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- 29/04/2021 00:00
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Cada año, el 3 de mayo, se conmemora el principio de la libertad de prensa. Es una ocasión para evaluar si se cumple con los derechos de todo ciudadano de estar informado, un día para defender la independencia de los medios de comunicación, así como para rendir homenaje a quienes cumplen con la noble misión de proporcionar información para que las sociedades sean más libres y críticas.
La libertad de prensa, la libertad de expresión y el acceso a la información son derechos de la ciudadanía que están ligados a la profesión periodística. En este escenario, este diario conversa, en El Panamá que queremos', con el periodista y docente universitario Franklin Bósquez. Ganador de seis premios de prensa entre los que podemos destacar la crónica “Margareth Thatcher y Susana Richa de Torrijos: Dos 'damas de hierro' con muchas coincidencias en sus vidas” y el reportaje “El hospital Psiquiátrico: Un monumento al dolor humano”.
Ha laborado tanto en medios nacionales como internacionales, entre ellos, La República, Matutino, La Prensa, el semanario Capital Financiero y La Nación. Y dirigió el primer periódico cibernético de Panamá y Centroamérica: DiarioNet.
Dialogamos sobre ética y periodismo, la transparencia en la administración pública, los retos de la profesión del comunicador social, entre otros temas.
La pandemia vino a colocar la cereza en el pastel en el problema de los medios. En los últimos 10 y 12 años, y sobre todo en los últimos 4, hemos estado viendo un tsunami que el mundo mediático lo ha rebasado producto de la digitalización. Nuestros medios tradicionales, que es donde he crecido, donde me hice como periodista, estamos viendo que están pronto a ser ubicados en un museo.
Las cosas van cambiando y los medios tienen que adaptarse. Pero lo que sí puedo asegurar es que la lucha por la libertad de expresión, independiente de cómo estamos o cómo estaremos en un futuro, se va mantener igual. Siempre he dicho que mientras los seres humanos estén pisando este planeta, habrá personas de la línea libertaria, pro libertad de expresión. Habrá otros que son menos, pero siempre los habrá, que son de la línea dura, de la línea de persecución y del odio hacia la libertad. Así que independiente de las tecnologías, mientras vivan los seres humanos en este planeta, la lucha por la libertad de expresión nunca concluirá.
Históricamente los medios de comunicación, los periodistas, siempre intentan hacerlo, pero estamos ante un escudo, ante un enorme muro. Hay personas que les gusta estar con el escondidillo.
El principal escollo siempre ha sido el desconocimiento y la ignorancia de quienes ostentan el poder. Esto es fácil: cuando analizas a los países más desarrollados del mundo, te percatas de que hay una sincronización entre desarrollo, bienestar de los pueblos y transparencia. Los países menos transparentes son los más pobres. La correlación es innegable: mayor transparencia mayor desarrollo. Así mismo entre menos transparencia más pobreza, porque andan con el escondidillo, en cosas chuecas. El que anda en cosas positivas no tiene ningún problema. A mí cualquier profesor que me pide un documento se lo entrego, porque son públicos, no hay que esconder nada. El secretismo implica actividades anómalas e irregulares. A su vez esto impide que la prensa haga su labor de guardián de la opinión pública. Y por eso es que tenemos estas sociedades con muchos problemas. Mientras no superemos el tema de la transparencia y de la libertad de expresión, vamos a seguir sumidos en el subdesarrollo.
Conozco bien el caso de Linett Lynch. Cuando surgió la noticia, yo estaba de asesor de prensa en el Órgano Judicial. Entonces, lo analizamos. Todo el mundo que comentó el tema concluyó en que no se atacaba la integridad de la magistrada Geneva Ladrón de Guevara. Entre todos interpretamos que se estaba enviando un mensaje, porque para ese entonces el esposo estaba muy enfermo. Ella estuvo mucho tiempo fuera del tribunal y aparentemente había cosas raras en el despacho. Fue un llamado de atención para que estuviera más pendiente en el despacho. En ningún momento se atacó la integridad de la magistrada. Pero, ¿qué ocurrió? Ella como magistrada superior y después trabajando en el despacho del magistrado, Jerónimo Mejía, sin que estuviera por delante una sentencia de carácter penal, introdujo un recurso civil. Sus amigos del Órgano Judicial la respaldaron. Eso fue un acto de cobardía de parte de los funcionarios judiciales que extrajeron de la actuación a La Estrella de Panamá, porque saben que atacar a un medio es un escándalo internacional. Y solamente se enfocaron en la periodista, como si fuera una mujer rica.
La han atacado con una sentencia civil, que no tiene ni pie ni cabeza y esos temas hay que denunciarlos porque representan un precedente funesto. Mañana o pasado me pasa a mí o a ti, que cualquier juez se siente ofendido y decide que se va por la vía civil y sus compañeritos pío, pío de los tribunales lo van ayudar. Todos los jueces debieron recusarse. ¿Cómo van a tramitar un documento que interpuso una funcionaria que en ese momento estaba trabajando con un magistrado de la Corte Suprema de Justicia? Eso raya en la inmoralidad.
En los años 80, cuando era jefe de información en La Prensa, que estábamos laborando bajo la dictadura militar, existía una presión horrible. Entonces, hubo en el país una reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa. Allí, a un periodista argentino, que murió y que no recuerdo su nombre, le expliqué la presión bajo la que trabajamos. Él me dio un consejo: 'no cedas, no aflojes, sigue tu trabajo. Las consecuencias vendrán después, porque de lo contrario se acaba el periodismo'.
En todas las profesiones tenemos problemas éticos: en los abogados, en los médicos, en los contadores, y el periodismo no escapa de ellos, eso hay que aceptarlo. Cuando visité Israel, que fui a tomar un curso, me dieron una charla sobre el tratamiento a los infantes. En Israel hay muchos problemas con los niños, que son maltratados. Le dije a la conferencista que había venido pensando en todo, menos en esto, en problemas con los niños maltratados. Le pregunté, ¿qué pasaba en la Tierra Santa? Ella me respondió con una frase que nunca olvidé. Me dijo: 'En la Tierra Santa no todos son santos'. En el periodismo también tenemos problemas de ética. En el periodismo tampoco todo el mundo es santo. Hay gente que comete sus errores, sus faltas. Desde que dejé el periodismo, a principios de los 90, me dije que me dedicaría a la docencia y a mis relaciones públicas. Pero hay personas que mezclan una cosa con la otra, y eso no está bien. Tienen en la mano izquierda el periodismo y en la mano derecha las relaciones públicas. Esas son dos cosas distintas y cuando se mezclan son explosivas.
¡Exactamente!
No es nada de extrañarse. Estamos viendo periodistas destituidos, las redacciones están vacías, estamos trabajando desde la casa. Los salarios con la pandemia se tuvieron que reducir. Con las redes sociales cualquier pelafustán agarra un micrófono y un celular y empieza a decir un poco de obscenidades, y eso a la gente le gusta y eso se hace viral. Son tantas las cosas. El periodismo ya no es atractivo para la juventud.