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El auge de la influencia China en América Latina: ¿cuáles son sus riesgos?
- 24/10/2022 00:00
- 24/10/2022 00:00
Durante las últimas dos décadas, la presencia China ha crecido exponencialmente en América Latina y el Caribe; y no solo se ha convertido en el principal socio comercial para algunos países, sino que también ha aumentado su inversión en distintos sectores, incluyendo áreas estratégicas como: recursos naturales, infraestructura y telecomunicaciones.
El auge de la influencia China en América Latina y su rivalidad con Estados Unidos, supone uno de los diez riesgos políticos identificados en el estudio del Centro UC Estudios Internacionales (CEIUC), titulado “Riesgo Político América Latina 2022”, puesto que “provoca tensiones diplomáticas” con los países de la región y “condicionamientos” en la cooperación de las potencias.
La mayor presencia china se da en un contexto de una mayor “confrontación estratégica” con Estados Unidos, rivalidad que sólo parece profundizarse.
“En 20 años, el ascenso del país asiático en América Latina y el Caribe ha sido impresionante. China hoy es el principal socio comercial de gran parte de la región y cada vez hay mayor inversión, ya sea de empresas estatales o privadas”, afirmó el director del Centro de Estudios Internacionales Potífica Universidad Católica de Chile y uno de los autores del estudio, Jorge Sahd K., al presentar el análisis en Panamá, el pasado 20 de octubre, en el Congreso Internacional de Cumplimiento, organizado por la Asociación de Oficiales de Cumplimiento (Asocupa).
El trabajo, que además de los riesgos políticos 2022, ofrece las principales tendencias del 2023, especifica que el comercio de China con América Latina (excluyendo México) se ha acelerado “sobrepasando” el comercio de Estados Unidos en los cinco años bajo la administración del expresidente, Donald Trump, especialmente en las regiones ricas en recursos del sur.
Según el Foro Económico Mundial, el comercio de China con el hemisferio creció 26 veces entre el 2000 y 2020, esperando se duplique al 2035 a más de $700 mil millones. Si hace dos décadas Estados Unidos era el principal socio comercial de nueve de doce países de Sudamérica, en la actualidad China lo ha sobrepasado con excepción de Ecuador, Colombia y Paraguay.
Mientras lo común ha consistido en criticar la escasa atención de Washington hacia el hemisferio, Beijing continúa avanzando en la firma de un acuerdo comercial con Ecuador, iniciando los primeros pasos con Uruguay y manifestando su interés de formar parte del Acuerdo Transpacífico, conocido como TPP11. Estos avances se sumarían a los tratados ya suscritos con Chile, Perú y Costa Rica.
En tanto que las inversiones han mostrado un crecimiento sustancial. Entre 1990 y 2009, las inversiones extranjeras directas provenientes de China a Latinoamérica fueron cerca de $7 mil millones, pero desde 2010 a 2015 superaron los $64.000 millones, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La inversión asiática se va caracterizando por su “diversificación”, que va desde el sector extractivo, agroindustrial hasta una progresiva participación en sectores estratégicos como el de energía.
Además, dicha inversión ha ido acompañada en muchos países con financiamiento de su banca, en algunas ocasiones bajo su proyecto global One Belt One Road (la Franja y la Ruta), precisa el estudio basado en una encuesta a 1,144 personas, correspondientes a público general.
Adicionalmente, se conformó un panel de 170 expertos de América Latina y el Caribe, que incluyó a expresidentes, autoridades regionales, líderes de opinión y académicos.
Sin embargo, “la muestra es de carácter no probabilístico. Se utilizó un muestreo por conveniencia, distribuyendo el formulario por vías digitales a través de correo electrónico personalizado, correos masivos a público de interés general y distribución vía contacto directo a través de Whatsapp.”, dice el informe.
Beijing, a través de las llamadas diplomacias de las “mascarillas y vacunas”, por su parte, ha buscado fortalecer su soft power en la región teniendo una presencia regional activa en la provisión de insumos médicos, equipamiento y vacunas. Países como Brasil, México o Chile se han visto beneficiados por el suministro de la vacuna Coronavac y se han anunciado importantes inversiones en la región para su fabricación con apoyo de laboratorios chinos.
“El ascenso chino en América Latina y el Caribe tiene una” mayor complejidad” en el nuevo escenario geopolítico de enfrentamiento de las dos principales potencias”, insisten en el informe, Sahd y Daniel Zovatto, investigador senior CEIUC, los autores.
Aunque, señalan es distinta a la “guerra fría” entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética, dada la independencia económica china y americana, la situación plantea nuevos desafíos de política exterior para la región. Por lo tanto, “no basta con la estrategia de aprovechar lo mejor de los dos mundos: una convergencia histórica y de valores con Estados Unidos, a la vez de las crecientes oportunidades económicas con China”.
Mientras tanto, la confrontación ya tocó la puerta de la región, como lo vivió recientemente Chile en la licitación de los pasaportes y carnés adjudicado a un consorcio chino-alemán Aisino y luego anulada por presuntas presiones americanas con el programa visa waiver. Estados Unidos parece no dispuesto a ceder sus espacios de influencia en la región en materias sensibles
Sahd subrayó que se trata de “una competencia comercial, una competencia tecnológica, como lo que está ocurriendo con la industria de los chips, y una competencia también financiera”.
