Constituyente neoliberal o constituyente para la igualdad sustantiva

Actualizado
  • 20/01/2019 01:00
Creado
  • 20/01/2019 01:00
El proceso de refundar nuestra carta magna es una gran oportunidad para afianzar los principios democráticos, pero hacerlo en una democracia como la panameña, con grandes falencias, conlleva seis riesgos

Comparto este escrito que trabajé hace más de 3 años, lo vuelvo a leer y casi no han cambiado los riesgos antes identificados; al contrario, se han profundizado los riesgos y han surgido nuevos. Les comparto esta mirada con la intención que contribuya a las diversas voces preocupadas desde los intereses de las grandes mayorías excluidas y violentadas históricamente por el statu quo. Así pues, impulsar el proceso de la Constituyente es una oportunidad de oro para transformar las relaciones de poder en Panamá, para avanzar hacia una democracia de igualdad, sin discriminaciones, sin corrupción, sin violencias institucionales. ¿Pero cuáles son los riesgos de hacerlo en una democracia como la panameña, que es incipiente para unos, en construcción para otras, e incluso es una democracia fallida para muchas personas?

¿Qué significa hacer un proceso de refundar nuestra carta magna en un país de modelo neoliberal, de monopolios y oligopolios; un país en donde las leyes no son justas ni igual para todos y todas ; en donde se impulsa dicotomías entre democracia y desarrollo; entre desarrollo y ambiente; entre mestizos y pueblos originarios; entre hombres y mujeres; entre jóvenes y no jóvenes. Un país en donde campea la corrupción. En este escenario de múltiples exclusiones, nos preguntamos:

¿Está la sociedad civil organizada, lo suficientemente fuerte como para abrir esta Caja de Pandora? Podemos lograr que sea un oportunidad para avanzar hacia una Democracia Igualitaria y no una puerta para perder el carácter público de muchas políticas y bienes estatales como el Canal, el Seguro Social; el derecho al agua, o a la educación, entre otros? Podemos hacer de este proceso una oportunidad, o caeremos en perderlo todo a manos de los depredadores neoliberales nacionales y extranjeros?

No tengo las respuestas, pero lo cierto es que las cosas tienen que cambiar, ya no podemos seguir como estamos; por esto les comparto lo que parecen riesgos evidentes en el contexto panameño para un proceso Constituyente originario que permita avanzar hacia la plena vigencia de los derechos humanos, hacia la justicia social e Igualdad sustantiva.

RIESGO 1

Que sea un proceso entre expertos en leyes y Constituciones : Abordar la Constituyente con un enfoque exclusivamente legalista empobrece el debate y deja por fuera un abordaje democrático integral y sustantivo. Participar en la construcción de nuestro principal marco legal, el que rige la convivencia ciudadana y nuestra vida es responsabilidad de todas y todos. El abordaje debe ser desde la óptica de los derechos humanos, del desarrollo integral que vele por la convivencia pacífica, armónica y justa en sociedad; desde la ética del respeto a la vida. Así pues, independientemente que tengan un sustento técnico, no es un asunto solo legal; es un asunto que aborda el tipo de sociedad en la que queremos convivir, el tipo de país que queremos heredar a las presentes y futuras generaciones. El debate sobre el modelo democrático y de desarrollo, de tipo de sociedad no es un asunto excluyente de personas como yo, como la mayoría que no sabemos de leyes, pero que si sabemos lo que significa luchar por nuestros derechos humanos. La constituyente es un llamado a la responsabilidad ciudadana a participar sin miedo y sin excusas, nuestra Carta Magna son las reglas de convivencia social, algo demasiado importante como para dejarlo solo en manos de políticos y expertos del derecho.

RIESGO 2

Que sea un proceso urbano y que fomente el Centralismo : en Panamá a pesar de haber entrado en vigencia hace poco la Ley de descentralización, persiste su modelo centralista y concentrador en la franja canalera de las principales dinámicas económicas, políticas y sociales. Si el proceso de la Constituyente se concentra en la región metropolitana será un proceso antidemocrático y al servicio del modelo de comercio y servicios transnacionales.

