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La jungla urbana: ¿es verde el oro de Panamá?
- 02/12/2023 00:00
- 02/12/2023 00:00
Nuestra idea de la relación con la naturaleza desde la ciudad la percibimos como algo lejano, un escenario idílico que está fuera de la urbe y que se protege y se visita. Sin embargo, la condición de Panamá y su clima tropical hacen que la naturaleza conviva en los patios de nuestras casas y edificios, en medio de las carreteras y autopistas, en las isletas de las carreteras, sin mayor cuidado, sin mayor mantenimiento. Los árboles y la naturaleza crecen porque crecen, no hay un programa de arbolado urbano o de reforestación urbana.
La presencia del Parque Natural Metropolitano, que en su momento formó parte de la antigua Zona del Canal, una extensa zona ecológica, junto a los manglares y la bahía de Panamá son nuestros principales referentes. Sin embargo, dicha parte de la naturaleza es algo que convive y que a veces se interviene como el corredor norte y proyectos urbanísticos que logran entrar dentro del área protegida.
En este contexto es importante plantearnos una historia natural de la ciudad, ¿cómo ha sido la relación de la ciudad con la naturaleza en el transcurso de su crecimiento y expansión? Este tema tiene tanto que ver con las repercusiones socioeconómicas, pero también desde las capacidades y estrategias de la planificación regional y urbana del país o las ciudades en el corto, mediano y largo plazo.
Hasta finales del siglo XIX Panamá, el país, había mantenido buena parte de dicha biodiversidad y ha sido durante el siglo XX con los procesos de urbanización y la construcción del Canal de Panamá, cuando ha existido la mayor alteración del paisaje e intervención de entornos naturales.
La construcción del Canal de Panamá quizá ha sido la mayor transformación de la geografía nacional, donde se alteraron ríos y se crearon lagos artificiales, una monumental obra realizada por el hombre, que es orgullo nacional y una fuente de ingresos, con fines de facilitar el transporte y el comercio mundial que tuvo un importante impacto en el paisaje y la construcción de uno diferente.
La creación de la Zona del Canal, con su despoblamiento, baja densidad y protección natural de extensas regiones puso también en práctica el experimento de ciudad Jardín en la Zona del Canal, un proyecto de restauración ambiental, que luego de 100 años, siendo Panamá su actual administrador, mantiene su evolución, ejemplo de ello: el cerro Ancón. La antigua Zona del Canal mantenía una tensión y equilibrio entre las áreas urbanizadas y la belleza del paisaje tropical, cuidados céspedes, un microcosmo perfecto, con limitadas áreas para la agricultura y espacios para la conservación y la biodiversidad.
El resto del país, durante los inicios del siglo XX estaba formado por una serie de pueblos puerto conectados a través de rutas marítimas nacionales con muy poca intervención en la construcción de la red vial.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, con la creación de la carretera Panamericana y los procesos de urbanización, la deforestación, tala e intervención de ecosistemas, además de los impactos de las actividades humanas como la agricultura, se ha creado una presión sobre las áreas naturales.
La creación de los parques naturales y comarcas ha protegido algunas áreas más despobladas como la provincia de Darién, las islas del Pacífico, alguna parte de la costa caribeña y el sector de la cordillera central hacia el área del Caribe: que aún mantienen un poco intactas muchas de las características. Las sabanas y áreas bajas hacia el Pacífico se han volcado más hacia la urbanización, los asentamientos poblados, la agricultura y la mayor parte de las actividades económicas.
Mientras tanto la ciudad de Panamá, particularmente, carece de espacios públicos relacionados con la naturaleza. El principal de ellos ha sido un antiguo club de Golf convertido en “parque” sin ninguna atención particular a las especies naturales que allí existen.
Los parques existentes son una fachada de lo que es verdaderamente la naturaleza y el valor ecológico. Otros espacios públicos son los rellenos que se han realizado sobre la costa, tanto el que conecta las islas Naos, Perico y Flamenco, la calzada de Amador y la cinta costera que han alterado su condición “natural”. Los ríos aparecen como grandes cloacas y depositarios donde se arroja toda clase de basura. Costa del Este, que era un antiguo vertedero de basura, fue saneado y convertido en una urbanización.
La devastación de la naturaleza por la actividad minera en la provincia de Colón, la masiva destrucción de un frágil ecosistema natural en medio del Corredor Mesoamericano, sin entrar en las condiciones legales o políticas, con el objetivo de extracción de minerales por una empresa transnacional con la bendición de las actuales autoridades, y de gobiernos anteriores, ha sido el agua que derramó el vaso, un parangón sobre el grado de destrucción de la naturaleza de un país cuya identidad se jacta de ser un paraíso tropical y un ejemplo mundial de diversidad biológica.
Este momento es clave tanto para la ciudad como para el país de poder construir dicha historia natural y ecológica, además del tipo de relación que queremos construir con la naturaleza para las futuras generaciones.