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Se inicia el gran debate presidencial
- 30/09/2023 00:00
- 30/09/2023 00:00
El Partido Panameñista ha culminado exitosamente todos los actos relativos a sus primarias. El ingeniero Juan Carlos Varela ha resultado el triunfador por un amplio margen. Tan amplio ha sido ese margen que, sin duda, los primeros sorprendidos han sido sus protagonistas. Las encuestas eran tan diversas y contradictorias que dominaba la impresión de que el final sería muy parejo, más cerca de un empate técnico que de un triunfo arrollador de Vallarino o de Varela.
A mi juicio, en la contienda panameñista se impuso una regla elemental. Los partidos contemporáneos son más que todo unas maquinarias electorales y el candidato que domina esas maquinarias tiene la primera opción. Ese fue el detalle que en gran medida favoreció la candidatura del ingeniero Varela. Traducida y extendida esa realidad a la contienda interna del PRD, el candidato que domina los cuadros actuales del partido y todo el aparato nacional del colectivo tendrá una ventaja sobre el que no los tiene.
Recuerdo que hace algunos años un amigo de la docencia universitaria que aspiraba a ser el candidato del PRD solicitó mi opinión sobre sus pretensiones. Le hice una sola pregunta, ¿tú dominas la maquinaria electoral del partido? La respuesta fue anuncio de su espectacular derrota. “No solo no la domino, me dijo, sino que no tengo ninguna relación con ella. Realmente me resulta invisible”.
Estimo que a Vallarino le faltó un vínculo determinante con la maquinaria disciplinada del panameñismo, mientras que, a Varela, como presidente del partido, le sobró ese vínculo y supo dirigir su palabra proselitista con la inteligencia y puntería necesarias.
Ahora ha quedado completo el abanico de las candidaturas presidenciales. Ahora se inicia el gran debate interno de la oposición que enfrenta una nueva etapa insoslayable y necesaria. Es la etapa en que los candidatos finales desarrollarán sus perfiles o personalidades políticas. Y en sus discursos polémicos darán o no en el clavo de las necesidades y esperanzas del pueblo elector.
Hasta la fecha solo existía una figura claramente relevante en la oposición, la de Ricardo Martinelli, que capitalizaba simultáneamente el capital opositor, incluyendo la posibilidad de ser el candidato presidencial más votado. En solitario aparecía en las encuestas prematuras a lo largo de los últimos años como el opositor más conspicuo, y en verdad lo era. Pero hay que diferenciar un perfil de opositor y otro de candidato con definidos contendores.
A la hora de preguntar a los encuestados quién era el candidato de su preferencia, inevitablemente Martinelli marcaba a la cabeza, no solo por mérito propio sino porque no existía otro definitivamente proclamado. Martinelli, repito, actuaba en solitario y como el buen boxeador en sus prácticas hacía exitosas sombras sin contendores.
Lo expuesto significa que las grandes encuestas sobre preferencias se realizarán una vez Juan Carlos Varela ponga en marcha su programa como candidato opositor ya ungido por sus copartidarios. La dinámica de su gestión, la intensidad de sus esfuerzos, el contenido realista de sus propuestas, determinarán su aguaje electoral. En la otra esquina, Martinelli, y todos los candidatos de los otros partidos ya postulados, sabrán afinar sus estrategias y tácticas para competir con otras candidaturas ya de carne y hueso. Hoy Martinelli, quien más se destaca, es el candidato autoproclamado como el del cambio. También ha levantado la bandera del antipartido. La bandera antipartido merece alguna observación. Para competir y vencer sin riesgos, el apoyo partidario en el cuadro político y social panameño es imprescindible.
En Bolivia pudo tener éxito el antipartido porque Evo Morales era el abanderado que caminó electoralmente en hombros de una revolución social. Ese símil no se da por lo pronto en el país.
En los días que están por venir, la sociedad panameña será sacudida por la vehemencia del discurso político en contra del oficialismo y por la cautela de los candidatos en el uso de un lenguaje que no lastime la honra del adversario opositor ni sus banderas partidarias.
Hasta la fecha Martinelli ha venido marcando exitosamente puntos en solitario, ahora Varela y los otros candidatos tienen que marcar los suyos. Se inicia la gran contienda. Las encuestas determinarán dentro de un par de meses los efectos de la dinámica renovada de Martinelli y la inédita de Varela y otros.
Superada esta etapa y convencido el pueblo de la intensidad y franqueza del pensamiento político de cada candidato, entonces la oposición podría con objetividad entrar a la etapa de las negociaciones para escoger su abanderado presidencial. Hacerlo ya es prematuro, imprudente e improvisado.
En resumen, el gran debate presidencial, el definitivo, el justo y equitativo está en sus umbrales.
Publicado originalmente el 12 de julio de 2008.