Hay que cuidar que la Constituyente integre todas las realidades y perspectivas de los diversos Panamás que se sobreviven entre sí: el Panamá de los pueblos originarios; el Panamá campesino y el Panamá metropolitano. Se debe se incluir a todo el país; desde el manejo democrático del debate y toma de decisiones informadas; pasando por los lenguajes escritos, gráficos, multimedios; hasta la lógica de participación e información que se genera desde las urbes.

Este trabajo de educación ciudadana debe de evitar que se olviden las otras caras de la población que no tienen fácil acceso a las informaciones y negociaciones que históricamente se dan en la ciudad de Panamá. A pesar que en las últimas décadas el proceso de urbanización se ha acelerado, lo cierto es que en nuestras provincias se mantiene una brecha entre las capitales de provincias y el resto de sus comunidades. Y estas brechas se agigantan en los momentos de los debates y participación de las personas que viven en áreas alejadas de los centros urbanos y más si dependen del acceso o no a tecnología y comunicación virtual; afectando la real participación de toda la ciudadanía.

Entonces, si todo el debate y la participación se concentra en la capital, se vuelve a repetir uno de los más graves errores u obstáculos para nuestro desarrollo: el centralismo. Dejar por fuera las perspectivas e intereses regionales, provinciales, municipales y comarcales es grave. Y más, si no se articula con todo el trabajo que se viene realizando para implementar la Ley de descentralización. Una nueva Constitución que impulse la gestión pública descentralizada contribuye a democratizar el desarrollo y a potenciar las ventajas comparativas regionales desde un enfoque de planificación participativa y de desarrollo sostenible. Una Constituyente representativa de todos los territorios y pueblos puede generar equidad mediante el desarrollo local y regional.

RIESGO 3

Que sea un proceso de las elites de poder político y económico : Vivimos en democracias secuestradas por el mercado y su modelo depredador neoliberal. Toda la institucionalidad democrática está debilitada en función de tener un estado débil y facilitador de la inversión privada. Nuestro modelo de democracia en Panamá es cónsono con ser uno de los países más desiguales en la región, modelo excluyente democrático y modelo económico concentrador, son dos caras de una misma moneda. Nuestra economía crece generando brechas de desigualdad, asimetrías de poder, concentración de riquezas de forma casi obscena. Cada vez que se han tenido coyunturas históricas para tratar nuestra Constitución no ha sido fácil abrir espacios de real participación a la ciudadanía, a la comunidad y sus líderes naturales. Casi siempre es entre los grupos de poder donde se escogen a los y las notables, prevaleciendo una perspectiva desde sus intereses particulares y no de país. No niego el derecho que le asiste a las personas de estos sectores a que participen, sin embargo, es el mismo derecho que tiene un líder indígena o afrodescendiente; una mujer campesina; un estudiante; o una obrera a participar y dar su perspectiva e insumos desde su experiencia como ciudadana. Somos esa mayoría afectada por reglas del juego injustas los que necesitamos ser escuchados; somos los que finalmente pagamos los desatinos de nuestros gobiernos; los que pagamos la deuda externa; los que pagamos el uso patrimonialista del estado; las malas políticas públicas y la corrupción. Si bien es cierto, la Constitución no es una receta mágica contra todos los males de Panamá, sí es un instrumento que nos ayuda a proteger los derechos humanos individuales y colectivos en nuestro territorio. Es un instrumento que nos puede proteger contra la depredacción de nuestros patrimonios materiales e inmateriales; de la violencia institucional y de las dictaduras del mercado. Para una persona de los sectores populares el ejercicio de su ciudadanía es más costoso y trabajoso que para una persona rica; nuestra ‘democracia' es elitista. Aunque se diga lo contrario, la realidad nos muestra que no todos y todas somos iguales ante nuestras leyes e instituciones públicas. Una Constituyente igualitaria puede cambiar esto.

