La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 19/08/2023 00:00
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Sólo un gobierno democrático previsor y patriota, puede promulgar, con fundamento y respaldo, ante los estados americanos, las necesidades y las conveniencias de la Unión positiva entre los pequeños países del nuevo mundo.
Gobiernos de extracción netamente popular, amparados por las conciencias democráticas de las masas conscientes, inspirados por ideales añejos que viven latente en los espíritus revolucionarios de los ciudadanos que valoran los destinos que irremediablemente poseen los países de pequeña contextura territorial, solo ellos deben y pueden cimentar las bases definitivas de un ya remoto anhelo revolucionario: la unión centroamerica.
El nuevo gobierno guatemalteco que es producto de dos conjugaciones subjetivas del heroico pueblo del quetzal, en un gesto inmensamente bolivariano y hondamente morazánico ha invitado a todas las naciones centroamericanas a participar en la federación que siglo atrás existió por breves o efímeros instantes. Dada esa prestigiosa condición que distingue al estado guatemalteco, es muy posible que el nuevo paso no represente uno más, sino el último para alcanzar la meta de lograr lo que un siglo de vida independiente ha forjado al calor de las luchas intestinas o en templado ambiente de quietud, de estudio y rectificaciones.
Si en efecto el General que gobierna a la República del Salvador y el Filósofo que rige los destinos de la República de Guatemala logran mantener sus prolongadas promesas de renunciamientos y estructuran una forma democrática para consultar la opinión de sus gobernados, segura podrá estar americana de que no es una empresa quijotesca la que se intenta, es una empresa de razonamientos previo, de conocimiento profundo de lo que se persigue, conocimiento que lega un siglo de experiencia.
Pero ante toda acción humana, ley vieja, surgen interrogaciones, surgen dudas, incertidumbres. Es posible que constituyan interrogaciones infundadas, posiblemente no. Pueden constituir dudas que se borrarán a su debido tiempo. Pero siempre impera una incertidumbre. Todos sabemos que ya no es ni Ubico quien gobierna Guatemala, ni Martínez quien dirige al Salvador. Al uno y al otro los expulsó el pueblo. Los derrocó el pueblo. Pero si sabemos que en Honduras todavía gobierna Carías Andino y sabemos quién fue y quién es Carias para Honduras. Sabemos perfectamente bien que el mayor obstáculo de la Unión lo constituye el dictador de Honduras. Sólo él representa el mayor obstáculo. Todos sabemos cuándo subió a la Presidencia, pero ¿existe en el mundo algún vidente que sepa cuándo abandonará esa presidencia?
¿Puede esa interrogación encubrir algún fondo democrático o legal? Indiscutiblemente no; luego imaginémonos cuál es la calaña del Gobierno de Honduras.
Actualmente viven exilados en San Salvador cientos de estudiantes hondureños por haber cometido el "delito" de intentar legalizar a un gobierno todo podedumbre. Esos estudiantes aman la Unión Centroamericana y la aman porque comprenden que ella constituye la salvación de los países pequeños en este nuevo Mundo de la Postguerra.
Urge, pues, una revisión en Honduras. Así lo desea el futuro de un mundo y el presente de un pueblo.
En la república de Nicaragua también encontramos un gobierno que no consulta ni con los intereses de la Unión Centroamericana con los más elementales postulados que caracteriza a una democracia de hecho. Se dice que se está democratizando el gobierno, pero sólo se dice.
Urge también una revisión en la noble república nicaragüense.
Meditemos ahora lo que a Panamá respecta la Unión. Simón Bolívar vivió acariciando un ideal y murió acariciando ese mismo ideal. El promulgaba las conveniencias de la Gran Colombia. Le pidió a los países que libertó la más estrecha Unión. Panamá cumplió fielmente los anhelos gloriosos del genio de la América. Panamá entró a formar parte de la Gran Colombia y fue absorbida por la Gran Colombia. Fuimos los últimos en separarnos de esa federación de estados.
La amarga experiencia le ha enseñado a nuestra patria que el sueño de Bolívar sólo puede llevarse a la práctica entre países de iguales condiciones. Que una unificación entre Panamá y Colombia representaría una inmediata absorción. Lo mismo sucedería entre una posible Unión de grandes naciones con pequeñas. Esa es la lógica, esa es la experiencia.
Si los estados Centroamericanos logran comulgar con la idea Unionista, creo yo que a Panamá no le queda otro camino que entrar a formar parte de esa nueva y poderosa Nación. Es el camino que consulta las realidades que se les presentarán en el futuro a países que aún, en pleno siglo XX, no logran producir la mayor parte de lo que consumen.
En la actual vida panameña, en su actual situación, en sus horizontes, surgen dos inmensas alternativas: o Panamá entra a formar parte de una Federación entre estados de la misma condición, o Panamá puede ser el punto del primer rapazo de algún país imperialista
¡Que escoja la juventud!
En 1945, cuando Carlos Iván Zúñiga Guardia tenía solo 19 años y era graduando del Instituto Nacional de Panamá, escribió este extraordinario artículo que demuestra el interés en los temas nacionales y la capacidad intelectual de la juventud estudiosa de una generación que dejó huella en la consolidación de la nacionalidad. El presente artículo salió publicado en la Revista Esfinge del Instituto Nacional de la cual uno de sus directores era el entonces estudiante Carlos Iván Zúñiga Guardia.