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- 07/12/2019 00:00
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En su libro La imagen de la ciudad de 1960, Kevin Lynch hizo un aporte significativo al estudio de las ciudades. El libro consideró cómo nos orientamos al recorrer las ciudades. Es decir, no se limitó a estudiar la ciudad tal como existe y se evidencia físicamente, sino que también indagó el cómo la interpretamos los humanos a través de nuestras capacidades para ver el paisaje urbano y encontrar el camino a recorrer, derivando significado de los elementos de su imagen.
Se preocupaba Lynch, por el placer que se puede derivar en contemplar la ciudad, pero también de la legibilidad de ese entorno donde hay “más de lo que el ojo puede ver, más de lo que el oído puede escuchar”.
En la investigación previa, dirigida por Gyorgy Kepes y Lynch, se realizaron sesenta entrevistas, en tres ciudades: Boston, Jersey City y Los Ángeles.
Estas entrevistas se complementaron con visitas a los lugares, poniendo a prueba si los sujetos reconocían ciertos lugares en fotografías y pidiendo direcciones a transeúntes en la vía.
Todo con el objetivo de identificar patrones y elementos cognitivos que fuesen utilizados para aprehender la dimensión física de la ciudad y explicarla.
El estudio se enmarca en consideraciones sobre mecanismos de orientación, entre los antecedentes se menciona un niño que no sabía diferenciar la izquierda de la derecha, porque su madre le refería las direcciones por puntos cardinales y una máquina de dar direcciones para llegar de un punto al otro en Manhattan, llamada Directomat; no pudiera Lynch imaginar el Waze, tal vez. Pero si estaba en contra del Directomat, porque al faltar la máquina se perdería la capacidad de orientación, tal vez vería con recelo que las personas comencemos a depender de nuestros teléfonos para lo que podemos hacer con nuestros sentidos.
El capítulo tercero, “Los elementos de la imagen de la ciudad” es el más célebre y hasta el día de hoy es leído en escuelas de arquitectura, de planificación, urbanismo y geografía, entre otras. En él se desglosan cinco elementos, que ilustramos con ejemplos de nuestra ciudad para ayudar a la comprensión tanto de los conceptos como de esta.
Son referencias que marcan puntos que el observador no recorre, sino que los mira desde la distancia y lo ayudan a orientarse. Los edificios de Pacific Hills, en Dos Mares, Betania, cumplen esta función. Al estar entre los edificios más altos de Panamá y erigirse en una colina sobresaliente, permiten avistar las torres desde gran distancia facilitando referencias de cercanía al centro o la periferia.
Entre estas se menciona en el libro calles, veredas, líneas de transporte, canales, ferrocarriles. Elementos direccionales que recorre el usuario. Vienen a la mente avenidas con medianeras arboladas como la Espinosa Batista, la Ramón Arias o la vía principal de la Alameda, el Paseo del Amazonas cuya tupida hilera de sauces e higueras termina fundiéndose con el Parque Natural Metropolitano, que mencionaremos más adelante.
Son lugares, extensiones de superficie, que van de medianas a grandes. Son identificables. En Panamá vienen a la mente ejemplos como el Casco Antiguo o el Área Bancaria, que son interesantes, pues, aunque no corresponden en ambos casos a una demarcación de división administrativa, las personas identifican claramente cuando están dentro o fuera de ellas.
Los nodos se explican como puntos estratégicos que concentran actividad y que tienden a ser cruces de caminos, interrupciones de recorridos, punto de origen o destino.
En el cruce de San Miguelito, entre la Avenida Ricardo J. Alfaro y la Vía Transístmica, se cruzan docenas de miles de personas por hora. En los últimos años, desde que inauguró la línea 1 del metro y, más recientemente la 2, este sitio ha experimentado importantes transformaciones, es un lugar al cual seguirle la pista.
Recuerda esta idea Shinjuku, en Tokio, donde también se generó un importante nodo a partir de la intersección de importantes líneas de transporte.
En la penumbra, el Parque Natural Metropolitano es un umbral, una sombra verde que delimita la ciudad. El parque es uno de los efectos remanentes, positivo en este caso, del límite de la antigua Zona del Canal. El límite tiene una importancia especial, como elemento de la imagen de la ciudad, en el caso de Panamá, por su origen como condicionante geopolítica e histórica. Límite que aún después de desdibujarse perdura como imagen fantasma.
Existe un interés muy grande en la opinión pública por el urbanismo de nuestra ciudad capital y área metropolitana, que no era patente hace, digamos, veinte años.
En su mayoría este interés centra en estudios muy técnicos. Se piensa que las ciencias exactas, a través de la ingeniería y la aplicación de tecnologías son las que pueden mejorar nuestra relación con la ciudad. Sin embargo, junto con la ciudad que existe, dimensionable y constatable, hay otra que vive dentro de nuestra subjetividad, está presente en nuestra vida diaria y su estudio es igual de importante que el de la otra.