Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 28/03/2023 00:00
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En las últimas dos décadas no se ha sabido dónde están siete niñas y adolescentes que fueron reportadas como desaparecidas. Algunas son desapariciones de vieja data que parecen haber quedado en el olvido. Hay, sin embargo, otras más recientes. Después de meses y años, con paradero desconocido, el futuro de ellas parece incierto.
Estos casos han quedado plasmados en hojas de papel periódico, en archivos y en las memorias de los familiares y amigos de las víctimas. Dos de los casos han recibido condenas. Pero nunca se supo qué ocurrió con las víctimas. Otro de los casos cerró sin una respuesta, prescribió la acción penal. Y en otros aún se mantiene viva la esperanza de saber qué ocurrió con las víctimas.
Uno de los casos más mediáticos es la desaparición forzada de Mónica Milagros Serrano García. Han pasado 20 años sin que sus padres –Mónica y Castor Serrano– hayan podido volver a abrazar a “Moniquín”, como cariñosamente la llamaban en casa.
¿Qué ocurrió con Mónica? Es un gran misterio. Hace tres años hubo un gran revuelo, cuando apareció una joven, que era parecida a la niña. Una prueba de ADN descartó la posibilidad y sumergió nuevamente a la sociedad panameña en la desesperanza.
Su caso está cerrado. Aunque podría reabrirse si surge algún elemento nuevo que conduzca a esclarecer qué ocurrió con la niña.
Luz Clarita Domínguez, de 14 años, quien salió de su casa en Punta Fogón, Las Tablas, con destino a la escuela Manuel María Tejada Roca, corrió la misma suerte.
La adolescente desapareció sin dejar rastro. Once años después, su desaparición es otro misterio sin resolver para las autoridades.
En 2013, en la provincia de Chiriquí, empezó la aflicción de otra familia por la desaparición de una adolescente: Geodisys Anabel Sáez, de 16 años. “Tengo el corazón partido en mil pedazos... Que vuelva a mí, que yo la espero”, dijo Hercilia, la madre de Geonisys, en una entrevista que se le realizó hace algunos años.
Un hombre fue condenado a una pena de 20 años por el secuestro de la adolescente. El criminal nunca dijo dónde tenía a la adolescente. Nadie lo sabe. La investigación por la desaparición de la menor continúa abierta.
Ocho años después desapareció la adolescente Viviana Gallardo, de 17 años. Estaba buscando oportunidades laborales, pero nunca regresó a su casa en la ciudad de David, provincia de Chiriquí. Su paradero sigue siendo desconocido.
El más reciente de los casos de desaparición forzada que mantiene en incertidumbre y en un estado de inseguridad a la sociedad panameña es el de Aderlyn Llerena.
“No quiero esperar más por mi hija, ya he esperado mucho”, manifestó Dalys Saldaña, mamá de la niña de 9 años. El 13 de septiembre de 2022, Aderlyn salió de su casa, en Emberá Purú, en San Miguelito. Tenía puesto el uniforme de la escuela. Atravesó el patio de la residencia donde vivía y continuó su camino. Pero alguien se atravesó en su senda. Un video de vigilancia muestra cómo un hombre la agarró por la espalda y se la llevó al interior de un monte, que parece que se la tragó. Aunque se han realizado múltiples diligencias, el paradero de la niña sigue siendo desconocido.
La desaparición forzada quizás es una de las formas de violencia más atroces que hay y más cuando ocurre a niños y adolescentes. La falta de respuestas mantiene por años, y a veces por toda una vida, a familias en un limbo aterrador. Sin embargo, guardan una última esperanza de encontrar a los familiares.
El sistema de investigación debe velar por el interés superior del menor, que en este caso es “su libertad y seguridad física”, indicó Marco Aurelio Álvarez, criminólogo.
El experto en análisis del crimen está convencido que una vez puesta la denuncia de la desaparición de un menor, las autoridades deben actuar con prontitud y estrategias de seguridad científica para la ubicación de la víctima. La burocracia, sin embargo, es el principal enemigo de la seguridad pública en estos casos, reflexiona.
¿Por qué desaparecieron las menores? Álvarez asocia las desapariciones a tres situaciones criminales.
El tráfico de órganos nacional o internacional; un asesino en serie que opera cada cierto tiempo con frialdad y escoge a sus víctimas; o personas de alguna organización que se encarga de conectar infantes o menores con características específicas para sacarlas del país y ofrecerlas en adopción con un cambio de identidad.
¿Dónde están las menores? Es la pregunta de todo un país, que espera respuesta de las autoridades.