“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
La huelga de 1920 y las luchas de resistencia de los obreros del Canal de Panamá
- 01/03/2020 00:00
- 01/03/2020 00:00
Al cumplirse los 100 años de una de las gestas obreras más importantes en la historia del Canal de Panamá, resulta transcendental dimensionar correctamente la realidad del trabajador antillano en la antigua Zona del Canal, dejando atrás aquellos juicios equivocados que sostienen que vivió y trabajó en la franja canalera, como miembro de una aristocracia obrera, que lo convirtió en un personaje incondicional de las administraciones estadounidenses.
Los detalles de las luchas del trabajador antillano son analizados ampliamente en los artículos: “El canal de Panamá y los trabajadores antillanos”, publicado en la Revista Tareas N° 55; “1920 Cronología de una lucha”, publicado en la Colección Biblioteca de la Nacionalidad de la Autoridad del Canal de Panamá.
Inspirados por su tradición de resistencia cimarrona y fuertemente influenciados ideológica y organizativamente por el movimiento de Marcus Mosiah Garvey Jr., Asociación Negra para el Mejoramiento Universal del Negro (UNIA), los obreros antillanos, en diferentes épocas de la vida del Canal, realizarían gestas y jornadas importantes en contra de la explotación y la discriminación racial en la Zona del Canal.
En algunas de estas gestas, como fueron las huelgas de 1916 y 1920, las autoridades encontraron en el Gobierno panameño, en manos de la oligarquía, a sus aliados locales, que no vacilaron en tomar las acciones necesarias para combatir a los trabajadores.
Según las Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores de la república de Panamá: “A principios de octubre de 1916 se declaró una huelga de trabajadores del Canal de Panamá, y, habiendo los huelguistas tratado de impedir en la estación de esta ciudad la salida de algunos obreros que se dirigían a sus trabajos, y cometidos otros actos de violencia, el Gobierno de Panamá, de acuerdo con las autoridades del Canal de Panamá, y fiel al compromiso contraído en el tratado de 1913, de garantizar la libertad del trabajo en el istmo, decidió aplicar todo el peso de la ley a los revoltosos”.
La aplicación de la ley se tradujo en arresto, encarcelación y deportación de los principales dirigentes de la huelga. En las Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores, el gobierno se congratula de sus acciones: “En esta ocasión quedó demostrada la aptitud de nuestra policía que supo reprimir los disturbios sin ninguna efusión de sangre y se puso de relieve la buena disposición de nuestro gobierno para cooperar con las autoridades de la Zona, procediendo de acuerdo con ellas, en cuanto interesaba al Canal de Panamá”.
A diferencia de la posición del gobierno, la Sociedad Obrera Unión Marítima sí señala las motivaciones: “... Las que tienen siempre todos los que son explotados sobre la redondez de la Tierra; se nos trata mal, se nos da un salario insuficiente para vivir, se nos suministra una comida de baja calidad... Para colmo de la explotación, se quiere ahora rebajarnos el ya muy rebajado salario... Ponemos, por encima de todo, nuestra dignidad de seres humanos, conscientes de sus derechos inalienables. Consideramos que nuestras reclamaciones son por completo justas y razonables”.
Según las autoridades, la huelga no alcanzó sus objetivos, porque no participaron los obreros antillanos. Sin embargo, esta gesta desencadenó otras luchas organizadas, como la huelga de 1920.
El 20 de febrero de 1920, encabezada por William Preston Stoute y por Samuel Innis (miembros del UNIA de Garvey), los obreros negros del Patrón Plata (Silver Roll) inician una huelga con las siguientes reivindicaciones:
- aumentos salariales de siete centavos la hora;
- protección a los empleados con más de un mes de servicios;
- establecimiento de una escala salarial de acuerdo con el tipo de trabajo;
- igualdad de salario para las mujeres;
- jornada de 8 horas;
- un día de asueto para compensar las labores efectuadas en domingo y días feriados;
- investigación en caso de despido;
- reintegro y compensación por despido injustificado;
- preaviso en caso de despido;
- libertad para participar en las organizaciones gremiales;
- que toda investigación a los empleados debería ser realizada en presencia de un representante legal del trabajador;
- ningún empleado debería ser despedido por reducción de fuerza ni reemplazado.
