Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 05/06/2024 00:00
- 04/06/2024 20:28
Mediante la resolución A/RES/2994 (XXVII), en 1972 la Asamblea General de las Naciones Unidas determinó celebrar, el 5 de junio de cada año, el Día Mundial del Medio Ambiente. La resolución conmina “a los gobiernos y a las organizaciones del Sistema de las Naciones Unidas a que todos los años emprendan en ese día actividades mundiales que reafirmen su preocupación por la protección y el mejoramiento del medio ambiente, con miras a hacer más profunda la conciencia de los problemas del medio ambiente”.
La fecha elegida –explica el portal de las Naciones Unidas– coincide con el día en que inició la Conferencia sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo, Suecia, del 5 al 16 de junio de 1972, evento internacional que contribuyó significativamente a visibilizar los problemas ecológicos en todo el mundo y dio lugar, ese mismo año, a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) (https://www.un.org/es/node/73113/).
La Conferencia de Estocolmo, efectivamente, impulsó el surgimiento de lo que en las relaciones internacionales se conoce como un “régimen internacional”: en otras palabras, un cuerpo normativo que consiste, entre otros instrumentos, de convenios vinculantes, declaraciones, guías, directrices y parámetros que sirven a los Estados para enmarcar su acción en un ámbito específico.
Los retos ecológicos están por todas partes y afectan a todo el planeta, sin respetar gobiernos, fronteras u otros criterios artificiales. Para muestra están los eventos extremos relacionados con vientos y lluvias.
A punto de comenzar la temporada de huracanes en el océano Atlántico, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, en inglés) pronostica, para este año, “una temporada activa y por encima de la media, con entre 17 y 25 tormentas con nombre y de 8 a 13 huracanes.” Entre 4 y 7 de ellos serán “de categoría mayor” (EFE, 1 de junio).
Los impactos se sentirán en el Caribe, Centroamérica y el Atlántico norte, y se espera que causen pérdidas humanas y materiales de consideración. El aumento en la intensidad de estos fenómenos es atribuible, según muchos expertos, al calentamiento global.
Según lo explica una nota en CNN (1 de junio): “La contaminación que calienta el planeta está impulsando el aumento de la temperatura global y de los océanos, que ahora han experimentado un año entero de calor sin precedentes gracias a este calentamiento causado por el hombre y por El Niño”. Y, “a medida que el planeta se calienta, el impacto de los huracanes se vuelve más peligroso”.
En nuestro país, la ignorancia de muchos, incluyendo a funcionarios; la desidia e incompetencia de los servidores públicos; y la corrupción obstaculizan el desarrollo ambiental. Un ejemplo lo encontramos en la reciente denuncia presentada por la Cámara Panameña de Energía Solar.
La energía producida a base de la radiación solar es considerada una de las fuentes más limpias y la instalación de celdas fotovoltaicas en residencias, locales, fábricas y otros establecimientos contribuiría a reducir los costos energéticos y los impactos ambientales que se derivan de la producción de electricidad a base de otros recursos. Sin embargo, la codicia de grandes intereses, aunada a la permisividad del gobierno, dificultan este desarrollo, que sería beneficioso para el país.
Días atrás, la Cámara Panameña de Energía Solar denunció “prácticas desleales” en el sector, indicando que empresas distribuidoras, actuando como reguladoras, burocratizan innecesariamente el proceso de instalación de celdas solares (Energía Estratégica, 29 de mayo). Evidentemente, a las empresas distribuidoras de energía producida a través de otros medios no les conviene que aumente la generación de energía solar.
En el Día Mundial del Medio Ambiente es inevitable reflexionar sobre la situación ambiental de Panamá. Son enormes los desafíos ambientales que enfrentamos. Es obligante mencionar en este contexto los incendios de masa vegetal, que constituyen, claramente, el principal problema ecológico del país.
La temporada seca que recientemente concluyó se caracterizó no solo por sus altas temperaturas, la falta de agua y el intenso calor, sino, además, por los recurrentes incendios en el vertedero del cerro Patacón, en plena área metropolitana. Cientos de miles de personas fueron afectadas por “el humo, las cenizas y los malos olores de la quema de basura”, como lo reportó El País (29 de marzo).
“Han ardido plásticos, cartones, maderas, aerosoles, cauchos, insumos hospitalarios, alimentos, muebles, papeles y llantas”, agregó el diario español, destacando que, en menos de 90 días, el vertedero fue incendiado, intencionalmente, en cuatro ocasiones.
En 2023, el Cuerpo de Bomberos atendió 4.444 quemas de herbazales en todo el país. Según la institución (21 de diciembre de 2023), “la cifra representa 1.418 casos más” que en 2022 y 1.550 más que 2021.
Los más de 3.000 incendios de masa vegetal reportados en 2022 causaron pérdidas superiores a los $6 millones (AFP, 6 de febrero de 2023). Según el Ministerio de Ambiente: “Estos incendios son uno de los problemas que más daño causan al medio ambiente durante la época de verano, mismos que se han agravado por el cambio climático a raíz de las malas prácticas empleadas por el ser humano como ‘roza y quema” (TVN, 24 de abril de 2023).
De acuerdo con un reportaje publicado en este diario (4 de enero de 2023), más de 16.000 incendios de masa vegetal han consumido aproximadamente 230.000 hectáreas entre 2012 y 2022. Es penoso que quienes hasta ahora ejercen funciones públicas, sean incapaces de relacionar las quemas con situaciones graves como la falta de agua –incluyendo agua para el consumo humano y para el Canal– aumento en las temperaturas, problemas de salud, pérdida de fertilidad en los suelos, merma en la biodiversidad y otros impactos.
Esperemos que el cambio de gobierno que está por comenzar represente, también, el inicio de una verdadera gestión ambiental que logre encauzarnos por la senda del cuidado ecológico y la conservación de los recursos naturales. Panamá lo necesita para asegurar su viabilidad como Estado independiente y la sostenibilidad de la vida humana en nuestro istmo, uno de los puntos de mayor biodiversidad en todo el planeta.
El autor es politólogo e historiador, director de la maestría en asuntos internacionales en Florida State University, Panamá, y presidente de la Sociedad Bolivariana de Panamá.