Pero, para Sahd, “con el país asiático ganando terreno en la relación comercial de América Latina y el Caribe, la realidad es que hay una competencia estratégica entre las dos principales potencias y los dos principales socios de nuestra región: Estados Unidos y China”. ¿Está América Latina consciente de este nuevo escenario?
China es, además, uno de los mercados con los que Panamá aún no ha firmado un Tratado de Libre Comercio (TLC), pese a que ya van varios años de que se puso en la mesa. Panamá y Estados Unidos también tienen un Tratado de Promoción Comercial (TPC) que entró en vigor en 2012 y desde principios de año le ha pedido acceda a una revisión de los aranceles de rubros sensitivos: como el arroz y muslo y encuentro de pollo, cuya desgravación arancelaria comenzó en junio pasado.
A la luz de estos intentos, según una reciente publicación del medio digital Diálogo Chino, en una entrevista al canal de televisión France 24, el presidente de la República, Laurentino Cortizo, volvió a plantear sus intenciones de reanudar las negociaciones de un TLC con el país asiático, después de tres años de administración.
"Vamos a reiniciar esta negociación con China", expresó Cortizo a France 24 en junio pasado durante la Cumbre de las Américas. "Este proceso tiene que reorientarse más hacia el sector agrícola desde el punto de vista de Panamá... Aunque somos un país pequeño hemos podido negociar (de tú a tú) con grandes potencias como Estados Unidos, y haremos lo mismo con China", manifestó Cortizo.
En medio de este contexto global agitado, los investigadores advierten que la región de América Latina enfrentará otro año "complejo" y que los niveles de “incertidumbre, volatilidad, riesgo político y polarización se mantendrán altos”, mientras que “el populismo, el sentimiento anti-elite y el nativismo xenofóbico seguirán presentes. La combinación de todo ello hará la gobernanza crecientemente compleja", arroja el informe.
Si bien el 2021 finalizó con una economía regional recuperándose, luego de la debacle del año anterior, el estudio alerta que esa recuperación es "insuficiente" -y con una “modesta” proyección de un 3% para el 2022- para una región que sigue "lidiando" con una emergencia sanitaria global y que hoy enfrenta una “triple crisis” de gobernabilidad, de expectativas y certezas.
Así, América Latina enfrentará otro año “complejo”, y cuyos riesgos van desde la erosión de la democracia, ascenso del cambio climático y escasez hídrica, hasta el riesgo del retorno de las protestas sociales y la violencia, la crisis migratoria, la proliferación de economías ilícitas, la polarización política, la caída de la inversión extranjera, irrelevancia regional, ciberdelitos y el auge de China.
Los investigadores además dejan claro que la pandemia de covid-19, además del “ duro legado" de muertes, destrucción de empleos, informalidad laboral, desigualdad y pobreza, también ha sido una "oportunidad" para que ciertos gobiernos concentren "mayor poder" y "apliquen indebidamente los estados de excepción”.
Si bien entre 2015 y 2020 el péndulo estuvo hacia la fuerza de derecha en la región, según Sahd, hoy en día se está volviendo a la “marea rosa” o al “pink tide”, nombre que se le daba a los gobiernos de la mayoría de izquierda en la década del 2000, dijo Sahd.
El término era utilizado en los análisis políticos en el siglo XXI para describir la percepción de que la ideología socialdemócrata y progresista en general, y la izquierda política en particular, ganan mayor fuerza en América Latina.
Así, una tras otra, distintas naciones de América Latina, han elegido gobiernos de izquierda y una nueva ola política parece recorrer la región. Brasil, Colombia, Chile, Argentina, Perú y México se califican como gobiernos de izquierda.
“Hoy, si Lula (Da Silva) gana en Brasil a fines de octubre, las seis principales economías de América Latina van a estar en gobiernos de fuerza de izquierda”, aseveró.
Los regímenes dictatoriales son: Cuba, Venezuela y Nicaragua; y como regímenes híbridos se califican a Honduras, El Salvador, Bolivia y Guatemala, según el Índice de Democracia del The Economist Intelligence Unit 2020 en América Latina.
En las 13 elecciones desde el 2019, el oficialismo perdió, es decir que los ciudadanos, en todas esas elecciones cambiaron al signo político del turno. “Esa es la tendencia más clara que pasa hoy en día en América Latina en materia electoral y política”, expresó Sahd.
Mencionó que Panamá por ejemplo, enfrenta una nueva elección en 2024 y “se caracteriza porque en cada elección cambia la coalición por el signo político de turno.
A pesar de que la ola de la “marea rosa” volvió, de acuerdo con Sahd, el entorno que se está viviendo hoy en día es muy “distinta” a la de épocas pasadas por diversas razones: las fuerzas de izquierda que están llegando al poder hoy son bastante más diversas entre ellas; no hay la bonanza fiscal de la década de la época del 2000, con el boom de los commodities con altos precios de las materias primas, hoy es todo lo contrario, el nivel de deuda pública de los gobiernos es alto; ciclos políticos más cortos; y también hay un tema geopolítico que se está viviendo en torno a China.
Según el índice de Democracia del The Economist Intelligence Unit 2020 en América Latina, además de las tres dictaduras consolidadas —Cuba, Venezuela y Nicaragua—, se califican como regímenes híbridos a Honduras, El Salvador, Bolivia y Guatemala.
Durante la pandemia, aunque el número de democracias se ha mantenido, “más de la mitad de los países han experimentado erosión” en sus características elementales, llevando a que los regímenes híbridos se autocraticen y las dictaduras se consoliden.