RIESGO 4

Que sea un proceso machista : Es obvia la sub representación política que sufrimos las mujeres en Panamá. A pesar de las leyes de igualdad y demás marcos que defienden nuestros derechos, padecemos un sistema con cultura política machista y patriarcal. Las dirigencias de partidos políticos, gremios, organizaciones sociales, en su mayoría son masculinas. Y ni qué hablar de la administración pública y privada, en su mayoría son hombres quienes las dirigen, a pesar de que cada vez más las mujeres están mejor preparadas, capacitándose en todas las ramas del saber profesional; basta ver como hay más mujeres egresando de estudios superiores en comparación a los egresados hombres. Es por esto que advertimos que así como se corre el riesgo de ser un proceso entre expertos, centralista, urbano, elitista; se corre el peligro de que la Constituyente sea una negociación entre hombres y con alguna que otra ilustre dama que asegure la presencia femenina para disimular la inequidad y desigualdad. En este país sobran las mujeres capaces y sobre todo comprometidas por el bien común; se pueden encontrar cientos de mujeres en todos los sectores y regiones del país con conocimientos y experiencias que den excelentes aportes para la Constituyente. No hacerlo, no solo mostraría una visión no estratégica sino antidemocrática y primitiva.

RIESGO 5

Que sea un proceso adulto centrista : La juventud es parte de la población que sufre más abusos e invisibilidad ante el poder y sus instituciones. Los y las jóvenes tienen limitaciones reales al momento de ejercer sus derechos ciudadanos. La estigmatización y prejuicio hacen que se justifique la violencia adultocentrista y discriminación contra ellos. Un proceso constituyente es una oportunidad maravillosa de incluir a nuestra juventud; es una oportunidad para las y los adultos de escuchar y aprender de esta generación que es nuestro presente y futuro. Es una oportunidad fabulosa para compartir con la juventud nuestra experiencia, para que tengan una perspectiva histórica de las luchas sociales y prevenir el ‘síndrome de descubrir el agua tibia'. Nuestra dirigencia social está envejeciendo aceleradamente, gran parte son adultas y adultos mayores, personas dignas que han dado lo mejor de su vida a esta patria; no seamos un obstáculo para que las nuevas generaciones asuman su responsabilidad histórica, total, ninguno de nosotras y nosotros ha nacido para semilla. Al final, en las próximas décadas serán ellos y ellas quienes tendrán que convivir con estas reglas del desarrollo democrático llamado Constitución Nacional de Panamá.

Las complejidades reales de un proceso hacia una nueva Constitución no debe ser excusa para no intentar enfrentar estos y otros retos, pues podemos perder una oportunidad de oro no solo para cambiar nuestra carta magna, sino para transformar nuestra cultura política y manejo patriarcal del poder, generando debates en todo el territorio nacional con los grupos juveniles desde las aulas de clases hasta los barrios y comunidades rurales.

RIESGO 6

MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la UNESCO para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.

El Programa FLACSO-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.

Que sea un proceso reaccionario y fundamentalista. Hay que garantizar el carácter laico del estado panameño consagrado en la Constitución. Es preciso que sentemos las bases para la convivencia pacífica y la cultura de respeto intercultural e inter religioso. Panamá necesita proteger su carácter abierto y neutral ante los conflictos raciales, religiosos, geopolíticos y de todo tipo. Nuestra Constitución así lo debe consagrar. Los fundamentalismos son la principal fuente de violencias y de terrorismos del siglo XXI.

Finalmente, es importante reconocer que no partimos de cero en este asunto, actualmente se cuenta con varias propuestas de reformas constitucionales, unas más abiertas a la mirada ciudadana como la elaborada hace más de una década por la Concertación nacional y su primera Visión 20-20; y otras que fueron elaboradas por comisiones presidenciales de notables y expertos. Todo estos trabajos pueden servir de insumo para una Asamblea Constituyente donde estén representados todas y todos los actores sociales. Insto a todas las y los activistas de derechos humanos y panameños que amamos a Panamá a que se apresten a participar de un llamado a la Constituyente originaria, a que nos movilicemos a nivel nacional educando sobre este reto. Animo a que luchemos por ser Constituyentes, solo los hijos e hijas que aman a su Patria podemos salvar a Panamá de éstos y otros riesgos ocultos. Solo organizando, educando y participando tendremos una Constituyente que abra los caminos hacia una Democracia para la igualdad sustantiva.

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