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- 22/03/2021 00:00
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El superintendente de Bancos de Panamá, Amauri Castillo, tomó las riendas de esta entidad reguladora justo dos meses antes de que la covid-19 tocara las puertas del país y las autoridades decidieran una serie de medidas que prácticamente paralizaban la economía.
Luego de un año de este evento, y tal como lo dijera en la presentación de los Resultados Bancarios 2020, se estrenó en el cargo enfrentando una coyuntura “extraordinariamente compleja”. En su presentación compartió la experiencia y aprendizaje adquiridos en el año 2020 y su visión sobre el devenir del sistema bancario y sus principales retos y desafíos.
Licenciado en derecho y ciencias políticas, con experiencia de 20 años en el sector financiero, exsecretario general de la Superintendencia de Bancos y hoy máxima autoridad para el periodo 2020-2024 de uno de los sectores más importantes de la economía, Amauri Castillo conversa con La Estrella de Panamá sobre tópicos de importancia propios de su ámbito de competencia.
Más allá del honor y la distinción, confieso que como profesional con trayectoria en el sector bancario me hacía ilusión regresar a una institución que conocía bastante bien, luego de prestar servicio en ella por casi 12 años de 2001-2012. La designación me ofrece una extraordinaria oportunidad de volver a servir al país, continuar aportando al sector bancario y dejar un legado en materia de modernización del sistema financiero panameño.
Mantenerme enfocado debía ser el ingrediente principal para gestionar una crisis jamás vivida. La Superintendencia de Bancos tiene el deber de velar por la solidez, seguridad y confianza pública del sistema bancario, el cual, durante años, ha sido de gran apoyo y relevancia para la economía del país. No podemos negar que la incertidumbre tenía –y sigue teniendo– presencia en el escenario, y aún permanece.
La situación ameritaba y sigue ameritando el acercamiento con nuestros regulados, más allá de lo acostumbrado. Se celebraron y siguen celebrando reuniones con los bancos de la plaza, y se supervisan, con mayor periodicidad, los diferentes indicadores financieros y cifras que se consideran de análisis crítico en la actual coyuntura. Para una mejor gestión del banco en tiempos de pandemia es clave contar con una estructura sólida de buen gobierno corporativo.
Los planes iniciales se mantienen, no obstante, la pandemia afectó el orden, prelación y ejecución de algunos de ellos. A la fecha, estamos muy satisfechos de los logros obtenidos en 2020 en materia de transformación digital a lo interno de la institución impulsados por la pandemia y ahora estamos trabajando en retomar los temas y el orden establecido en la agenda estratégica 2020-2024, a la par de aquellos que con motivo de la pandemia y sus efectos, han entrado a ser parte de nuestra hoja de ruta.
2020 fue dedicado en gran medida a gestionar la afectación económica de miles de panameños y empresas a través de herramientas prudenciales que generaran alivios financieros temporales. Al mismo tiempo la regulación generó cierta flexibilidad respecto a la gestión y administración del riesgo de crédito en las entidades bancarias.
Entendimos la actual coyuntura como un problema de largo plazo para los bancos y sus clientes en general. No obstante, la regulación bancaria ha dispuesto medidas variadas y que van desde periodos de gracia, ajuste de tasa de interés, ampliación de plazos, ajuste de cuotas mensuales o semanales, la no afectación de las referencias de crédito, la no ejecución de garantías, entre otras, que son aplicadas de manera temporal. También se ha venido estimulando el crédito bancario dirigido al tejido productivo del país para generación y reactivación de empleos.
Desde nuestra perspectiva, sería altamente valorado que el Gobierno Nacional implementara un programa de garantías gubernamentales para que la banca comparta el riesgo de crédito con el Estado, lo cual daría un estimulo para colocar créditos en sectores estratégicos pero que hoy son vulnerables debido a la pandemia.
Reitero que estamos ante un panorama difícil, pero con perspectiva de mejora si se compara con el año 2020. Por el lado de los depósitos, se prevé que se mantendrán con buenos niveles. En cuanto a los créditos, un escenario económico positivo plantea un mejor desempeño sobre la cartera corporativa y de personas, lo que permitirá generar ingresos financieros. Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que la morosidad presiona a las entidades para incrementar sus provisiones, lo que afecta de manera importante el nivel de rentabilidad.
En términos generales por supuesto que nos sentimos optimistas, pero a la vez con un grado de cautela. La hoja de ruta regulatoria es una manera de trazarnos metas y objetivos que son realmente importantes para la industria bancaria. Para lograr esos objetivos deben darse las condiciones necesarias para aprobarlas y ponerlas en marcha. Todo dependerá de las circunstancias que nos acompañen en el tiempo.
Como entidad supervisora de la banca, monitoreamos de cerca a todos nuestros regulados bancarios. En ese sentido, periódicamente se realizan pruebas de resistencia según estándares internacionales, en las que se utilizan variables de deterioro moderado y severo, estos últimos con base en proyecciones económicas. Las pruebas de tensión realizadas dieron como resultado que, con datos del cierre de año 2020, ningún banco alcanzaría un índice de solvencia inferior al mínimo establecido (8%). Estos ejercicios se llevan a cabo desde hace cuatro años, bajo el asesoramiento de expertos del Fondo Monetario Internacional y del Banco de España.
La Superintendencia trabaja en una actualización al Acuerdo No. 5-2011 con la finalidad de alinear la normativa actual de los bancos a los últimos estándares emitidos por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea. La actualización está dirigida a reforzar la definición de director independiente, a requerir la participación de estos en los comités más relevantes del banco, tales como auditoría y riesgos, así como también a establecer lineamientos sobre el perfil de los miembros de la junta directiva de los bancos, tanto de manera individual como colectiva.
Las regulaciones establecen que los bancos deberán designar un 30% de mujeres en la totalidad de los cargos de junta directiva.
En el caso de las fiduciarias, el 75% está cumpliendo con la norma. Hago hincapié en que damos seguimiento frecuente a aquellas entidades bancarias y fiduciarias que aún no han alcanzado el porcentaje dispuesto por ley.
Debemos ser autocríticos y reconocer que la Superintendencia de Bancos aún no cumple con lo establecido en la Ley 56 de 2017.