta y al peatón. No se trata de modas, suposiciones o esfuerzos espontáneos e inconexos, ha sido a partir de políticas públicas, planes, y de llevar estos a la práctica. Tal vez el principal compartido por las ciudades de Europa central y occidental y que los lleva a tener éxito en el transporte no motorizado es evitar que las autopistas atraviesen el centro de la ciudad, se busca que estas permitan llegar cerca del centro y luego hacer el último tramo del desplazamiento, por otros medios, que no sean un vehículo automotor privado. Así también, en muchos casos se busca que el sentido de las calles no facilite el tráfico rápido que busca atravesar la ciudad, pasar por el centro mismo.
Por eso las calles de muchos centros históricos europeos están compuestas de vías peatonales y con espacios para ciclistas. El ciclismo es tan seguro en Países Bajos, por ejemplo, que el uso de casco no es obligatorio ni predominante.
La extensa red de ciclorrutas de Bogotá tuvo su origen en la primera administración del alcalde Enrique Peñalosa, entre 1998 y 2001. Muchas ciclorrutas comenzaron siendo temporales y se fueron haciendo permanentes y han añadido 84 kilómetros nuevos, desde el inicio de la pandemia, a los 550 que llevaban. En cambio, en ciudad de México ha sido desde que comenzó la pandemia que empezaron a dedicar espacio de la rodadura vial a la circulación de este transporte no motorizado.
Hay datos que indican que la cantidad de usuarios de bicicleta se ha más que duplicado. Sin embargo, en Panamá no hemos tenido ni el pulso sostenido de los bogotanos ni el tino oportuno de los mexicanos, para convertir esta modalidad en una alternativa de transporte funcional y masivo.
Tal vez repasar algunos de los beneficios de la modalidad ciclística nos pueda estimular: salud, movilidad, comunidad, ambiente, economía.
En un reportaje del diario español El País, sobre la nueva cultura de ciclismo urbano, en ciudad de México un entrevistado indica que comenzar a andar en bicicleta le “ayudó a sobrevivir la pandemia”, porque fue su oportunidad de esparcirse, ejercitarse, y contrarrestar el encierro y las preocupaciones. Pensar que el tiempo que utilizamos para desplazarnos al trabajo, puede ser el mismo en el que nos ejercitamos, es una importante oportunidad. Que el impulso de nuestra movilidad sea llevando la vida activa que necesitamos por nuestro bienestar.
En Panamá ya hay jóvenes ejecutivos que buscan la forma de que su lugar de empleo les permita facilidades para llegar en bicicleta al trabajo y poderse bañar y cambiar allí.
También en la productividad, un estudiante o trabajador que llega a su destino pedaleando estará más despierto y presente para lo que el día le presenta, que uno que llega sentado y adormecido dentro de un auto.
Panamá ha logrado algunos avances al tener la larga ciclovía dominical e implementar algunos carriles bici. Solo nos falta sistematizar estrategias para llegar a un siguiente nivel. Se puede.