La huelga, que logró el apoyo del 90% de los 14,000 trabajadores, fue enérgicamente combatida por el gobernador de la Zona del Canal, Chester Harding, con el apoyo del presidente Ernesto T. Lefevre. Durante la huelga fueron expulsados de la Zona los obreros residentes en ella y que se habían sumado a la misma. Mientras que eso ocurría, las autoridades panameñas, a través de un decreto, obligaban a pagar un impuesto por todo mueble u objeto a introducirse en Panamá. La dirigencia de la huelga depositó una fianza al Tesoro para que los obreros pudiesen introducir sus pertenencias.
Más tarde, el presidente Lefevre prohibió reuniones públicas, lo que fue un golpe certero a los huelguistas y el 4 de marzo se levanta la huelga. (Maloney, Tareas No. 55). Muchos de los obreros prefirieron la repatriación en lugar de regresar a trabajar a la Zona del Canal en condiciones laborales que violaban sus derechos. William Preston Stoute, por ejemplo, emigró a Cuba, donde fallece años más tarde.
El ejemplo de responsabilidad, principios y madurez de esa gesta obrera mantuvo viva la sed de justicia de los trabajadores que continuarían, durante muchos años, estas luchas, hasta desmantelar el Gold y Silver Roll.
Después de la experiencia de 1920, los obreros negros del Patrón Plata decidieron crear una nueva organización para insistir en sus objetivos reivindicativos. Así, en 1924, Samuel White crea la Asociación de Empleados de Ascendencia Antillana en la Zona del Canal. Esta organización luchó durante 25 años, bajo el liderazgo de White, por mejores condiciones laborales y en contra de la discriminación racial.
En 1946 los obreros antillanos fundan el Local 913, en su afán de mejorar integralmente las condiciones de los obreros antillanos. Esta organización logró: (i) eliminación de los letreros “humillantes” de Gold y Silver Roll; (ii) aumentos salariales entre 12 centavos y 25 centavos para muchos empleados del Silver Roll; (iii) semana laboral de 40 horas; (iv) licencia de maternidad; (v) sistema de quejas para resolver las demandas y disputas; (vi) mejoras en el sistema de jubilación.
Esta organización, señalada como comunista, fue disuelta en 1949. En 1950 surge el Local 900 que, continuando las tradiciones de luchas, logra: (i) el incremento del salario mínimo de 20 centésimos en 1950 a 84 centésimos en 1959; (ii) un plan de jubilación que incluye a todos los trabajadores; (iii) un sistema de seguro de vida para empleados y jubilados; (iv) el derecho de pagos por cesantía; (v) igualdad en el sistema de vacaciones.
En 1954, el Local 900 se divide y aparece el Local 907, que se ocupa del problema de los empleados que laboran con el Ejecutivo estadounidense (bases militares). Los locales 900 y 907 continúan las luchas por los derechos de los trabajadores y en contra de la discriminación racial, ahora encubierta en el sistema de la Rata Local y la Rata Norteamericana, que establece diferencia en cuanto a ingresos y salarios basada en la nacionalidad: estadounidenses versus nacionales o locales.
No ha sido una experiencia fácil para el trabajador antillano, a través de sus diferentes generaciones, recuperar parte de sus vidas y esfuerzos invertidos en la construcción y mantenimiento del “Canal de Panamá”. Sus conquistas han sido resultado de luchas y sacrificios. Su resistencia ha sido también parte importante de las páginas históricas, que los sectores populares de América Latina y el Caribe han realizado frente a la dominación estadounidense.
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