La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
A inicios de julio, se conoció que más de doscientas empresas en los Estados Unidos de América fueron objeto de algún tipo de ataque cibernético, en los últimos meses. Ese aluvión de ataques fue catalogado como “colosal” por las autoridades de ese país, lo cual da una aproximación a la magnitud de los ataques. No con mucha transparencia, pero, se ha sabido, que estos cibersecuestros (tipo “ransomware”) han afectado a empresas de mucha importancia para la vida en sociedad, que van desde agencias de seguridad pública hasta industrias del sector alimentario. También, se conoce que algunos de estos cibersecuestros han terminado con pagos multimillonarios a estos delincuentes. Un caso que causó mucho revuelo fue el de un municipio en el estado de la Florida que tuvo que pagar más de medio millón de dólares por un ciberchantaje en criptomonedas y así poder recuperar el acceso a su data. Se puede observar que algunos países son más permisivos que otros y, lamentablemente, un asunto de tal gravedad ha quedado inmerso en las batallas de la geopolítica mundial. Todos estos temas, ligados al crimen organizado en materia de ciberseguridad, son altamente sensitivos. Es importante que como país tomemos nota de nuestras vulnerabilidades en la materia, que se tengan los mecanismos de rápida acción, que se actúe con transparencia y alto sentido de cooperación con otros países, porque este tipo de delitos siempre tiene el componente transnacional. Capacitación y prevención son piezas claves, para que nuestras instituciones, públicas o privadas, no sean sorprendidas con acciones que pueden tener impacto comercial, social, económico y hasta para nuestra gobernabilidad.